Parece que entre el gran público se llevan los artistas entrados en años de ilustre pasado. Sólo esto puede explicar el éxito abrumador de algunos que nos han visitado los últimos meses, o el conseguido por la cantante Roberta Flack. Atrae más el personaje en sí que su oferta musical.

Ésta era su primera gira española desde hace 20 años, y la enorme expectación se saldó con un llenazo absoluto. Roberta Flack, uno de los iconos de la música negra, vino acompañada por una solvente banda que incluía al vocalista Antonio Terry, el guitarrista Sherrod Barnes, el bajo Milton Barnes, el saxofonista y flautista Arturo Tappin, el batería Ricardo Jordan y el teclista Shelton Bectones -director musical con el permiso de ella, demostró al final tener un registro vocal de lo más voluble, pasando de los tonos más graves a los más agudos-. Lástima que sólo pudieran demostrar su gran categoría unos instantes. Qué despilfarro..

'Lady Magic' lleva más de tres décadas matando suavemente con su canción, y ha recibido todo tipo de títulos, desde diva del soul a diosa diva. Es una mujer majestuosa, de gracia seductora y sensual como muchas de sus canciones; una emperatriz sentimental cuyo talento sobrepasa los adjetivos más elogiosos.

Poder seguir triunfando, permanecer en la cima de lo suyo tras superar increíbles retos -que incluyen desde dramas personales a su tránsito por diversos géneros como el jazz fussion, pop, soul, y la vuelta al R&B- recibiendo múltiples alabanzas y acumulando varios Grammys puede dar una idea de su categoría.

Ella continua disfrutando de popularidad por sus baladas románticas y su jazz ligero, conserva su voz de oro, que aún suena juvenil, y vive de las rentas de canciones como 'The first time I ever saw your face', que consiguió hace 30 años el Grammy a la mejor canción pop original, o 'Killing me softly', una canción inspirada en Don McLean, que ha vuelto a ser número 1 con los Fugees. Se encargó de recordárnoslo mientras la interpretaba, al tiempo que trató de situarla en un marco romántico-erótico. "Imaginad que estáis en una playa de Brasil, desnudos". Difícil de saber cuántos de los presentes se trasladaron allí con la mente.

El show, envuelto como un paquete impecable, empezó con un tono tan empalagoso y acartonado que parecía sacado mismamente de una telenovela. El atlético vocalista Tony Terri, que no cesó de bailar ni un instante, protagonizó con ella un dueto en 'The Closer I get You', entremezclando sus voces apasionadamente, abrazándose con mutua admiración. Resultó ser un estupendo vocalista romántico en la línea de Teddy Pendergrass cuando cantó una pieza original suya, con un sentimiento que parecía sincero y absolutamente arrebatador.

El inicio no pasó de discreto, no saltaba la chispa, incluso llegó a ser decepcionante en los primeros minutos. Flack mostró su lado más heterodoxo tratando de agradar con una versión de 'Angelitos negros' que chirriaba un tanto; dedicó un tema de aroma africano a Nelson Mandela. Ella sabe cómo resaltar sutilmente las dificultades y hacer ver que más allá del dolor hay esperanza.

Sus parlamentos se hacían cada vez más largos mientras la banda le ponía fondo a sus palabras. Seguidamente vinieron la histriónica 'Tonight I celebrate my love', 'Sweet Georgia Brown' y 'Feel like makin` love', y la cosa se fue enderezando. Estaba pletórica y destapó el tarro de los grandes éxitos, por fortuna, porque ha grabado poco y malo últimamente. Así, pasó del susurro suave a la voz dinámica de soul poderoso, mostrando una vibrante personalidad. Con elegante ternura acometió 'Will you still love me tomorrow', que popularizaron las Shirelles en los 60, y 'You`ve got a friend' de Carole King invitando al público a cantarla; homenajeó al recientemente fallecido Luther Vandross, que fue miembro de su banda, y se marchó dejando tras de sí, con aire de celebración, el anhelado 'groove'.

La banda, que sonó pulcra, con una insípida puesta en escena, supeditada a arropar a la cantante en un tono de excesiva suavidad, tuvo entonces una pequeña oportunidad de lucirse. Era la cuota de mito viviente del festival, y no siempre se da la oportunidad de ver de cerca a una leyenda, pero esta vez supo a postre edulcorado y bajo en calorías.

Admirada por artistas jóvenes como Alicia Keys, embrujada por el soul y el rhythm and blues, es sólo Roberta Flack, pero suavemente me mata con su canción.