Dice Fran Garcerá que la mejor forma de reivindicar a Carmen Conde es leyéndola. «Lo que no se dice, se olvida y lo que no se lee, se desconoce», dice el investigador valenciano, que acaba de publicar En pie la llama (Renacimiento), una antología que recorre los 33 poemarios que publicó la cartagenera y que saca a la luz nueve inéditos.

¿Cómo se hace una antología de 33 libros de poesía?

Pues echándole muchas horas. Ha sido una tarea titánica. Carmen Conde fue una escritora infatigable y, además, una poeta que dominó lo que yo denominaría ´la palabra exacta'. Siempre supo qué decir, cómo decirlo y qué imágenes emplear para ello. Hacía 12 años que no se publicaba una antología de su poesía, y era algo que era necesario para captar a nuevos lectores. Creo que lo hemos conseguido, En pie la llama abarca los 33 poemarios que escribió entre 1929 y 1988.

¿Qué criterios ha seguido?

Había que buscar una muestra lo más heterogénea posible para mostrar la diversidad de temas que abordó Carmen Conde en su poesía. Desde la poesía ingenua de Brocal (1929), que es un poemario fundamentalmente de amor, a los poemas testimoniales de la Guerra Civil, recogidos en Mientras los hombres mueren (1953), pasando por libros como Mujer sin Edén (1947), que fue definitivo no solo para nuestra historia literaria, sino para las autoras contemporáneas. De hecho, la poeta Susana March llegó a decir que, después de ese libro, Carmen Conde se convirtió en la madre de todas la poetas.

¿En qué sentido?

Hay un montón de autoras que leyeron Mujer sin Edén y se lanzaron a revisar la historia que nos habían contado y a reivindicar que ellas no habían nacido a partir de la costilla de nadie. Eso, en plena posguerra, era revolucionario.

¿Qué ha primado, su gusto o la voluntad de trazar un cuerpo de la obra de Carmen Conde?

Creo que he llegado a un equilibrio entre el gusto del lector y la vocación investigadora. Esto solo se puede hacer si se es buen lector y se conoce la obra de Carmen Conde. Yo lo he intentado.

A 25 años de su muerte, ¿dónde sitúa la perspectiva del tiempo a Carmen Conde y a su obra?

Ha sido injustamente tratada. No solo fue nuestra primera Académica ni la primera mujer en ganar el Premio Nacional de Literatura, sino que creó espacios de sororidad con otras autoras, y eso se ha estudiado parcialmente. Cuando se habla del páramo literario que hubo en la posguerra, se suele mencionar Sombra del paraíso (1944), de Vicente Aleixandre o Los hijos de la ira (1944), de Dámaso Alonso, pero nunca se habla de Mujer sin Edén, que está a la altura. Además, en ese momento, los derechos de la mujer habían sufrido un retroceso con respecto a la II República, y ella se encargó de que se leyera a las poetas. En 1954 publicó la antología Poesía femenina española viviente. Ella continuó una genealogía literaria que la guerra había cortado.

En pie la llama incluye nueve poemas inéditos.

Sí. El Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver, de Cartagena, es un archivo que se encuentra perfectamente escrito y catalogado. Yo es lo mejor que he encontrado en mi carrera como investigador de las escritoras de La Edad de Plata. Y se lo debemos a Cari Fernández, que es la mayor conocedora del legado de Carmen Conde. Lo que quiero decir es que uno no se ´encuentra' nada en este caso. Todo está allí, solo hay que echarle muchas horas a encontrar qué poemas decidió la poeta incluir en su obra y cuáles no, es un hilo del que seguiremos tirando, sin duda. Estos poemas pertenecen a la época de la Guerra Civil y a los 70. Ahí rememora un poco los años de la contienda, hay una continuidad.

¿Por qué no se habían publicado?

Me aventuro a decir que porque son poemas que no habrían pasado el filtro de la censura franquista, son mucho más directos que otros en los que se muestra algo más lírica.

¿Cómo cree que se habría desenvuelto Carmen Conde como escritora en el siglo XXI?

Si consiguió mantener viva la llama durante el franquismo, estar en el espacio público y conseguir publicar pese a ser señalada como republicana y habiendo tenido que esconderse durante muchos años, qué no lograría hoy, con más libertad. Al final, yo lo que espero es que se convierta en un referente para las nuevas generaciones, en un estandarte de esperanza en estos tiempos oscuros en los que vivimos.