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Entrevista

Marcos Castro: "Tenía la certeza de que se iba a tirar, no paraba de llorar y empezó a rezar"

"El hombre que subió a la grúa se sentía engañado y tenía miedo de volver a su país por deudas: no quería publicidad, estaba desesperado"

Marcos Castro: "Tenía la certeza de que se iba a tirar, no paraba de llorar y empezó a rezar"

Marcos Castro llegó a la Región en 2018 y desde entonces no para de resolver sucesos como secuestros y atracos con rehenes. «Estuve 16 años en Almería y ahí en todo el tiempo tuve cinco; aquí llegué y, en un año, ya fueron diez o doce» incidentes críticos. El último, este jueves, cuando un hombre de 45 años se subía a una grúa en las obras de los Bloques de Ayuso y amenazaba con tirarse.

No han pasado ni 24 horas del incidente en la grúa. ¿Cómo lo rememora ahora?.

Los incidentes típicos pueden durar tres, cuatro o cinco horas, pero, a esa altura, se genera mucha tensión, también postural, porque no estamos en tierra firme. Aunque estés muy seguro con los bomberos y lleves un arnés, tienes que estar elevando la voz (que esta mañana estaba ronco perdido) y estás mucho en espiral, en rulo, en túnel, y no te enteras de nada de lo que hay alrededor. Estaba en que el hombre no se me fuera, porque pensábamos que se podía arrojar.

¿Qué había de diferente en este caso?

Fue muy dramático. En otros incidentes, aunque tú pienses internamente que no se van a tirar, siempre actúas como si fuese a pasar, pero esta vez había una cota de veracidad tremenda, porque no paraba de llorar. Y, pese a todas las soluciones que yo le ofrecía, no quería acogerse a ninguna. Él quería tirarse: empezó a rezar, porque era creyente.

¿Se le puede intentar ‘retener’ con la fe?

El tema religión, familiares que vas a dejar, seres queridos… él me escuchaba y hablaba. Pero había una duda tremenda de que se podía tirar. Esta vez, tras tantos años que llevo, tenía la certeza de que se iba a tirar. Y creo que, si no estamos ahí, se tira. Otras veces, cuando es un secuestro, un teléfono… se te permite cierta relajación emocional y tensional. Esta vez, hasta el último segundo, fue una tensión total. Y quiero valorar el trabajo impecable de los bomberos, hasta el último segundo: un mal pie y el hombre se va y muere. Fueron cinco horas hablando de muchísimas cosas, con mucho frío ahí arriba. Iba también con un bombero que era muy tranquilo e intervino algo en la negociación, me sentí muy arropado y muy apoyado por él y lo felicité por ello.

¿Y ahora qué?

Ahora he quedado con él. No vale que lo bajes de la grúa y ‘adiós, muy buenas’: tienes que darle un apoyo asistencial porque, si no, pasado mañana hace lo mismo. No puedes dejarle en la estacada, porque tú le has prometido cosas. Cuando una persona llega a ese grado de desesperación y se quiere quitar de en medio, no ve otra salida: este hombre había mandado cartas al Congreso, al Colegio de Abogados… y se sentía solo.

¿Cuál fue el detonante para llegar a tocar fondo así?

Una situación difícil económicamente, un divorcio hace poco también, decía que un abogado le había estafado 3.000 o 4.000 euros… se sentía estafado, engañado, y tenía miedo de volver a su país de origen por deudas a prestamistas. Este no es el de la Catedral, que yo tenía la certeza de que no iba a tirarse. Cuando lo bajamos, le dijimos que había prensa y dijo: «Yo no quiero hablar con nadie». No quería publicidad, estaba desesperado.

¿Cuál fue la clave, la palabra precisa que hizo que por fin se decidiese a bajar?

Le dije: «¿Te han estafado? Pon una denuncia, te puedo echar una mano…» le brindé la oportunidad de tener una entrevista con la persona que él creía que le había estafado, para intentar recuperar ese dinero… Otras veces en una negociación tienes momentos de silencio: en esta no puedes, porque está todo el rato pensando en tirarse, tienes que hablar y hablar. Estaba muy cansado, muy cansado, principalmente por el frío y la tensión de la altura. Pero no sabes el tiempo que llevas, se te pasa, porque te metes en la vorágine, en una espiral.

Aludía al hombre que en dos ocasiones trepó por la fachada de la Catedral. ¿No había riesgo de que se arrojase?

Ves que hay menos opción de que se tire, pero en todos los incidentes críticos tienes que trabajar exactamente igual, los mismos procedimientos, la misma estrategia… Con enfermos mentales, por ejemplo una persona con esquizofrenia, aunque tú pienses que ya lo tienes convencido, cualquier gesto o palabra provoca una alteración emocional y hacen locuras. El negociador a los suicidios no suele ir, vamos a atrincherados, arma de fuegos, con rehenes… aunque suicidios de alto impacto, suicidios en altura o en los que hay explosivos o gas de por medio, en esos casos sí intervenimos nosotros.

La próxima, esperemos que sea en mucho tiempo...

En Murcia, por desgracia, somos muy punteros, estadísticamente. Junto con Madrid, Zaragoza y Málaga, somos una de las ciudades con más incidentes críticos. En Almería estuve 16 años y tuve cinco o seis. Aquí llegué y en solo un año ya tuve diez o doce. Muchos no salen mediáticamente: mucho atrincherado, con armas blancas, armas de fuego… que no trasciende.

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