La Opinión de Murcia

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Drama migratorio

Kamakhoye Cissokho: "Tuve que esperar dos meses en un bosque antes de poder cruzar el mar"

El drama de los menores extranjeros no acompañados que quieren alcanzar Europa en busca de una mejor vida no termina cuando consiguen su objetivo principal, que es el de sobrevivir y tocar tierra tras una larga travesía

Kamakhoye Cissokho es cocinero en el restaurante La Tapa de Murcia. ISRAEL SÁNCHEZ

Para una mayoría de los menores extranjeros no acompañados que llegan a Europa, procedentes del norte de África y de la zona centro del continente africano, el verdadero golpe de realidad comienza cuando se ven solos en un país desconocido, sin conocer el idioma, sin dinero y sin documentación. En ese momento comienza un arduo y coordinado trabajo para ofrecerles lo que necesiten: desde formación educativa hasta optar a integrarse en una sociedad que, en ocasiones, les da la espalda y les mira con recelo.

En la Región de Murcia está la labor que realizan distintas asociaciones, oenegés y la propia Comunidad a través de los programas de inclusión social que permiten acoger y tutelar a centenares de niños migrantes menores todos los años. Al cumplir la mayoría de edad, también les ayudan a conseguir una vivienda y un trabajo para poder hacer su vida aquí. 

Kamakhoye Cissohko se encuentra inmerso a diario entre fogones. Se encarga de la elaboración y el emplatado de platos como montaditos, minihamburguesas, patatas bravas, tacos de pulpo, croquetas o postres en la cocina de La Tapa, en la céntrica Plaza de las Flores de Murcia. Este senegalés de veinte años tardó meses en llegar desde su país natal hasta la Región de Murcia.

Para venir hasta aquí vivió una auténtica odisea y tuvo que soportar experiencias complicadas que le han servido para darse cuenta de lo dura que es la vida. A principios de verano de 2019, a sus 17 años, dijo a su madre que iba a viajar fuera de Senegal. Logró ir en avión desde su país hasta Mauritania y de allí a Marruecos. «Ya en agosto tuve que pasar dos meses escondido en un bosque junto a más personas. No podíamos quedarnos dentro de la ciudad, mucha gente iba a ese bosque para tener la posibilidad de esperar para cruzar el mar». Ese periodo fue uno de los «más duros» que recuerda: «La Policía venía a coger a la gente y mandarlos a su país. Nos levantaban a las cuatro de la madrugada para hacer una compra para comer y beber». Finalmente, a principios de septiembre logró cruzar el mar y llegar hasta el Puerto de Málaga.

Allí estuvo dos semanas retenido mientras la Policía le hacía todos las pruebas y los análisis correspondientes; fue trasladado a Almería, y tras varias semanas finalmente recaló en la Región de Murcia para ser internado en el centro de menores de Alhama.

«Dije a la Policía que no podía estar ahí, pero no me quedó otra. Recibía clases y pude aprender más español», recuerda el joven senegalés. De Alhama fue a parar al centro Rosa Peñas de la pedanía murciana de Santa Cruz hasta que cumplió la mayoría de edad. En aquel momento, le dijeron que tenía que buscarse un piso.

Estuvo varios días buscando una vivienda por Cáritas o Accem, y finalmente pudo acceder a una en el barrio del Carmen, donde vive desde enero de 2020. Una vez superada la cara más amarga de la pandemia del coronavirus, se apuntó a un curso de cocina en octubre y en marzo del pasado año comenzó a trabajar en La Tapa.

«Tras meses trabajando allí, me querían contratar, pero me faltaba documentación y no sabía muy bien qué necesitaba», dice Kamakhoye. Por suerte, la reforma del nuevo reglamento de Extranjería para los menores extranjeros no acompañados y migrantes extutelados del pasado mes de noviembre contribuyó a eliminar una importante parte de las trabas que abocaban a estos jóvenes a la exclusión, tanto social como laboral.

«Gracias a Dios, mi solicitud fue favorable y a principios de este año pudieron contratarme», explica emocionado. Le encanta su trabajo y cada día, dice, se esfuerza en que salga mejor. «Con la ayuda de mis jefes y mis compañeros sigo mejorando, ellos me ayudan en lo que necesito y me dicen que pregunte lo que sea para seguir aprendiendo», asegura.

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