La obra del molinense Pepe Yagües es una de las más reconocibles de la Región; y eso no es fácil. Conseguirlo le ha costado años de trabajo en su estudio, una dedicación constante y exposiciones dentro y fuera de nuestro país. Y, ahora, entre aquellos que le conocen -ya sean expertos o simples aficionados-, es casi imposible no pensar en él cuando el Minotauro llama a la puerta. «Con su lado animal y su parte humana es, para mí, la representación del equilibrio ideal entre lo apolíneo o racional y lo dionisíaco o instintivo, que es lo que nos une a la naturaleza -como decía Nietzche-», explica Yagües cuando se le pregunta por este ser mitológico, omnipresente en su producción. Y, como le dijo en una ocasión el poeta y escritor Josep Palau i Fabre -uno de los mayores expertos en Picasso que ha tenido España-, gracias a él el Minotauro tiene «nuevas aventuras vitales».

La última de ellas es Pinocho panocho, una colección de cerca de sesenta obras nuevas que ayer inauguró en la céntrica Galería La Aurora de Murcia y que ahonda en el concepto de la 'mentira', del 'engaño'. «La idea surgió leyendo un pequeño poema-cuento que me escribió Antonio Skármeta -escritor y académico chileno galardonado en 2003 con el Premio Planeta por El baile de la victoria- en el que aparecen Pinocho y el Minotauro. Al principio no le vi demasiada relación a la asociación de estos dos personajes tan distintos, hasta que me di cuenta de que Pinocho es el símbolo de la mentira por antonomasia y el Minotauro representa, entre otras cosas -al ser encerrado y ocultado por su madre Pasífae en el laberinto de Creta-, la ocultación de la verdad», apunta Yagües.

Pero el relato de Skármeta solo fue el principio. Entre los textos que sirvieron de inspiración para el artista murciano también se encuentra, por supuesto, un texto «original y desconocido» de Carlo Collodi, autor de Las aventuras de Pinocho (1882-1883) y, por lo tanto, creador del entrañable personaje que, más tarde, popularizaría Disney. «Pinocho ha llegado hasta nosotros, sobre todo, a través de la película de animación. Pero, al leer el texto de Collodi, de hace más de dos siglos, me di cuenta de la gran cantidad de licencias y distorsiones que Disney hizo con respecto al personaje original. Por ejemplo: Pinocho mata de un martillazo a Pepito grillo, y no es tragado por una ballena, sino por el tiburón Atila. Y otros muchos cambios más, supongo que con la intención de hacer más edulcorada y comercial la película...», opina el molinense, que incluye en esta nueva colección una importante serie de aguafuertes basados en estos dos textos.

Pero, además de los grabados, Yagües no ha dejado pasar la oportunidad de incluir en Pinocho panocho algunas de sus particulares esculturas, entre las que destaca por sus dos metros de altura la talla de Ramnusia, diosa del equilibrio, la justicia, la suerte, la venganza y la redistribución de la riqueza (quitaba al que tenía de sobra y daba al que más necesitaba); «por eso era una de las diosas más veneradas en la Antigua Grecia», apunta. Se trata de una pieza realizada durante tres meses con maderas de palets encoladas y otros materiales reciclados; además, puede abrir o cerrar los ojos y lleva 'tatuado' un poema que ha hecho para la ocasión la murciana Juana Marín Saura.

Crítica política

Y si el Minotauro es santo y seña, no lo son menos sus incursiones en la política. No en vano, Pinocho panocho es «un pequeño repaso al tema del engaño en la Grecia clásica, la Biblia, la Historia del Arte y, por supuesto, en algunos temas de la actualidad», explica el creador. «Aunque suelo trabajar el tema de la Mitología, que puede parecer como una especie de 'evasión' de la realidad, yo intento interconectarla a veces con situaciones contemporáneas, incluso de la política si veo que existen similitudes», continúa Yagües, que reconoce que «esta afición de los políticos, bastante generalizada, de decir que van a hacer cosas que luego no cumplen, su querencia a inventar antiverdades maquiavélicas o sus 'secretos de Estado' -otra forma de ocultar la verdad- dan bastante juego».

Por ello, por La Aurora, entre sus cuadros, se pasean, entre otros, los miembros de la Familia Real; el papa Francisco; personajes de la cultura que se encuentran en el punto de mira por el #MeToo, como Woody Allen y Harvey Weinstein -que hace de Dionisos en su versión de Baco y Ariadna, de Tiziano, sobre un carro en el que puede leerse la inscripción: 'La fama se chupa'-, y, como no podía ser de otra manera, Francisco Franco. El dictador protagoniza una obra titulada Franco sádico excitado plantando republicanos, en la que «aparece enterrando a personas asesinadas por defender la democracia. Me parece insultante para las familias de cientos de miles de torturados y fusilados por la gracia de semejante militar golpista que se le sigan rindiendo honores. Y, por tanto, me parece una obra oportuna», responde cuando se le pregunta por la idoneidad de hablar del régimen franquista ante la polémica suscitada por la exhumación del caudillo.

Y es que Yagües no se muerde la lengua; no lo ha hecho nunca y no parece tener intención de hacerlo ahora. Eso también es parte de su estilo inconfundible.