El grupo de investigación en Patología Molecular y Farmacogenética del Hospital General Universitario Santa Lucía, IMIB-FFIS, que forman entre otros los Servicios de Anatomía Patológica, de Análisis Clínicos y de Farmacia Hospitalaria, ha publicado una revisión en la revista Cancers en la que expone las conclusiones de un estudio relativo a los efectos antitumorales de los antidepresivos tricíclicos (TCA).

Una investigación basada en el análisis de las pruebas actuales sobre la seguridad de los TCA, su aplicación para tratar el dolor neuropático en pacientes con cáncer y las evidencias in vitro e in vivo de sus efectos antitumorales.

Los antidepresivos tricíclicos o TCA son conocidos agentes terapéuticos cuyo perfil de seguridad los convierte en fármacos perfectos para su reutilización.

A medida que se desvela la relevancia de las fibras nerviosas en el desarrollo y la progresión del cáncer, es preciso centrar el enfoque en el uso de fármacos dirigidos a los nervios, como los TCA.

Los investigadores Pablo Conesa-Zamora y Ginés Luengo-Gil, autores de correspondencia, señalan que a pesar de que históricamente la implicación de la inervación nerviosa en el cáncer se ha considerado un mero vehículo de propagación de las células tumorales, existen numerosas pruebas de que las fibras nerviosas desempeñan un papel activo en el desarrollo y la progresión del cáncer, al alterar vías moleculares y funciones celulares cruciales. Las evidencias biológicas y clínicas señalan que ciertas sustancias liberadas por las fibras nerviosas inducen el crecimiento tumoral y estimulan su propagación a distancia.

Por otro lado, los estudios en animales muestran que la pérdida de la inervación nerviosa de los tumores conduce a la disminución del desarrollo y propagación de éste. El uso de fármacos neurotrópicos, como los antidepresivos tricíclicos (TCA), puede modular estas señales moleculares con una finalidad terapéutica basada en un efecto antitumoral directo, más allá de su uso en el tratamiento del dolor neuropático.

Asimismo, el principal mecanismo de acción de los TCA es la unión e inhibición de los transportadores responsables de la recaptación de la norepinefrina y la serotonina (5- HT), lo que provoca su acumulación en la hendidura presináptica, este aumento de las concentraciones de en la sinapsis contribuye a su efecto antidepresivo.

El grupo de Patología Molecular y Farmacogenética del IMIB-FFIS y sus colaboradores descubrieron que la imipramina, un TCA, podría ser un fármaco útil en el tratamiento de pacientes con cáncer que sobreexpresan fascina, una proteína fundamental para la progresión metastásica de algunos tipos de cáncer.

Ello ha llevado a conseguir recientemente la aprobación de un ensayo clínico no comercial donde se evaluará el potencial de la imipramina como fármaco antitumoral. Proyecto multicéntrico en el que participan los hospitales Santa Lucía, Morales Meseguer y Virgen de la Arrixaca.

En el estudio son coautores también Antonio Asensi-Cantó y María Dolores López-Abellán, residentes de Farmacia Hospitalaria y Análisis Clínicos respectivamente, la doctora Ana María Hurtado López, investigadora Margarita Salas, la doctora Verónica Castillo-Guardiola, especialista en análisis clínicos, la doctora Mónica Martínez-Penella, especialista en Farmacia Hospitalaria del Hospital Santa Lucía.