El Teatro Villa de Molina recibe este fin de semana a la obra ganadora del Premio Max de las Artes Escénicas al Mejor Espectáculo Revelación. Se trata de El viento es salvaje, una pieza que, más que en su argumento –que se apoya muy libremente en el carácter de la tragedia clásica griega, en los pasionales mitos de Fedra y Medea–, se apoya en las actrices de la compañía Las Niñas de Cádiz, y en el ingenio y la gracia de los versos recitados o cantados, como de chirigotas de Carnaval se tratara.

El viento es salvaje, de la autora y firme directora Ana López Segovia –con la colaboración de José Troncoso en este último cometido–, juega con la suerte y la culpa a través de dos fraternales amigas desde la infancia. Una con fortuna (Alejandra López), y la otra, desgraciada (Teresa Quintero). Hasta que la primera implora a las alturas que cambien las cosas. Y vaya que si cambian..., y hasta se ponen del revés. De hecho, es Quintero quien evoca a Fedra, enamorándose locamente, no de un hijastro, sino del hijo de su amiga (López), que nos recuerda a Medea, a la que deja el esposo.

Rocío Segovia y la propia Ana López Segovia, que también actúa, completan el cuarteto. La figura del mítico coro representa la voz de la autora o la del espectador que observa y analiza. Es el coro de los vecinos, la voz del pueblo. El tragicómico universo de la obra tiene el talante visual de una plástica escénica que enriquece un espectáculo con sus celos y extremas pasiones, sin perder los trazos de farsa en la exposición de tipos y caracteres.