Social

Las familias monoparentales de la Región de Murcia alzan la voz: "Aquí no entran dos sueldos"

Los gastos para conciliar centran las quejas de Margarita y María, dos madres solteras: "Nos siguen señalando y es muy doloroso"

Beatriz Gracia y su hija Sofía serían consideradas familia monoparental con la nueva ley.

Beatriz Gracia y su hija Sofía serían consideradas familia monoparental con la nueva ley. / Juan Carlos Caval

Jaime Ferrán

Jaime Ferrán

Salvo sorpresa, todo indica que mañana la Asamblea Regional aprobará la proposición de ley por la que se regula el reconocimiento de la familia monoparental en la Región. Solo los grupos popular y de Cs se mantienen a la expectativa, esperando a saber qué enmiendas pasan el filtro el mismo miércoles. La ley de Familias promovida por el PP, aún en trámite, puede que no dé tiempo a aprobarse.

Ante esta situación, las familias monoparentales de la Región piden «los mismo derechos para nuestros hijos que los que tienen los hijos de familias biparentales». Así lo afirma Margarita Martínez, expresidenta de la Asociación Madres Solteras por Elección (MSPE) y madre de Nicolás, un niño de 12 años.

Hace un año y medio que participó en las audiencias legislativas de la ley que se debate mañana en la Asamblea Regional. «Le pido a los políticos que se tomen en serio nuestras necesidades. Tenemos muchas desigualdades, para empezar, con la declaración de la renta», remarca. De hecho, ella la hace conjunta con su hijo y le descuentan menos que si la hiciera con su marido. «Lo que pido son ayudas que compensen la conciliación. Mi hijo ya es casi adolescente y hasta hace nada he tenido que recurrir a cuidadoras continuamente», explica.

Para ella, las familias monoparentales están «invisibilizadas» porque las dejan «fuera del sistema», como con los permisos de paternidad. «Cuando nació mi hijo, las ayudas que había para nosotras estaban concebidas para familias pobres, como si siendo mileurista pudiera contratar a una canguro», denuncia.

Para ella, este tipo de discriminación denota que las «siguen señalando por ser madres solteras. Es muy doloroso».

En estos doce años de maternidad ha habido momentos en los que ni siquiera contaba con su salario. Poco antes de reincorporarse a su empleo tras la baja por maternidad, la despidieron. «Todo depende un único progenitor. Ahí está nuestra debilidad», afirma. Por suerte, pudo tirar de ahorros hasta que encontró un nuevo trabajo. Ahora tiene dos.

«Nos siguen señalando por ser madres solteras y es muy doloroso» | J.C.CAVAL

Margarita Martínez. L.O. / J.FERRÁN

Beatriz Gracia también decidió ser madre soltera hace ahora seis años de una niña que se llama Sofía. «Tenía conciencia de cómo sería pero hay que vivirlo», comenta. También forma es miembro de MSPE y coincide con Margarita en que unos de los principales problemas para las familias monoparentales es la conciliación: «Hasta que mi hija no cumplió cinco años no pude verla en las funciones del colegio».

Cuenta que es «muy importante tener una red familiar» para ser madre en solitario. Por suerte, en lo laboral, ahora trabaja en una empresa de comunicación que se lo ha puesto muy fácil. «Mi vida cambió porque tengo flexibilidad total, yo me pongo los horarios y me organizo», cuenta. Su testimonio demuestra lo que muchas de estas familias reclaman a sus empresas, que la flexibilidad en los horarios para ayudar a la conciliación no están reñidas con la productividad. «Al final, el empresariado no se fía del empleado» , lamenta Beatriz.

Con todo, no es fácil enfrentarse a los gastos de un hijo en solitario. «Somos mucho más vulnerables. Suma a la hipoteca los gastos de la casa, el comedor... y todo con un sueldo, no dos», dice.

Estas dos murcianas se quejan de la «soledad» que sienten en ocasiones al verse «incomprendidas» por la sociedad. «La gente supone que te has divorciado, pero nunca que decidí ser madre soltera, algo que los niños, precisamente, asumen sin ningún problema», explica Beatriz.

La familia de Margarita tampoco lo entendió cuando contó que iba a someterse a un tratamiento de inseminación. «Tenían muchos prejuicios porque no estaba casada ni tenía pareja estable», recuerda. «Al final tuve que decidir si renunciaba o no al proyecto de vida que quería, que era ser madre. Y no renuncié», dice orgullosa. Solo hay unos pocos momentos en los que Margarita parece que se arrepiente de todo: cuando se da cuenta de que su hijo ya es casi un adolescente. «Pero eso les pasa al resto de familias», afirma con una sonrisa.

A Beatriz le satisface saber que fue ella quien tomó las riendas de su vida: «Lo decidí sin la presión de la pareja. Vivo con la tranquilidad de tener la vida que he elegido».