Salud

Los grandes núcleos de población quitan el sueño a los ciudadanos

La luz y el ruido, la principales causas, según desvela María Ángeles Bonmatí, doctora en Fisiología por la UMU, quien plantea soluciones a los ayuntamientos

El contenido de los sueños nunca puede ser la base de un diagnóstico

El contenido de los sueños nunca puede ser la base de un diagnóstico

El nuevo modelo de ciudad al que se dirige la humanidad tiene un alto precio para sus habitantes: cada vez duermen menos y peor. Según los expertos, un adulto necesita dormir entre siete y nueve horas de media, sin embargo esta cifra ha disminuido en un sector amplio de la población. Esa es la advertencia que hace la investigadora y doctora en Fisiología por la Universidad de Murcia (UMU), María Ángeles Bonmatí, quien recuerda que el sueño, «a menudo infravalorado», es un proceso fisiológico fundamental para mantener un buen estado de salud, pues si uno no duerme lo suficiente «puede terminar enfermando».

Los seres humanos deben dormir durante la noche, pues son animales diurnos. Tal y como explica Bonmatí, a lo largo de millones de años, hemos evolucionado organizando nuestros procesos fisiológicos gracias a la alternancia entre la luz y la oscuridad. Sin embargo, las noches han cambiado mucho desde que se extendió el uso de la luz eléctrica hace apenas siglo y medio. En muchos entornos urbanos la luz artificial «ha destruido la oscuridad, extendiendo la actividad» de sus habitantes y reduciendo así las horas de sueño.

Según revela la investigadora, hay estudios que demuestran que las personas adultas y de la tercera edad tienden a dormir menos cuanto mayor es el nivel de luz artificial en el entorno durante la noche. Se ha observado también que la luz artificial por la noche, tanto exterior como interior, puede aumentar en un 22% los problemas de sueño. «Esta luz es enemiga del sueño porque confunde al reloj que lo regula: le indica que es de día y que aún no es momento de dormir», apunta.

La investigadora pide a la Administración que reduzca el número de mesas de hostelería y el horario de las terrazas

Otro de los factores de confusión es precisamente el ruido, asegura la doctora de la UMU. El uso de la luz eléctrica ha hecho que las noches sean ruidosas a causa del tráfico rodado y del ocio nocturno. Este segundo escenario «va en aumento debido al incremento de las terrazas, sobre todo, a raíz de la pandemia de covid-19». Por ejemplo, en el caso de Murcia las mesas se han incrementado un 75 %, pasando de 400 terrazas en 2019 a casi 700 en la actualidad, superando a grandes ciudades como Barcelona (incremento del 62%) o Madrid (se han sumado 5.700 nuevas mesas). Ante la situación, se están elaborando mapas en estas ciudades -de más de 100.000 habitantes- para localizar los principales focos.

Sin embargo, advierte Bonmatí, «las medidas correctoras son, a menudo, insuficientes». Es por ello que, además de la necesidad de que exista «una mayor concienciación y empatía por parte de la población», la doctora ha lanzado una serie de propuestas a los ayuntamientos de las grandes ciudades, pues «es necesario un marco legal adecuado y, sobre todo, que las autoridades velen de forma efectiva por su cumplimiento».

En primer lugar, considera necesario limitar el horario de uso de maquinaria ruidosa de limpieza viaria en horario nocturno pues, «aunque el motor del vehículo sea eléctrico y silencioso, las bombas de agua no lo son». Esta última idea enlaza directamente con su siguiente petición: sustituir los vehículos de transporte público ruidosos por modelos eléctricos, y vigilar que los vehículos privados cumplan con la normativa.

En cuanto al ocio nocturno, la investigadora de la UMU, en base a los datos expuestos, considera necesario reducir el horario de uso y el número de mesas de hostelería en zonas habitadas, «informando a sus responsables de la necesidad de no interferir con el descanso de los vecinos», así como reducir el volumen permitido en locales ruidosos (a menudo con niveles perjudiciales para la audición de los usuarios) y evitar el funcionamiento nocturno en zonas habitadas. «No solo por la transmisión estructural del ruido, sino también por la frecuente acumulación de personas en el exterior», explica al respecto.

Los ayuntamientos también deberían, a su juicio, «evitar la organización de espectáculos ruidosos en zonas cercanas a viviendas habitadas, especialmente en horario nocturno». Asimismo, sería necesaria «la revisión de la localización de farolas y otras fuentes de luz para reducir la contaminación lumínica en general y, especialmente, la que entra en los hogares por las ventanas». Por último, «y más importante», según Bonmatí: «Comprender, tanto a nivel institucional como individual, que para construir una sociedad más sana es esencial proteger un entorno que facilite nuestro sueño y el de nuestros convecinos».

El ruido, causante de 12.000 muertes prematuras al año

Según la Agencia Europea del Medioambiente, la exposición prolongada al ruido ambiental contribuye a 48.000 nuevos casos de cardiopatías y 12.000 muertes prematuras cada año en Europa. Además, 22 millones de personas sufren molestias crónicas y 6,5 millones padecen trastornos crónicos importantes del sueño. Se calcula que cada año se pierde un millón de años de vida sana debido a los efectos del ruido, incluyendo la cardiopatía isquémica y los trastornos del sueño. Estos últimos representan la mayor parte de la carga de morbilidad relacionada con el ruido.