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"Mi marido trabajó en negro y le deben 1.800 euros"

Jannet, de Nicaragua, se siente impotente porque hasta la Policía le dice que no puede ayudarla

Agricultores trabajan en el campo, en una foto de archivo.

Agricultores trabajan en el campo, en una foto de archivo. / Iván Urquizar

Jaime Ferrán

Jaime Ferrán

Jannet y su marido, naturales de Nicaragua, llevan 19 y 9 meses en la Región de Murcia, respectivamente. Ambos, sin papeles, llegaron pidiendo asilo y esperan que el julio se pueda regularizar su situación. Mientras tanto, ganarse el pan es una aventura.

«Mi esposo ha estado trabajando en negro en el campo y no le pagan. Le deben ya 1.854 euros del mes de febrero, marzo y una semana de abril», comenta Jannet, quien asegura que en esa empresa de Lorca son varias las personas que se encuentran en la misma situación.

Acabó allí a través de una ETT y el dueño de la empresa le lleva dando largas todo este tiempo. «Mañana, mañana, nos dice, y le da igual que le amenace con acusarle», dice esta mujer que se dedica a cuidar a un señor de avanzada edad. El problema de no contar con papeles, lamenta, es que parece que nadie le puede echar una mano. «Fui a un sindicato y nos indicaron que no nos pueden ayudar por la falta de documentación, así que acudí a la Policía Nacional y me dijeron que no tienen nada que hacer», explica desesperada.

Jamilet Y. sí que está en situación regular en España, aunque también le costó unos años. Llegó hace años de Nicaragua, huyendo también del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Esta abogada y notario trabaja en los cuidados. «No tenemos oportunidades para nada más», declara.

No obstante, usa sus conocimientos para ayudar a otras personas migrantes, como Jannet y su marido, que han acabado en la Región de Murcia y necesitan a alguien que les guíe para salir a flote.

«Muchas personas tienen miedo de ir por la calle y a trabajar por miedo a que les agarre la policía. Tratan de regularizarse pero no pueden ni conseguir una cita en Extranjería», cuenta. La «incertidumbre», subraya, no les deja vivir tranquilos en un país al que vinieron pensando que iban a estar «protegidos y no es así».

Más de 350 personas se benefician ya de sus consejos en un grupo de WhatsApp en el que desarrolla una labor impagable.