Especial

Mirando atrás

Tiempos de conciliación y de renuncias, de respeto y educación políticas, nada comparable a los tiempos que corren. ¡Feliz Día de la Región!

Mesa de firmas de apoyo al Estatuto de Autonomía de la Región de urcia ubicado en la Cuatro Esquinas.

Mesa de firmas de apoyo al Estatuto de Autonomía de la Región de urcia ubicado en la Cuatro Esquinas. / Archivo TLM

Miguel López-Guzmán

Miguel López-Guzmán

Con el paso de los años todo se vuelve confuso. Los nombres propios de entonces se convierten en nebulosa y los acontecimientos acaecidos se distorsionan, pese haber sido testigo de aquellas ilusionadas fechas. Sin entrar en detalles, tendré que manifestar que los políticos de entonces se prodigaban más que los de ahora; políticos y partidos que surgían como hongos. En 1982, cumplí mis treinta abriles, aquellos inolvidables treinta que me acercaban a la edad de Cristo. Los demócratas surgían entonces por doquier desde las postrimerías de 1975, al mismo tiempo que las camisas azules se guardaban en lo más profundo de los armarios. Fue cuando la ciudad se vestía de carteles de propaganda política y los grises dejaron de ser grises para convertirse en ‘maderos’ debido al color marrón de sus uniformes.

En el colegio marista en el que me educaron (o por lo menos lo intentaron) cantábamos los partidos judiciales, los ríos, las capitales, las montañas y cordilleras y las provincias de aquella España, única, grande y libre, en un alarde memorístico que perduraría a lo largo de la existencia. Inolvidable resultaría aquel epígrafe impreso en ciclostil que rezaba: «Murcia dos, Murcia y Albacete». Lo que significa que tras la muerte de Franco, muchos de mi generación tuvimos que reinventarnos y arrimar el hombro para los nuevos tiempos de democracia que llegaban. Era la hora de la ciudadanía, la que con sus votos decidiría el devenir de la nueva España.

En los primeros años de la democracia, la calle de la Trapería seguía tomando el pulso de la vida social y los acontecimientos políticos de índole provincial y nacional. Los políticos de nuevo cuño se hacían ver más de lo normal por la transitada calle murciana. ‘La Covachuela’, continuaba siendo un referente ante el aluvión de noticias y cambios que la nueva etapa, tras la aprobación de la Constitución en 1978 que deparaba la prensa escrita. El café se hizo más popular que nunca en aquellas tardes pródigas en conferencias, charlas y demás actos donde los flamantes oradores de la tierra, pugnaban por situarse políticamente, haciendo de teloneros de las numerosas visitas que desde la capital del reino nos llegaban: Tierno Galván, Marcelino Camacho, Adolfo Suárez, Jordi Pujol, Alfonso Guerra, Fraga Iribarne, Felipe González, Santiago Carrillo. También los denominados ‘paracaidistas’, que como Joaquín Garrigues Walker o Ricardo de la Cierva hacían ostentación de sus raíces murcianas para captar a un personal que realmente (hablo en general) no sabían a ciencia cierta que significado tenía aquello de las autonomías o más bien las ‘autonosuyas’ término que dio título a una delirante película acorde con los tiempos.

Sí, todo se revolucionó con la llegada de Adolfo Suárez a la presidencia del gobierno. Incluso algún político de la vieja escuela, hubo de reprimir el saludo romano ante los precipitados acontecimientos, al igual que otros echaban de menos el canto de los himnos patrios; no así los ‘zurdos’ que daban rienda suelta a su entusiasmo después de cuarenta años guardando silencio, al entonar ‘La Internacional’.

Atrás quedaron los días de aquel novedoso Consejo Regional que presidiera Antonio Pérez Crespo. Nombres con mayúscula de los protagonistas de aquellas jornadas históricas: Martínez Garre, Juan Martínez Meseguer, Luis Egea, Juan Manuel Cañizares, Enrique Amat, Adrián Ángel Viudes, Francisco López Baeza, Ciriaco de Vicente, García Parra, Martínez Pujalte y tantos otros, se convirtieron en los artífices de aquella cosa que la mayoría desconocía y que se dio en llamar Comunidad Autónoma de Murcia, dando de lado al viejo Reino de Murcia y sus territorios históricos. Un nuevo tiempo se iniciaba para la Región de Murcia en aquel 9 de junio de 1982, cuando nació con vigor el flamante organismo regional, siendo su primer presidente Andrés Hernández-Ros, el que presentó con eufórica emoción la nueva bandera murciana en los salones de la extinta Diputación Provincial, junto con el alcalde socialista José María Aroca y el presidente de UCD, Luis Egea Ibáñez.

Tiempos de conciliación y de renuncias, de respeto y educación políticas, nada comparable a los tiempos que corren.

¡Feliz Día de la Región! n