Ésa es uno de las recomendaciones de los dos informes que publica hoy la Academia de Pediatría de EEUU (AAP, en inglés) y que aparecerán tanto en su página web (www.aap.org) como en el número de noviembre de la revista "Pediatrics".

Se trata de las primeras directrices que promueve la institución desde las publicadas en 2001.

Los médicos no han podido explicar las causas del autismo, una enfermedad del comportamiento que provoca dificultades en las relaciones sociales y en la expresión verbal y no verbal.

Aunque no tiene cura, detectar esa enfermedad en una etapa temprana puede ayudar a desarrollar una terapia más efectiva.

Los estudios advierten de los posibles indicios que se pueden observar en los recién nacidos y que pueden significar las primeras manifestaciones de la enfermedad.

Esas señales pueden ser desde la falta de balbuceo a los nueve meses de haber nacido, no hacer caso a los juguetes, no sonreír a los cuatro meses al escuchar la voz de sus padres o la pérdida de lenguaje o de cualidades sociales a cualquier edad.

Además recomiendan que los niños con indicios de autismo comiencen un tratamiento antes de que se les realice un diagnóstico formal.

Ese tratamiento debería constar de 25 horas semanales de terapia intensiva basada en potenciar el comportamiento, con actividades educativas y lingüísticas incluidas, indican los estudios.

No obstante, los autores de los informes advierten de que no todos los niños que muestran algunos de estos síntomas son autistas, sobre todo en los casos en que no interactúen socialmente o no se comuniquen con facilidad.

Hay otra herramienta preventiva que está al alcance de los padres que se encuentren preocupados por esos posibles síntomas.

Se trata de la página de internet www.autismspeaks.org, que se acaba de abrir, que ofrece varios cortos en el que se muestran las diferencias en la actitud de niños autistas respecto a los niños que no sufren ese problema.

La incidencia del autismo en Estados Unidos afecta a uno de cada 150 niños y es cuatro veces más frecuente en los niños que en las niñas, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.