Isidoro Máiquez dejó su Cartagena natal con apenas 20 años. Marchó a Madrid empeñado en ser actor, y jamás volvió a pisar las calles de la ciudad portuaria;ni siquiera tras ser desterrado al negarse a estrenar la comedia Los tres iguales, de Francisco Javier de Burgos, amigo del corregidor Arjona y por la que también había mostrado interés el ministro de Gracia y Justicia Lozano de Torres. Su destino fue Ciudad Real, y poco después se trasladó a Granada para morir, pobre y loco, al amparo de una familia amiga. De aquello se cumplieron el año pasado doscientos años; dos centurias a las que la leyenda de Máiquez ha sobrevivido como la del gran renovador del teatro español, condición que lejos de alejarle de su tierra –como una figura casi universal–, le han acercado de nuevo, y especialmente en el último año, a Cartagena, a sus calles y, lo más importante, a su gente. Porque, en realidad, no hace tanto desde que la efigie que preside la Plaza de San Francisco tiene ‘nombre y apellidos’...

En total se mostrarán 52 obras, una por cada año que vivió este gran renovador del teatro español entre los siglos XVII y XVIII

En una entrevista reciente para LA OPINIÓN, el intérprete y dramaturgo cartagenero Pedro Segura reconocía que, cuando él era joven y pasaba por aquel lugar de camino a casa, poco o nada sabía de Máiquez. «Allí había una estatua que no sabíamos si era de un pintor, de un escritor o de yo qué sé. Preguntábamos y la gente tampoco es que tuviera mucha idea... Igual, con suerte, alguno acertaba a decirte que ese hombre fue en tiempo un actor, pero poco más...», lamentaba. Pero gracias a su labor y la de muchos otros agentes culturales de la ciudad portuaria, como el pintor Javier Lorente, el nombre de este icono ilustrado ha recuperado en la ciudad la fuerza y entidad que le debía la historia. En su caso, el también fotógrafo y profesor del Monasterio de San Ginés de la Jara fue el autor de la pintura que hizo las veces de cartel promocional de Una estatua sin palomas, la obra teatral con la que Segura ha querido contribuir a los actos conmemorativos del primer bicentenario de la muerte de Máiquez, pero también ejercer como secretario de la Comisión Organizadora de estos homenajes –que se llevan sucediendo, con permiso de la pandemia, desde marzo– y ahora, también, como comisario de una ambiciosa exposición colectiva que mañana abre sus puertas en el Palacio Consistorial de Cartagena.

Bajo el título Máiquez, el sueño y la sombra, la muestra reúne en la sala de exposiciones del consistorio a más de medio centenar de artistas –en su mayoría de la Región, pero también venidos de otros puntos de España como la Comunidad Valencia, Andalucía, Mardrid y Cataluña, en otros– que han querido rendir tributo al ilustre cartagenero, quien no solo creó escuela en el ámbito estricto de la interpretación a comienzos del siglo XVIII –él fue quien apostó por el naturalismo frente a una técnica declamatoria excesivamente afectada–, sino que también logró mejorar las condiciones laborales de los cómicos y actores (especialmente en lo relativo a sus salarios y jubilaciones) y renovar el reglamento del mundo del espectáculo (además de los decorados y vestuarios). Es el caso del albaceteño Manuel Delgado, que presenta una obra de técnica mixta sobre madera bautizada como El apuntador; de la alicantina Patricia Gómez, con el óleo La Prado, o de la francesa Nicole Palacios, quien ha querido centrarse en el personaje que otorgó la fama a Máiquez: Otelo, el protagonista de la obra de Shakespeare que él mismo se encargó de popularizar en España.

'Othello', de Nicole Palacios, en homenaje a Isidoro Máiquez. L. O.

No obstante, un número importante de los artistas han querido reinterpretar para la ocasión dos piezas; quizá, las dos imágenes más conocidas que se conservan sobre el intérprete. En primer lugar, la citada estatua de la Plaza de San Francisco, en la que se han basado para sus obras el ilicitano Antón Escolano, el cordobés Carlos José Pérez, el diseñador barcelonés Pedro Diego Pérez Casanova y, por supuesto, una buena muestra de los creadores cartageneros convocador por Lorente: el doctor José Carlos Ñíguez, con una inquietante imagen titulada Delirio; el fotógrafo Julián Contreras, con una instantánea que ha llamado Otros actores; el grafitero Kraser, que ha jugado con una imagen digital de la efigie y su particular estilo pictórico (Isidoro Máiquez), y Vidal Máiquez, con un vistoso collage titulado Cartagena vs. Granada.

Este último también incluye en su obra un guiño a esa otra imagen de Máiquez que conservamos en la actualidad: el retrato que le pintó su buen amigo Francisco de Goya en 1807 y que, gracias a los actos por el bicentenario del Museo del Prado, pudo visitar la Región (el Museo de Bellas Artes de Murcia) en octubre de 2019. Sobre esta imagen trabajan la leonesa Anabel del Canto, con una llamativa escultura titulada Isidoro bipolar; el molinense José María Garres, con una original pieza de técnica mixta que ha llamado I/M 2020; el mazarronero Luis Marino, con su Caleidoscópico Máiquez sobre metacrilato; el alcantarillero Navarro Menchón, que ha querido recrear a Máiquez en el estudio de Goya, y tres artistas de Murcia capital: María José Cárceles, Marta Abellán y Santi García Cánovas. Por su parte, Lorente, con su pintura Máiquez en escena –la del cartel de Una estatua sin palomas–, demuestra que ha sido incapaz de decantarse por tan solo una de estas dos icónicas imágenes.

La obra de Anabel del Canto para la exposición por el bicentenario de la muerte de Isidoro Máiquez.

Completan la exposición los murcianos Antonio Martínez Mengual, Álvaro Peña, Ana Bernal, Domingo Martínez, Jesús Lorente, Jorge Gómez, Juanma Balibrea, Manolo Pardo, Petrus Borgia y Silvia Viñao, junto con los cartageneros Ángel Maciá, Clara Ledo, Fátima Ruiz, Fito Conesa, Gaby Guillén, María José Lluch, María José Contador, Sáenz de Elorrieta, Salvador Torres y Virginia Bernal. También estarán representados sobre las paredes del Palacio Consistorial los valencianos Blai Tomás y Pascual Gimeno, la madrileña Elisa Ortega, el alicantino Fernando Arribillaga, el cordobés Manuel Córdoba, el cacereño Manuel Vacas, así como el pinatarense Goyo203, la abaranera Sofía Tornero, el ceheginero Sebastián Martínez ‘Asimov’, los ciezanos Manuel López y María Joaquina Sánchez Dato y el lumbrerense Marcos Salvador Romera. En total, y gracias al cartagenero Jorge G. Aznar –que es el único que aporta dos piezas a la muestra: una pintura sobre una representación de Macbeth en el Corral del Príncipe y una escultura con el rostro de Máiquez–, 52 obras, tantas como años vivió este genio incomprendido, este adelantado a su tiempo.

Máiquez, el sueño y la sombra, cuyo título alude a la obsesión del actor por renovar, elevar y modernizar el teatro, y a la sombra que proyectó en el siglo XVIII y que todavía proyecta en nuestro tiempo, supone así una suerte de confirmación de esa reconciliación del artista con su tierra, y así lo hace saber, a través del periodista Manolo Ponce, en un escrito que acompaña a la muestra: «[Este medio centenar de artistas] me honra con su expresividad, con sus obras, en sus más diversos estilos. Y me honra saber que en mi tierra natal, Cartagena, de la que salí con poco más de 20 años para no volver jamás, me siguen recordando. Gracias».