Social

El trabajo no entiende de barreras

Diego y Fátima, dos personas con discapacidad intelectual, han realizado prácticas formativas en centros de la Comunidad para lograr la inclusión

Diego González (arriba) y Fátima Moyano (abajo), en su puesto de trabajo. | L.O.

Diego González (arriba) y Fátima Moyano (abajo), en su puesto de trabajo. | L.O. / ADRIÁN GONZÁLEZ

Adrián González

Adrián González

Ocupar un puesto de trabajo cada vez entiende menos de barreras y las distintas administraciones están más concienciadas con la importancia de la inclusión social y laboral de las personas con discapacidad intelectual. Prueba de ello son los convenios entre el Gobierno regional y las distintas asociaciones y federaciones para que las personas con discapacidad intelectual puedan realizar prácticas formativas en centros dependientes de la propia Comunidad.

Gracias a ellos, Diego González Toledo y Fátima Moyano, que pertenecen a Fundown y a la Asociación para la Integración del Discapacitado comarca del Mar Menor (Aidemar), respectivamente, han tenido la oportunidad de adquirir los distintos conocimientos y las competencias necesarias para su integración en el mercado laboral ordinario con un empleo en el que se han volcado.

La Consejería de Política Social que dirige Isabel Franco, a través del Instituto Murciano de Acción Social (Imas), ha apostado por poner en marcha estas prácticas, que se enmarcan dentro de los programas de Formación Profesional Ocupaciones, para promover la plena participación social, su autonomía personal y económica a través del empleo.

En el caso de Diego, murciano de 44 años, ha llevado a cabo sus prácticas formativas en el registro de Asociaciones de Murcia, perteneciente a la Consejería de Presidencia, y entre sus tareas diarias han estado «eliminar asociaciones disueltas, que son las que ya no existen y hay que sacarlas de sus carpetas en papel; trabajar con el ordenador en algunas tareas como catalogar asociaciones y comprobar a qué actividad se dedican; completar datos de las asociaciones y listas de primera inscripción; o digitalizar documentos de asociaciones, es decir, escanearlas y guardarlas en el ordenador de más antiguas a más nuevas».

El alumno también destaca dentro de su trabajo tanto la relación con sus compañeras como la ayuda del preparador laboral, que cuando tiene «algún problema en la empresa» siempre le ayuda. Para Diego, haber tenido la oportunidad de desempeñar este trabajo ha sido «muy importante».

«Me ayuda a levantarme todas las mañanas con ganas de ir a trabajar, cumplir un horario, coger un medio de transporte, tener una responsabilidad, relacionarme con mis compañeras o con la gente del bar en el desayuno. En general, me ayuda a ser más autónomo», añade.

Por su parte, Fátima Moyano, de 33 años y de San Pedro del Pinatar, realizó las prácticas en el instituto Dos Mares de la localidad encargándose de las tareas de conserje del centro: «Hacer fotocopias, atender a los padres, coger el teléfono, abrir y cerrar puertas, encuadernaciones...», cuenta. Aunque su periodo de formación ya finalizó, el próximo mes de octubre volverá a desempeñar el mismo trabajo en el centro educativo: «Eso significa que en el instituto están contentos conmigo, yo lo estoy mucho», indica la joven, quien añade que, para ella, «es un puesto de trabajo que merece la pena».

El trabajo  no entiende de barreras

Fátima Moyano / L.O.

Veinticinco beneficiados

En un principio estas prácticas formativas se empezaron a realizar con la Asociación CEOM de El Palmar y posteriormente se incorporaron Fundown, Plena Inclusión y Fadis. En total, «se ha permitido que veinticinco personas con diversos tipos de discapacidad intelectual aprendan de manera práctica las tareas a desempeñar en los puestos de trabajo en los que realizan las prácticas. Un reto por el que seguiremos luchando y con el que sabemos estamos mejorando el bienestar y la calidad de vida de estas personas, que ponen su confianza en toda la sociedad y, por supuesto, en las administraciones», apuntan desde la Consejería.

Ventajas sociolaborales y siempre con la ayuda de los preparadores

Los beneficios que obtienen estas personas con discapacidad son muy importantes para lograr su inclusión laboral y social. La coordinadora de empleo de Fundown, Irene Molina, asegura que «son varias las ventajas» que ofrecen el desarrollo de estas prácticas formativas a estas personas que tienen algún tipo de discapacidad.

«Dan la oportunidad de llevar a la práctica aquellos conocimientos que se han adquirido previamente en el perfil profesional en el que se ha formado la persona; por otro lado, dan la oportunidad de acceder a un entorno empresarial y beneficiarse de las ventajas que éste ofrece; mientras que en el ámbito de la ejecución promueven la mejora en la calidad en las tareas y rendimientos; por último, en el ámbito sociolaboral dan la oportunidad de conocer la jerarquía en la empresa, las distintas relaciones formales e informales que se dan en un entorno laboral ordinario, aspecto éste que enriquecerá a la persona con discapacidad intelectual tanto a nivel profesional como personal», explica.

Por su parte, el orientador laboral de Aidemar Agustín Medina sostiene que acompañan a los alumnos a lo largo de todo el proceso de aprendizaje: «Estamos con ellos para ver si surge algún problema, con el objetivo de que tomen la iniciativa. Para ellos, les supone un beneficio muy grande porque se sienten útiles y logran iniciar varias relaciones sociales».