La cuenca del Segura no ha entrado este mes de noviembre en alerta por sequía, una situación que hacía temer los primeros recortes de agua para el regadío en enero de 2023. Las reservas acumuladas hasta la fecha, con la ayuda de las precipitaciones caídas en puntos clave de la cuenca en el último mes, ha permitido mantener al sistema principal del Segura en situación de prealerta.

Las restricciones se hubieran activado para los cultivos del regadío, con un primer recorte global de un 25%, si la cuenca hubiera estado estos dos últimos meses del año en nivel de alerta. Por lo pronto, en enero no habrá limitaciones pero no se descarta que de cara a diciembre la situación empeore. El presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura, Mario Urrea, ya vaticinó que las previsiones de lluvia no eran muy buenas para este último tramo del año.

Por contra, el índice de escasez de agua en el sistema que mide las reservas del Trasvase en la cuenca del Segura siguen en situación de emergencia, y ha ido a peor en el último mes. El indicador se sitúa ahora en 0,107. Esto se debe a la falta de suministro de agua del Tajo desde septiembre, ya que solo se ha aprobado un envío de 15 hectómetros cúbicos para consumo humanos.

El regadío del Segura lleva sin recibir agua del Tajo desde agosto, con dos trasvases cero consecutivos (se avecina un tercero este mes) para las plantaciones. Esta situación ha llevado a que las comunidades de regantes comiencen a racionar el agua que distribuyen a los agricultores, tal y como adelantó este periódico, lo que aventura una menor producción este 2022 en plena campaña de invierno.

Esta falta de agua desde el Tajo ha causado la enésima disputa política entre el Gobierno central y regional. Precisamente, este lunes el ministro de Agricultura, Luis Planas, señalaba que el tema del agua no se puede convertir permanentemente en un tema de conflicto y enfrentamiento. Desde la Comunidad reclamaban que no falte agua para el regadío en este mes de noviembre.