Investigadores del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) y de la Universidad de Murcia (UMU) han descubierto que los pacientes con una determinada mutación genética tienen mayor probabilidad de padecer leucemia mieloide aguda, tal y como determinan los resultados recientemente publicados en la revista científica PNAS, indican desde el IMIB en un comunicado.

Esta alteración deriva en una enfermedad rara: la disqueratosis congénita. Cuando aparece esta patología, que afecta a una de cada 100.000 personas, los pacientes sufren envejecimiento prematuro y otras manifestaciones clínicas, siendo la principal causa de muerte la incapacidad de producir células sanguíneas.

Hasta el momento el único tratamiento es el trasplante hematopoyético.

La investigación está desarrollada por el grupo de Telomerasa, Cáncer y Envejecimiento del IMIB, liderado por María Luisa Cayuela Fuentes, en conjunto con el grupo de Inmunidad, Inflamación y Cáncer (IMIB-UMU), liderado por Victoriano Mulero Méndez. Ambos equipos han empleado el modelo de pez cebra y células madres pluripotentes inducidas de los pacientes para esclarecer los mecanismos por los cuales, aunque hay muchas mutaciones responsables de esta enfermedad, cuando se produce una mutación concreta en uno de ellos (TERC), estas personas tienen mayor riesgo de sufrir, además, una leucemia.

Este conocimiento ya se está empleando para la búsqueda de tratamientos específicos, así como en la identificación de los pacientes con disqueratosis con mayor riesgo de desarrollar un cáncer antes de que aparezcan los síntomas.

¿Por qué se produce?

La disqueratosis congénita se produce por mutaciones que afectan a la telomerasa. La telomerasa, un complejo formado por muchas proteínas y un RN (ácido ribonucleico), es la encargada de mantener los telómeros: unas estructuras muy importantes que están al final de los cromosomas y que se van desgastando y acortándose durante nuestra vida. Conforme se van desgastando van apareciendo los síntomas de envejecimiento, de manera que el tamaño de los telómeros refleja nuestra edad biológica. De esta manera, los telómeros constituyen nuestro reloj biológico y la telomerasa sería la ‘pila’ que hace que todo funcione y no haya un excesivo desgaste.

Por tanto, cuando los pacientes no tienen telomerasa, sus telómeros van acortándose más rápidamente y sufren envejecimiento prematuro.

«Sorprende que, aunque todas las mutaciones producen envejecimiento prematuro, la sintomatología y la gravedad de la enfermedad es diferente según la mutación del gen que la produce. Por ejemplo, pueden desarrollar problemas en la piel, fibrosis pulmonar, incapacidad para producir células sanguíneas u otras patologías. Los pacientes con mutaciones en uno de los componentes de la telomerasa, un RNA llamado TERC que no produce proteína, tienen mayor incidencia en el desarrollo de leucemias», explica María Luisa Cayuela.

Ese RNA, además de ayudar a hacer telómeros, es capaz de regular la correcta diferenciación de las células de la médula ósea, fabricando las células que forman parte de nuestra sangre y que constituyen nuestra primera línea de defensa. Cuando los pacientes portan la mutación en TERC, no son capaces de producir estas células y tienen más infecciones.