Entrar en Ulea es como pasear por un cachito de paraíso; desde que tomas la carretera de Archena a esta pequeña localidad, que no llega a los mil habitantes, eres consciente de que estás pisando un lugar diferente.

Tengo que agradecer tanto a su alcalde, Víctor M. López , como a su concejala de Turismo, Lourdes González, su disposición a enseñarme la esencia de un municipio que, a pesar de ser el único que no tiene deudas, no alardea de ello, lo que dice mucho del carácter de su gente.

El corazón de la ciudad es su Plaza de la Constitución, tan ‘apretujá’ como bella, y es que es difícil meter más cosas en ella: el Ayuntamiento, la Iglesia de San Bartolomé Apóstol y su Casa del Cura o Casa Eiffel.

Sin duda, si hay un paisaje único en la Región de Murcia, es la Finca El Parque de Ulea, quizás las sesenta hectáreas más bonitas de todo el Mediterráneo, y hoy en día, uno de los símbolos del llamado turismo de interior.

Baño de la Cruz.

Este lugar lo conocí hace ya más de veinticinco años, cuando José María, que aún hoy lleva las riendas de su gestión diaria, comenzaba una aventura nueva. Ya entonces pensé que si existía el paraíso, se tenía que parecer bastante a este lugar. Si no lo conocen, no merece la pena seguir leyendo; y, encima, tienen como vecino, palmera frente a palmera y con el río Segura haciendo de muro natural, nada más y nada menos que al Balneario de Archena.

Si después de visitar este enclave privilegiado es capaz de abandonarlo, antes de llegar a Ulea, a unos doscientos metros antes de su entrada, pare el coche; a su espalda no se pierda el Gurugú, una edificación de estilo árabe levantada por un militar uleano que participó en la guerra de Marruecos (siglo XIX), y que se ha convertido en una de las imágenes más simbólicas de la ciudad. Esta singular torre fue restaurada a principios del siglo XXI.

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Aún no hemos llegado a Ulea, y el viaje ya ha merecido la pena, y es que es muy difícil concentrar en un espacio tan pequeño tantos motivos para venir aquí.

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Bajo los pies de su Corazón de Jesús, encontramos nuestro rincón insólito de la semana. Lo mejor es entrar de lleno en el otro corazón de la ciudad, su Plaza de la Constitución, tan ‘apretujá’ como bella, y es que es difícil meter más cosas en ella. El Ayuntamiento, la Iglesia de San Bartolomé Apóstol y su Casa del Cura o Casa Eiffel, ya que cuenta la historia que fue diseñada hace casi 110 años por el célebre ingeniero francés a petición del empresario y exportador de frutas José Ríos, a la postre alcalde de la villa en los años veinte del pasado siglo.

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Una vez que se disfruta de sus callejuelas estrechas y sus historias encontradas, lo mejor es dirigirse dando un corto pero intenso paseo hasta sus dos próximas visitas obligadas: su Baño de la Cruz, donde cada 3 de mayo, su lignum crucis sale de la Iglesia de San Bartolomé para ser bañada aquí, en el Henchidor, mientras las calles se engalanan de mil colores para su paseo triunfal; y su Casa de la Condesa, que está llamada a convertirse en uno de los símbolos de todo el Valle de Ricote, cuando se reconvierta en Centro de Interpretación. Y aún nos falta la guinda: la Ciudad Perdida de Bergula, situada en el Yacimiento del Salto de la Novia, tendrá en la Casa de la Condesa su mejor escenario.

Sin duda, el patrimonio cultural estará de enhorabuena el día que la Ciudad Perdida de Bergula se ponga a disposición del visitante. Hace tiempo vengo diciendo que una parte muy importante de nuestro futuro como Región está en recuperar nuestro pasado.

Una pata de cabrito cinco estrellas

Antes de terminar nuestro recorrido por esta pequeña joya del Valle de Ricote, lo mejor es sentarse a degustar unas buenas tapas o un exquisito plato. El Molino, Bar de Mariano o los restaurantes Encarnita o Moreno, donde dicen -lo tengo pendiente- que elaboran una fantástica pata de cabrito tras casi siete horas de cocción. Ya le he pedido a Lourdes que vaya reservando una.

Lo mejor a la hora de la comida, es dejarse aconsejar, y es que en esta época del año, Ulea es mucha Ulea.

El Salto de la Novia: La historia del Valle de Ricote

La leyenda está ahí, y forma parte no solo de Ulea, sino de todo el valle. Nuestro recorrido termina aquí, pero si después de comer te apetece pasear, el mejor destino es acercarte al famoso Salto de la Novia, dejando a tu derecha la Casa de la Condesa y la Noria Villar de los Felices. También se puede ir en coche, y en apenas poco más de media hora, llegas a ella. Un puente de madera se ha convertido en la mejor tribuna para escuchar la historia que hay detrás.

Antes de regresar a casa, me paro en Villanueva, y es que a pesar de la histórica ‘rivalidad’ entre ambos municipios, como ha ocurrido en miles de lugares, desde aquí tenemos una de las mejores vistas de Ulea, y viceversa. Murcia apenas queda a un cuarto de hora desde aquí por autovía, a pesar de ello, hago la foto y decido volver por donde vine, la carretera quizás más bonita del interior de la Región.