Social

El consumo de pornografía entre jóvenes de la Región incita a una mayor violencia sexual

El Instituto Sexológico Murciano edita un manual para que los padres sepan actuar si detectan que sus hijos acceden a este tipo de contenidos y distingan si se puede llegar a convertir en adicción

La mitad de los jóvenes tienen el porno como su principal fuente de aprendizaje sexual

Ana García

Ana García

El consumo de pornografía a edades cada vez más tempranas lleva camino de convertirse en un problema social, incluso de salud, por la adicción que puede generar. Los jóvenes toman en muchas ocasiones estos vídeos como un referente en su educación sexual y ven ese tipo de relaciones como habituales, lo que también se asocia a una mayor violencia sexual, sin respetar al otro.

De este tipo de comportamientos han comenzado a alertar los profesionales de la psicología y la sexología, quienes ven necesario que se tomen medidas y se enseñe a los padres a actuar cuando detectan que sus hijos comienzan a consumir este tipo de contenido.

Para ello, el Instituto Sexológico Murciano (ISM), ha publicado en su página web una guía gratuita con recursos para padres en la que se incluyen pautas para la detección y manejo del consumo de pornografia en los niños y jóvenes, desde los 9 y hasta los 16 años, con el fin de prevenir la violencia sexual y reducir las cifras de agresiones sexuales a menores, así como otros posibles efectos nocivos de este hábito.

El director del Instituto Sexológico Murciano, el doctor Jesús Rodríguez, afirma que las investigaciones más recientes señalan el gran impacto que tiene la pornografía sobre los adolescentes, afectándoles en muchos aspectos de su desarrollo sexual: primera relación sexual, prácticas de riesgo, comportamientos agresivos, perpetuación de roles de género, y poniendo en peligro su salud sexual en muchas ocasiones.

Precisamente en esta guía se ofrecen datos que deben poner en alerta a los padres, ya que el 62,5% de los adolescentes de entre 13 y 17 años ha visto pornografía alguna vez en su vida y el 53,8% ha accedido por primera vez a la pornografía antes de los 13 años. Llegando a registrarse que un 8,7% de los menores ha visto este tipo de contenido incluso antes de los 10 años, según los datos con los que trabaja Save the Children.

Este tipo de contenido sexual influye de forma muy importante en el tipo de relaciones que mantienen posteriormente los usuarios, ya que casi la mitad de los adolescentes (48%) que ha consumido últimamente pornografía la valida como una fuente de aprendizaje sobre sexualidad. Y para el 30% de los adolescentes la pornografía supone la única fuente de información sexual.

Sobre la frecuencia con la que los jóvenes consultan este tipo de contenidos, la guía del Instituto Sexológico Murciano informa de que los chicos buscan este material casi a diario, mientras que las chicas expresan variaciones en el consumo semanal o mensual.El doctor Rodríguez insiste en el aumento que se ha registrado en los casos de agresiones sexuales, ya que «en la última década hemos asistido a un incremento notable de este tipo de prácticas en grupo, suponiendo ya un 10% de estos delitos durante la época estival».

Sociedad hipersexualizada

El especialista explica a La Opinión que el consumo de pornografía desde edades muy tempranas se asocia en mayor medida a la perpetuación de la violencia sexual y coerción sexual, pero también a las violencias psicológicas y físicas, especialmente hacia las mujeres. A la vez que sostiene que «el consumo de pornografía a edades cada vez más tempranas es una realidad incómoda en una sociedad tremendamente hipersexualizada, si miramos hacia otro lado estamos desprotegiendo a nuestros menores y estamos siendo negligentes en nuestra labor como educadores de las nuevas generaciones».

Aunque también reconoce que existen una serie de factores que podrían influir en esta relación entre el consumo de pornografía y sus efectos negativos, como por ejemplo el consumo de alcohol y la insensibilización previa ante la violencia. A esto se suma que la falta de una actitud crítica por parte del consumidor de pornografía también dispara los efectos nocivos de esta práctica, por encima del tiempo de consumo o el tipo de contenido.

Ante esta realidad, el director del Instituto Sexológico Murciano señala que la introducción de información sobre la pornografía en la educación sexual en escuelas, y sobre todo en el contexto familiar, «podría moderar la relación entre el consumo de pornografía y la violencia sexual de una forma positiva y estaríamos ante una vacuna bastante eficaz ante los posibles efectos negativos en nuestros hijos». El experto también considera fundamental fomentar el análisis crítico del contenido de la pornografía por parte de los menores.

¿Qué hacer si pillo a mi hijo viendo porno?

9-11 AÑOS

  • Abordar la situación con calma. Empieza recopilando información preguntándole qué estaba viendo sin resultar inquisitivo.  
  • Pregúntale si entiende lo que estaba viendo. Intenta no juzgar. La culpabilidad no ayuda a entablar un clima de confianza.
  • Puedes ofrecerle información sobre la pornografía, explicar que no representa la forma en la que los mayores tienen relaciones. Puede ser buen momento para explicarle qué son las relaciones afectivo-sexuales.
  • Puedes preguntarle si sabe cómo hacer para que otras personas no le enseñen este tipo de imágenes. Si lo consideras necesario, ponerle un límite a este comportamiento: «Esto es para mayores».

12-16 AÑOS

  • Conservar la calma. A estas edades ocurre la madurez sexual y el despertar el deseo erótico y los jóvenes acuden al porno para satisfacer la curiosidad o encontrar placer.  
  • Una actitud alarmista no será positiva para el fin educativo que buscamos pues suele provocar reacciones agresivas y defensivas.
  • Se puede preguntar qué estaba haciendo o viendo, si entendía lo que ocurría, si quiere hablar de los que estaba viendo... Incluso se pueden negociar los límites.
  • Pueden también ofrecerse alternativas al consumo de pornografía, como modelos de relaciones afectivo-sexuales.