El que es artista lo sabe: no es fácil arrancar la risa del público, el asombro de un graderío, y mucho menos paralizar la respiración durante un segundo de los espectadores; mucho más improbable es que todo esto lo consiga un mismo espectáculo. Pero ellos no ofrecen un show cualquiera. Por algo es suficiente escuchar su nombre para saber que te vas a encontrar ante algo espectacular. El Circo del Sol, no necesitas saber más, vas a comprar las entradas. Pero si aún hay algún indeciso que no sabe si unirse al maravilloso mundo de Ovo -para el que aún quedan entradas en todas las sesiones-, y quiere saber qué se va a encontrar en el Palacio de los Deportes de Murcia hasta este domingo día 20, es muy sencillo: una bella crisálida de luz y color.

Sube la iluminación, y un huevo gigante ocupa el escenario. Y precisamente un 'ovo' (huevo, en portugués) será el que cause la discordia en una colonia de insectos que vive pacíficamente hasta que llega un extraño. Temer al desconocido, rechazar al diferente y robarle lo que es suyo... ¿les suena, verdad? Guiños al medioambiente, la inclusión... El mensaje de Ovo es universal.

Es cierto que la ausencia de diálogo entre los insectos, que se comunican con sonidos principalmente, hace echar en falta alguna referencia a la zona o algún localismo; pero un lenguaje no es necesario para comprender esta historia. La entenderán los niños como si fueran mayores, y se reirán los mayores como si fueran niños.

Así es Ovo. Las trastadas entre Master Flipo, líder de la colonia; la mosca, extraño que aparece sin previo aviso; y Ladybug, la mariquita que vivirá su propia historia de amor con el 'forastero', hicieron el miércoles las delicias de un Palacio de los Deportes casi lleno. Sus bromas y juegos con personas elegidas de entre el público fueron las partes favoritas de la audiencia. Y mientras tanto, la historia avanza, el romance y la aceptación crecen... ¿y qué pasa entonces con ese ovo que les separó en un principio? Ya no importa. Qué bonito resulta ver cómo ese elemento diferenciador queda relegado a un segundo plano cuando entran en juego cosas como el amor, la amistad o la familia.

Está claro que, para el Circo del Sol, contar una historia y adornarla con bellos trajes, luces y sonidos, es fundamental. Pero esta compañía ofrece una narración a través de increíbles números de artistas que, sencillamente, no parecen humanos.

Contorsionistas, payasos, equilibristas, malabaristas, acróbatas y funambulistas componen esta familia de insectos, cuyas pericias escapan a toda lógica humana. En dos horas de espectáculo, tus ojos verán cosas que creías imposibles. Una araña contorsionista doblará su cuerpo como si, realmente, dentro de éste no hubiera un solo hueso; unos grillos treparán, saltarán y caminarán por una pared vertical como si la gravedad no existiera, a la par que harán sorprendentes mortales; ¿y cuántas cosas es capaz de hacer un funambulista sobre una cuerda suspendida del techo a varios metros? Números que incrementarán su dificultad a cada segundo, incluso cuando parezca imposible hacerlo más complicado. Hay que insistir, así es Ovo.

Mención merece, además, el increíble trabajo de iluminación y de sonido, destacando especialmente la música en directo; unas creaciones musicales que, en lugar de ser los artistas los que se adaptan a ellas, son las canciones las que se componen a la medida del acto.

Los focos, que jugaron con el muro que da fondo al escenario de Ovo creando diferentes ecosistemas en función del insecto protagonista del número, convirtieron al Palacio de los Deportes en parte de la colonia, y el estadio al completo vivió con sus protagonistas cada parte de un impresionante show que arrancó constantemente las risas y el asombro de los murcianos.

Y especialmente arrebatador fue el instante en el que el público se sobrecogió cuando en uno de los números más intensos de Ovo -en el que los artistas lanzan a las acróbatas que hacen piruetas mientras sobrevuelan el escenario-, se plasmó una escena de riesgo, de estilo y de belleza. De mucha belleza.

No sorprende, así, que el público murciano acabara en pie al finalizar el espectáculo.

El Circo del Sol, pura magia. Pero, sin duda, la mejor manera de entender su hechizo es vivirlo por ti mismo; entrar dentro de la crisálida y ser parte de la colonia. Bienvenido al maravilloso mundo de Ovo.