El complejo hospitalario universitario de Cartagena, integrado por los hospitales Santa Lucía y Rosell, ha puesto en marcha un protocolo pionero a nivel nacional que permite que pacientes ingresados con patologías severas y en situaciones terminales puedan solicitar recibir a su mascota en el centro sanitario.

Así, recientemente se permitió en el Hospital Santa Lucía de Cartagena el acceso de su perro a la habitación donde está ingresado un paciente, dada su situación de movilidad reducida y siguiendo un protocolo establecido al que se suman las medidas covid puestas en marcha como consecuencia de la pandemia. Además, en la planta terraza de este hospital se ha habilitado una sala donde se facilitará este encuentro a otros pacientes que se pueden desplazar dentro del recinto.

Esta iniciativa de Enfermería del área de salud de Cartagena pretende ayudar a los pacientes y humanizar su estancia en el hospital, ya que permite al paciente poder despedirse de su mascota.

El equipo médico y de enfermería de la Unidad de Cuidados Paliativos estudiará la solicitud de cada paciente y su familia y determinará si es viable y conveniente la visita. La familia entregará al personal de cuidados paliativos un certificado del estado de salud y cartilla de vacunación de la mascota firmada por un veterinario y el animal deberá estar correctamente aseado.

La enfermedad terminal presenta un deterioro avanzado, progresivo e incurable, con falta de posibilidades razonables de respuesta a un tratamiento específico. Las unidades de Cuidados Paliativos de los hospitales Rosell y Santa Lucía de Cartagena registraron en el año 2017 unos 325 pacientes ingresados, en 2018 unos 298 y en 2019 unos 200.

La atención integral de estos pacientes contempla aspectos físicos, emocionales, sociales y espirituales, por lo que ha de ser individualizada y continuada, según indican los responsables de este área.

En este tipo de enfermedades se presentan problemas o síntomas intensos que responden a múltiples factores cambiantes y conllevan un gran impacto emocional en el propio paciente, su familia e incluso el equipo terapéutico. Asimismo, no todos los enfermos tienen las mismas necesidades, con lo que se adecúa la asistencia a cada caso y lo que necesita en cada momento.