Entrevista

Lidia Ruiz: "Los desalojados forzosos climáticos van en aumento en todo el mundo"

La coordinadora de Tierraviva, entidad que trata de mejorar la vida de los indígenas del Chaco, ha visitado Murcia para relatar su experiencia y sensibilizar sobre cómo el cambio climático afecta a los más vulnerables

Lidia Ruiz

Lidia Ruiz / Juan Carlos Caval

Un planeta sostenible y sin desigualdades parece una quimera. Aunque hay quienes trabajan cada día para hacer de ese sueño una realidad. Es el caso de Lidia Ruiz Cuevas (Yataity del Norte, 1981) desde el Chaco, como coordinadora de Tierraviva y socia local de Manos Unidas en Paraguay. Esta última entidad alerta en su campaña contra el hambre de 2024 de las consecuencias que tiene el maltrato al medio ambiente en las poblaciones más vulnerables.

Ruiz ha visitado Murcia para relatar la experiencia de su organización con una de esas poblaciones, los Enxet, y sensibilizar a la sociedad sobre cómo el calentamiento global y las constantes agresiones a la naturaleza abocan a los indígenas a la miseria y qué iniciativas realiza con el apoyo de Manos Unidas para cambiarlo.

Hambre y cambio climático. ¿Qué relación hay?

Los cambios de los ciclos de lluvias, las bajas o altas temperaturas y las sequías generan pérdidas en la producción agrícola. Igualmente, cuando hay inundaciones no es posible disponer de los recursos del territorio mediante la cacería o la recolección.

El impacto del cambio climático no se vive igual en los países en vías de desarrollo que en los industrializados...

Las naciones del sur no tienen las mismas infraestructuras que las del norte. No cuentan con recursos para la asistencia humanitaria, para acompañar en procesos de resiliencia… Por ejemplo, para las comunidades indígenas del Chaco paraguayo la sequía muchas veces significa la muerte de niños y ancianos, por la mala calidad del agua.

Y ello deriva en los llamados ‘refugiados climáticos’.

Mejor denominarlos ‘desalojados forzosos climáticos’, y van en aumento. La crisis del clima no tiene visos de retroceder, al contrario: tormentas más fuertes, huracanes, inundaciones o sequías obligan a las familias damnificadas a buscar refugio. En sitios como Paraguay las autoridades niegan el cambio climático, con lo cual no hacen políticas de mitigación o adaptación y terminan empujando a la gente a buscar otros lugares.

¿Cómo nuestra manera de consumir está transformando naciones al otro lado del mundo?

La sociedad de consumo deja consecuencias nefastas en los países en vías de desarrollo. Transforma su economía, las relaciones sociales y políticas, lo que deriva en deforestación, corrupción, aumento del costo de vida y de la pobreza, la contaminación del agua y los alimentos o la criminalización de quienes denuncian dichas injusticias.

De hecho, líderes indígenas y medioambientales son perseguidos en toda Iberoamérica…

En países como Paraguay la principal fuente de riqueza es la tierra, y esta constituye la base de la desigualdad, puesto que más del 85% de ella pertenece solo a un 2%. Esto es un problema estructural, al tener las instituciones al servicio de grupos de poder que a su vez termina en violencia y violación de derechos para los indígenas y campesinos sin tierra. De igual manera, la persecución de los defensores ambientales ha aumentado, puesto que las autoridades siguen promocionando la explotación de los recursos naturales.

Háblenos de su ámbito de actuación, el Chaco paraguayo. ¿Qué características tiene y cómo lo ha cambiado la acción del hombre?

Pertenece a la zona de transición entre el clima semiárido y el húmedo. La temperatura estival llega a más de cuarenta grados, mientras que en junio y julio la temperatura puede descender a bajo cero, con veranos lluviosos y los inviernos secos. La sequía se extiende entre mayo y octubre, las lluvias se concentran de noviembre a abril, pero los ciclos climáticos están cambiando en los últimos años, con sequías de diez meses seguidas de inundaciones. Por otro lado, la dinámica de deforestación en el bosque chaqueño de Paraguay, Argentina y Bolivia, desde el 2000 al 2012, representó uno de los índices más altos de destrucción de bosques tropicales a nivel mundial. El ‘boom’ de la soja en la región oriental de Paraguay no solo ha implicado el incremento del uso de agroquímicos, sino que ha desplazado la ganadería hacia el Chaco, convirtiéndola en la causa principal de la deforestación. Según el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible-MADES de Paraguay, entre 2014 y 2018 se deforestaron 1.057.888 hectáreas en el Chaco.

¿En qué condiciones viven los nativos?

El 46,6% habitantes en la región chaqueña pertenece a uno de los 14 pueblos indígenas. Y la pobreza tiene rostro de menor y mujer. El 67,7% de las mujeres se encuentran en situación de pobreza, frente al 64,6% de los hombres. Por rango de edades, los niños y jóvenes de 0 a 17 años son los más afectados por la pobreza, ya que 73,7% se encuentran en dicha situación. El acceso a servicios básicos (escuelas, centros de salud, electricidad, agua...) es bajo o nulo en algunas comunidades. Solo el 70,8% de los indígenas cuentan con la documentación oficial de identidad, situación que le excluye de acceso a programas sociales y de la posibilidad de mejorar su derecho político. En 2022 hubo 15 desalojos forzosos en comunidades indígenas; unas 5.000 familias fueron despojadas de sus tierras y casas.

¿Cómo Manos Unidas apoya a sus socios locales?

El aporte de Manos Unidas en los países donde trabaja se dirige a fortalecer derechos, la participación, la educación, la provisión de agua y producción agrícola, la economía campesina... En Paraguay acompaña a Tierraviva apoyando la economía comunitaria desarrollando la apicultura, la elaboración de productos medicinales, la instalación de antenas para contar con señal telefónica, la construcción de tajamares y techos colectores para garantizar agua en tiempos de sequía y así contar con cierta autonomía hídrica, etc.

¿Hay esperanza de acabar con el hambre y la pobreza?

Es posible acabar con el hambre y la pobreza, para ello nos necesitamos a todos para exigir el cumplimiento de los pactos internacionales firmados por los países: convenios sobre derechos humanos, el Protocolo de Kioto, el PIDESC… Aunque el eslogan de Manos Unidades para este año sea ‘El efecto ser humano, la única especie capaz de cambiar el planeta’, la esperanza seguimos siendo las personas, tanto para terminar con las hambrunas como para cuidar de nuestra casa común, la Madre Tierra.

¿Qué podemos hacer desde aquí?

La crisis climática nos afecta a todos. Es necesario empezar a dialogar sobre lo que sentimos en cada lugar sobre ello y pensar qué futuro queremos dejar a nuestros hijos y nietos, puesto que los cambios bruscos del clima y su efecto en lo que comemos se han incrementado. Dicho diálogo, además, debe tener exigencias a los estados y a las empresas que mayor responsabilidad tienen en la crisis climática por sus actividades.