¿Cómo evalúa la posición de Murcia como polo de atracción de empresas tecnológicas?

Murcia es una Región que está viviendo un cambio acelerado en los términos de crecimiento en estas materias que nos ocupan. Y lo hace en base a la combinación acertada de los ingredientes que son imprescindibles para que las cosas progresen. El primero es contar con conocimiento, saber para poder atacar la resolución de los problemas. El segundo, disponer de los agentes, en este caso las empresas, que deben acometer la difícil labor de convertir los avances en elementos de mercado que la ciudadanía usa para las mejores condiciones de vida. Y el tercero, contar con los apoyos públicos que incentiven la imprescindible colaboración entre los agentes privados y los sectores públicos del conocimiento, universidades, centros tecnológicos, etc. 

¿Invertimos adecuadamente en I+D+i?

Murcia vive de las mismas limitaciones de atención a la I+D+i que el resto del país, que se concretan en recursos muy limitados, provenientes de los presupuestos generales que sitúan la cifra de inversión en I+D en el 1,41% del Producto Interior Bruto (PIB) frente a las del 3% de nuestros competidores más directos y de los 4.5% de los países líderes en el mundo. No obstante, la Región ha tenido un relevante incremento del 5,5% en inversión en I+D con relación al año anterior, situándose entre las de mayor crecimiento. 

En el ranking europeo de regiones innovadoras europeas, Murcia ha mejorado su posición el año 2021 con relación al 2019 en 14 puntos porcentuales, situándose en la posición nº 10 de las 17 CC. AA., estando por delante de Asturias, Cantabria, Andalucía y por detrás de País Vasco, Madrid, Cataluña y Comunidad Valencia, entre otras.  

¿Qué ha hecho nuestra Región para vivir este boom tecnológico? 

En coherencia con lo dicho hasta ahora, si una región quiere progresar tiene que situar las políticas de I+D en la posición que les corresponde, priorizar las labores de cooperación entre los agentes y facilitar los medios para que los actores dispongan de recursos para acometer las labores de riesgo implícitas a estas actividades. 

Lo más pujante del Sistema ha sido sin duda la decidida actividad empresarial que se ha empeñado en diversificar la inicial parrilla de oferta de la Región para estar en estos momentos activa en múltiples sectores, inexplorados hasta fechas recientes, y en los que las empresas de la Región tienen posiciones de respeto en la actualidad. Buena muestra de esta actividad lo reflejan los resultados obtenidos de financiación CDTI en los años últimos de la década pasada, donde se impulsaron 303 proyectos por importes de 167 millones de euros.

¿En qué sectores deberíamos apostar?

España debe decidir qué papel quiere jugar en el contexto mundial y, solo si hace eso al origen de este periodo de cambio que nos facilitan los fondos europeos, podremos mejorar tal y como nos lo merecemos. Pero eso siempre es difícil y hasta el presente pocos han sido los casos en nuestra historia en los que lo hemos hecho. Ahora, por primera vez en mucho tiempo, tenemos un plan (España Puede), unos fondos (NGEU, entre otros) y unos actores preparados para competir. 

Creo que la estructura de los PERTES, que animan a la participación de las distintas regiones de acuerdo con las capacidades de las empresas existentes y que no implican el establecimiento de nichos de actividad, es bien acertada. Especialmente correcta es la tendencia de intensificar la cooperación interregional y de facilitar el crecimiento de polos de desarrollo industrial a través de la colaboración con el tejido de pymes de cada territorio.

Una de las mesas del evento en Murcia se va a centrar en la innovación tecnológica en el sector agro. ¿Cuáles son nuestros puntos fuertes y cuáles nuestras debilidades en este campo?

El sector agroalimentario es en España uno de los que merecen tener siempre presente cuando se habla de futuro y, particularmente, cuando se piensa en actividades de innovación. Somos la octava potencia mundial en este sector, con un saldo comercial positivo de más de 12.000 millones de euros. España dispone de un sector que debería crecer en tamaño y, para ello, se precisa que en el marco de los Fondos de Recuperación que vamos a utilizar para cambiar nuestro esquema productivo, el sector de la agroindustria tenga un papel protagonista. En fechas recientes se ha anunciado la existencia de un PERTE agroalimentario, específico para este sector, de lo cual me felicito de forma muy rotunda. 

Con este programa se debería tratar de resolver los principales aspectos de mejora del sector. El primero, el tamaño de las empresas y su muy necesaria incorporación a las prácticas digitales tan imprescindibles para conseguir las tasas de competitividad exigidas. El segundo, la sostenibilidad medioambiental y la economía circular, elementos que están en el centro de las preocupaciones de los fondos NGEU y, por lo tanto, actividad que debe dominar nuestras apuestas de futuro. Por último, y nada desdeñable, se ha de asegurar la seguridad, vía la trazabilidad, del sector que afecta de forma muy notable a la valoración que tienen los consumidores sobre la calidad de lo que se adquiere.

¿Cómo podemos hacer un buen uso de los fondos Next Generation?

Lo primero, respetando su filosofía; son fondos para cambiar el país haciéndolo más digital, más sostenible, más equilibrado en términos de género y territorial y todo ello basado en decididas apuestas por la Innovación y la I+D. Lo segundo, haciendo que se arranquen y tramiten con celeridad. Lo tercero y más importante, poniendo al frente de esos programas a personas y entidades que sepan gestionar dichos proyectos de transformación. Si se quiere hacer que entidades sin esas habilidades gestionen miles de millones de euros podremos producir serios endeudamientos en el futuro. No olvidemos que todos esos fondos se deben justificar y buena parte de ellos devolverse.

Por último, ¿cree que se fomenta adecuadamente el talento español? 

En ese aspecto, los años pasados han producido un daño serio al atractivo de la Ciencia y la Tecnología para los jóvenes españoles y, en consecuencia, encaramos un envejecimiento de los grupos de investigación en nuestro país de grave significado para el futuro. La recién anunciada Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, que tendrá su trámite parlamentario en las próximas semanas, persigue acometer algunos elementos correctivos en esta materia. Reconociendo su voluntad de encarar el problema, me temo que al Anteproyecto de Ley le ha faltado más ambición reformista. También es precisa una coordinación, que no aparece clara por el momento, con la otra gran ley transformadora para resolver este asunto que es la Ley Universitaria que se anuncia para el 2023.