"El cole te da una tablet, pero no la lleves a bodas de tu familia gitana"

«Un profesor de un centro educativo de Murcia repartió tabletas al alumnado para que pudieran realizar sus tareas desde casa. El profesor sacó de la clase a una alumna gitana y le dijo: ‘Te voy a entregar una tablet, pero tendrás que cuidarla y no la podrás llevar a bodas ni a fiestas de tu familia, ni dejársela a tus primos’. Desde la Fundación Secretariado Gitano se acompañó a la alumna y a su madre a hablar con el profesor, que reconoció el daño causado, pidió disculpas y aseguró que no se volvería a repetir».

Es uno de los ejemplos que constan en el Informe Anual Discriminación y Comunidad Gitana, elaborado por la Fundación Secretariado Gitano (FSG) y presentado este martes en Alcantarilla y que detalla un total 554 situaciones de exclusión (frente a las 364 del año anterior) en toda España. El incremento se debe a que se han incluido mensajes aparecidos en redes. El documento refleja que los miembros de esta etnia siguen padeciendo situaciones en las que se les margina y prejuzga por el mero hecho de ser gitanos: para alquilar un piso o para recibir ayuda a domicilio.

En este sentido, el informe recoge otro caso, también ocurrido en Murcia, en el que el Instituto Murciano de Acción Social (IMAS) envió una carta informando que le anulaban el servicio de asistencia a domicilio a una mujer gitana. «El motivo fue que los auxiliares tenían miedo del barrio y también de subir a la vivienda de la mujer por las personas que se cruzaban en la escalera», detalla la Fundación Secretariado Gitano. La víctima contrató un abogado, judicializó el tema y los tribunales le dieron la razón. Según FSG, «el recurso fue estimado y el IMAS tuvo que volver a prestar el servicio de ayuda a domicilio».

Muchas personas dicen que son paradas a la salida del súper por el vigilante, que da por hecho que han robado

Son varias las situaciones que aparecen en el informe acontecidas en la Región. Otra cuenta la historia de «un hombre gitano, que fue discriminado en un proceso de selección en una empresa». Según apunta el documento, «el entrevistador le recibió en el exterior de la empresa y le preguntó, entre otras cosas, si era gitano, a lo que contestó que sí. El entrevistador dio por finalizada la entrevista y le dijo que no era necesario que realizara más pruebas. Cuando el joven se estaba marchando, vio llegar a otro joven, que no parecía gitano y que venía también a la entrevista y el entrevistador le dijo que pasara dentro».

«Desde la FSG se envió una carta a la empresa, se expusieron los hechos, se solicitó una investigación y que se tomasen las medidas oportunas, para que hechos como este no se volvieran a repetir. El resultado fue positivo: el entrevistador llamó al joven para disculparse y reconoció que esa pregunta sobre el origen étnico no era correcta. Para reparar al joven, además de pedirle disculpas le aseguró que cuando tuvieran una vacante en la empresa, contaría con él», celebra la fundación.

No se quejan por miedo

Se dan casos en los que las víctimas prefieren no emprender acciones legales, más allá de una queja puntual. Es lo que hacen la mayoría de las personas gitanas a las que, por el hecho de serlo, paran los vigilantes de seguridad a la salida del súper. Estos profesionales de la seguridad privada, al frenar a estas personas, dan por hecho que han podido robar algún producto. En ocasiones, llegan a proceder a cachearlas.

Constan en el informe varios episodios acontecidos en Murcia, con el denominador común de que los afectados renuncian a interponer «una queja con su nombre por miedo a repercusiones en su futuro laboral». Y coinciden en otra cosa: a los clientes que no son gitanos ni les vigilan especialmente ni los persiguen por los pasillos ni los paran.