Una de las medidas que exigen los ecologistas para revertir el proceso de degradación en el Mar Menor también es la clave para frenar la desertificación en la Región. Se trata de la reducción de la superficie dedicada al cultivo de regadío. Así lo refleja el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) en su último informe, según el cual la Región tendrá que hacer frente en los próximos años a algunos de los efectos más duros del cambio climático en Europa.

En zonas áridas como la Región, el aumento de la temperatura y la evapotranspiración, unidos a la disminución de las precipitaciones, los fenómenos extremos, pero sobre todo a la mano del hombre, pueden desencadenar procesos de desertificación. Esta degradación del suelo lleva asociada una serie de consecuencias como la reducción en la productividad de los cultivos y de la biodiversidad, indican desde el IPCC.

«La desertificación no viene en sí por el cambio climático, sino por el mal uso de las tierras y el agua. El calentamiento global solo lo intensifica», explica Rubén Vives, uno de los portavoces de Ecologistas en Acción. Según los datos que maneja la asociación, la Región de Murcia consume más del doble del agua que produce de forma natural. «Más del 90% va a los cultivos de regadío. Es inviable», advierte.

La expansión del cultivo de regadío desde hace cuatro décadas, coincidiendo con la llegada del trasvase, «no ha parado de crecer» y ha transformado el suelo de la Región. «El regadío hace que todo el recurso disponible, e incluso el que no tenemos, vaya a los cultivos. Los ríos tienen cada vez menos agua, igual ocurre con los pozos y las tomas de las acequias», detalla Vives.

«En las últimas décadas hemos visto como se han ido secando manantiales, el agua de los pozos que abastecen a las comunidades de regantes está más profunda y tiene mayor salinidad». Desde Ecologistas señalan que ahí se encuentra otra de las claves: cuando se usa agua salada se provoca un aumento de la salinidad del suelo, que degrada la tierra, «y ahí se vuelve a dar un paso más hacia la desertificación».

Pero eso no es todo, otro de los motivos se encuentra en la roturación de terrenos forestales para transformarlos en agrícolas. «Esto genera erosión. Roturamos un monte y lo ponemos en regadío, y encima el suelo se va salinizando en lugar de mantener los cultivos tradicionales de secano, en los que se abancalaba la tierra para aprovechar el agua que cayera del cielo. Es entonces cuando ocurre lo que está pasando en el Mar Menor, que el agua de la lluvia corre y se lleva los sedimentos», alerta.

La gasolina del cambio climático

El escenario hacia el que vamos no es muy optimista. «Lo vemos en los récords a escala global», indica Juan Andrés García Valero, portavoz adjunto de la Aemet en Murcia. Si no se toman medidas pronto, para 2050 la temperatura media de la Región habrá subido entre 2 y 4 grados. «En verano será peor, las tendencias marcan una subida de hasta seis grados más de media», apunta.

El IPCC también revela que las precipitaciones se habrán reducido para entonces en la comunidad murciana entre un 20 y un 40%. «Eso dejará en torno a 200 o 240 litros por metro cuadrado al año», explica García. Esta situación se une al aumento de los periodos secos, que se dilatarán en el tiempo, «por lo que habrá una menor disponibilidad de agua en el suelo».

Ante esta situación, desde Ecologistas indican que la solución es adaptar los cultivos al agua disponible y para ello señalan como única opción la reducción del terreno de cultivo en la Región. Reconocen que la medida no es fácil, «pero es necesaria».

«El sureste va a ser una de las zonas más afectadas por el cambio climático. Más temperatura y menos precipitaciones generarán un mayor estrés hídrico y los regantes necesitarán extraer más agua, pero ya hemos sobrepasado la capacidad de renovación de los recursos hídricos que tenemos», razona Vives.

Así, apuestan por recortar la superficie dedicada a cultivos de regadío. «Ahora están en expansión en la Región las herbáceas, los cítricos y las hortalizas, pero habría que estudiar por comarcas cuál sería el mejor en relación a la disponibilidad de agua. No se puede cultivar todo en todas partes», matiza.

El IPCC coincide en la necesidad de frenar este proceso de degradación de la tierra originado directamente por el hombre y avivado por el cambio climático. Es por ello que remiten a la producción sostenible de alimentos, la mejor gestión de la tierra y su restauración, así como a la reducción de la deforestación y la conservación de los ecosistemas como única vía para cambiar un futuro cada vez más próximo.