Incertidumbre. Esta es la palabra que define el estado de ánimo de los agricultores que en el último año han puesto a la venta sus fincas agrícolas en el Campo de Cartagena. El aumento de los gastos en la producción, el escaso margen de beneficios en la venta a los distribuidores, el temor a un aumento del precio del agua para regadío, el coste del gasoil..., son los argumentos que esgrimen los propietarios de pequeñas y medianas explotaciones en los municipios de la comarca que cuelgan el cartel de ‘se vende’ en sus terrenos. Pero entre todos los factores hay uno que destaca: la crisis del Mar Menor.

El sector agrario se enfrenta a la pérdida de sus agricultores por distintas razones englobadas en toda la problemática que afecta a la laguna salada. Por un lado, las limitaciones que plantea la Ley de Recuperación y Protección del Mar Menor en cuanto al uso de los terrenos agrícolas según la distancia a la que estén del litoral del Mar Menor. Por otro, el gasto extra en acondicionar esos terrenos a lo que exige la norma regional.

Este último punto ya había sido denunciado en varias ocasiones por las patronales agrarias y otras organizaciones del sector en la Región, que subrayaban el importante desembolso económico que debían hacer algunas explotaciones que no tienen detrás a grandes empresas agrícolas instaladas en el Campo de Cartagena.

Desde el sector primario en la comarca llevan percibiendo este movimiento de ventas desde hace escasos meses pero desde las inmobiliarias del Campo de Cartagena que tienen en cartera estas fincas rústicas amplían el tiempo hasta hace más de un año. Si a los propietarios se les pregunta por las razones de la venta, de su boca sale la palabra «incertidumbre».

«Lo que decanta la balanza hacia la decisión de vender es el hecho de que no ven posible sacar rentabilidad a los terrenos», señala un representante agrario, que vincula este fenómeno reciente a la crisis del Mar Menor: «La mala imagen que se percibe de la actividad agrícola en esta zona acaba por presionar también al agricultor». La instalación de sensores para medir el riego o la cantidad de fertilizantes que se usa, la obligación de plantar setos como barrera vegetal, crear superficies de retención de nutrientes o adaptar los invernaderos para mejorar la recogida de agua son algunas de las adaptaciones que deben hacer para cumplir la ley, pero conlleva una importante inversión.

Lo que molesta en el campo es que esta venta de terrenos se está dando entre pequeños y medianos agricultores, en terrenos dentro del perímetro de riego, bien acondicionados, con puntos de luz y agua, con accesos rápidos y con el temor de que acaben en manos de las grandes compañías agrícolas.

No hay demanda

Al problema que origina la venta de parcelas se suma otro: que no hay demanda. Las inmobiliarias consultadas señalan que de base se saca al mercado las parcelas con un precio elevado, entre 9 y 12 euros el metro cuadrado. Sin embargo, si finalmente hay venta, ese valor cae hasta 6 o 7 euros.

«Hasta hace un año no teníamos para vender terrenos agrícolas pero nos entraron muchos propietarios con la intención de vender lo más rentable posible», explica un agente inmobiliario de Cartagena consultado por este periódico, «lo mejor que puede suceder es que las fincas estén catalogadas como ‘urbanizable no sectorizado’ o que no se encuentren en zonas inundables». La idea es atraer a un cliente que busque construir una vivienda en la parcela y aprovechar el resto del terreno para producir distintos productos.

Otro profesional del sector inmobiliario que trabaja con una decena de parcelas en Torre Pacheco solo ha logrado vender una en el último año. «Nunca hemos tenido tantas», señala, «en el campo están todos con incertidumbre». Destaca que los propietarios intentan mantener un precio elevado por encima de los nueve euros pero si logran vender algo, al final se mantiene en por debajo de siete.

Abastecimiento del Trasvase

Con o sin balsa de riego, con aprovechamiento del Trasvase Tajo-Segura o terreno ya en producción. Estas son las claves de venta de algunas inmobiliarias o directamente de los propios particulares que deciden poner a la venta sus terrenos en portales digitales destinados a tal fin.