Francisco Marín, fundador de sellos literarios como Gollarín y La Fea Burguesía, acaba de ser elegido Presidente del Gremio de Editores de la Región de Murcia. Gran conocedor del mundo del libro, el murciano intentará, junto a su equipo de trabajo, comandado por Asun Martín, del grupo Raspabook-Dokusou, abordar todos los frentes que tiene abiertos el sector. O, dicho de otra forma, cómo editar ‘en pequeño’ en un mundo pandémico y gobernado con brazo de hierro por Amazon y salir airoso. Tiene trabajo.

Lo primero de todo, enhorabuena. ¿A qué se enfrenta el Gremio de Editores?

Como principal misión en estos momentos el Gremio ha de contribuir a que las editoriales de la Región de Murcia puedan continuar su labor, superen los daños causados por todos los meses de dificultades por la crisis sanitaria vivida y volver a crear las condiciones de mantener una relación cercana y frecuente con los lectores. Hemos de prepararnos para la vuelta a una nueva situación de normalidad que ojalá sea pronto y relanzar la edición de nuevos títulos y autores. Los libros no deben perder su hueco en la vida de las personas.

Se disponen a crear un plan estratégico para los próximos años. ¿Sobre qué pilares se desarrollará?

Será la nueva Junta Directiva, que acaba de salir elegida, la que defina ese plan estratégico y los medios para alcanzarlo. En mi opinión, tres han de ser los ámbitos en los que ha de enfocarse: hacia el interior del Gremio (reforzar la cohesión y la colaboración entre las editoriales de la Región. Los editores hemos demostrado nuestra capacidad de resistencia a las dificultades y a la falta de apoyos, hemos sabido mantener activas las empresas durante muchos años y contribuido a la promoción y reconocimiento de la literatura y de sus autores, especialmente de nuestra tierra. Con estos mimbres seguiremos trabajando y el Gremio ha de ser nuestro instrumento de actuación más importante), en su relación con las administraciones públicas (tenemos que conseguir entre todos que en la Región exista una política del libro. Echamos de menos acciones decididas de apoyo a un espacio cultural tan importante como el libro y la lectura. El Gremio de Editores pretende realizar propuestas y promover actividades en favor de este objetivo fundamental en la acción cultural) y en su relación con la sociedad. La cultura es cada vez más un adorno desatendido e infrafinanciado entre el conjunto de prioridades de la acción pública. Los editores solos no podremos revertir esa situación, como tampoco lo podrán hacer otros colectivos del ámbito artístico o cultural. Es por ello por lo que hemos de promover puntos de encuentro y de colaboración con otras asociaciones y entidades culturales para conformar una plataforma fuerte de defensa y de influencia. Hemos de conseguir situar a la acción cultural en el centro del debate y en prioridad en la definición de las políticas públicas. Para ello también necesitamos el respaldo social que legitime nuestras aspiraciones.

Muchos sellos ‘indies’ están rescatando en los últimos años el catálogo de autores desconocidos que nunca han sido ‘best sellers’. Así, han conseguido una identidad y un hueco en el mercado. ¿Es la mejor estrategia, una vez que no se es Planeta?

Las editoriales pequeñas o sellos independientes, como los que nosotros representamos, salimos al mercado con una clara desventaja frente a las grandes marcas editoriales y a su potencia publicitaria y comercial. También a su influencia en los medios de comunicación y en la crítica. Asumimos esa desventaja, la que tratamos de compensar con diferenciación en la forma de editar, selección de un catálogo de autores que sean capaces de cubrir un espacio creativo atractivo, cercanía a los lectores, acciones promocionales cercanas y participativas y, sobre todo, ofrecer una propuesta cultural propia y de calidad. Ese es nuestro espacio y en él hemos de jugar nuestras bazas.

Con respecto a la ‘profesionalización’, no se debe confundir amateurismo con falta de profesionalidad. Los editores que conformamos el Gremio que yo conozco son personas comprometidas con la edición de libros, conocedores del oficio y de las herramientas necesarias para hacerlo, y hacerlo bien. Y así es como creo que está ocurriendo.

Cuestión diferente es el tamaño de las empresas. Abordar procesos de crecimiento y de generación de plantillas de profesionales para dar un salto en la capacidad de producción literaria requiere de un tamaño de empresa que nosotros no tenemos. Ello, no obstante, no ha de significar que nuestras empresas no vayan a ser capaces de seguir ofreciendo libros de calidad y propuestas muy atractivas.

Muchos editores pequeños se quejan de que los escritores se desentienden en el momento de la promoción. ¿Cuál considera que debe ser el papel del escritor en esa etapa?

Un libro es de un escritor, él es el protagonista y el alma de su obra. Las editoriales son los intermediarios entre el autor y el lector, pero el que atrae al lector, ofrece literatura y proporciona las claves de un libro es el autor. Los editores necesitamos de la complicidad y la colaboración de los autores desde el inicio del proceso de edición hasta el final del mismo, la presentación al lector, la venta del libro, y digo venta no en el sentido comercial, sino en el apoyo a su conocimiento y aprecio.

Es por ello por lo que necesitamos de la presencia de los autores durante todo el proceso de lanzamiento de los libros. Entiendo que los autores se cansen a veces de la acción promocional, en ello también los editores debemos ser comedidos y respetuosos.

Hace unos meses surgió Todostuslibros.com, una unión de libreros de toda España para fomentar el comercio local, ¿cómo la valora?

Hemos podido comprobar la evolución del comercio electrónico y el enorme impacto que ha tenido en el mundo del libro. Como todos los procesos de concentración de la actividad empresarial, genera desequilibrios que claramente perjudican a los más débiles. Las editoriales pequeñas hemos de encontrar alternativas para contrarrestar ese impacto, hemos de potenciar nuestras herramientas de promoción y de venta, incorporarnos al comercio electrónico con agilidad, buen servicio y coste. Es un reto que hemos de poner en el primer plano de nuestras prioridades y para ello considero necesaria la colaboración entre las editoriales.

También considero que han de entenderlo los libreros. Se enfrentan a la misma amenaza y afrontan el mismo riesgo. Lanzo desde aquí un llamamiento a los libreros a estrechar la colaboración con nuestro mundo, porque, al final, eso irá en beneficio de todos.