En los últimos tiempos nuestra sociedad ha profundizado en la sensibilización por la sostenibilidad, el medio ambiente y la defensa del ecologismo. Y merece nuestra atención porque es nuestra obligación preocuparnos y cuidar la naturaleza.

El ecologismo, como sistema de vida, es responsabilidad de todos, independientemente de la línea de pensamiento que tengan quienes lo defiendan. No debemos permitir que nadie se apropie de ello como si le perteneciese, con el fin de utilizarlo políticamente y justificar el acoso por razones que van mucho más allá de la sostenibilidad y el medio ambiente. Mientras algunos se empeñan en crear bandos, yo abogo por tender la mano y buscar soluciones constructivas que no dejen a nadie atrás.

El sector agrario es el primer interesado en el medio ambiente y en la sostenibilidad por dos motivos fundamentales. El primero tiene que ver con la producción de alimentos, ya que el contacto con el consumidor final de todas partes del mundo nos ha llevado a identificar la preocupación de los consumidores por productos más sanos. Y segundo, porque el agricultor vive de la tierra y está todo el día en contacto con la naturaleza: es su medio de vida y tiene que cuidarla.

Los agricultores, sobre todo desde los años 80, hemos ido transformando nuestro modo de cultivar, aprovechando al máximo los recursos, especialmente los más escasos -por ejemplo, el agua- así como los métodos de lucha contra las plagas, pasando de una lucha química a una lucha integrada (utilizando depredadores naturales). También debemos mencionar los reservorios para la implantación de plagas que no dañen las cosechas y sobre todo los tratamientos a las plantas que son cada vez menos agresivos. Gracias a los nuevos sistemas de cultivo se ha conseguido regenerar los suelos aumentando su vida bacteriana y mejorando así de manera espectacular la sostenibilidad ambiental.

A esta transformación agrícola, sin lugar a dudas, ha contribuido muy activamente el cambio generacional. Hoy día la agricultura de nuestra región está en la mayoría de los casos en manos jóvenes, muy bien preparados técnicamente y que han heredado las explotaciones familiares. Éstos han tenido la suerte y la capacidad de unir la experiencia de sus padres, en algunos casos incluso de sus abuelos, y los conocimientos que ellos han adquirido tanto de su formación profesional como universitaria. Esto también es ecologismo, porque en el sector agrícola, en los últimos treinta años, hemos pasado de que los jóvenes huyesen de la agricultura, a amar la tierra, así como la agricultura cultivada de forma profesionalizada y sostenible. El ecologismo afecta a todos los sectores y personas del planeta. Todos debemos y podemos contribuir a mejorar el medio ambiente. Desde acciones tan simples como no arrojar un papel al suelo, a asuntos más complejos como la contaminación del medio ambiente.

Desde la administración pública deberían hacerse inversiones importantes para la concienciación de la conservación de la naturaleza, así como estudios sectoriales para la adaptación e implantación de la mejora medio ambiental en las empresas y en los hogares, o las necesarias infraestructuras tan necesarias y demandadas aprobadas por el gobierno en el Plan Vertido 0 que mejorarían el medio ambiente, pero que nunca llegan.

Desde Fundación Ingenio queremos impulsar la adaptación de nuestras empresas para la mejora del medio ambiente, innovando en nuestros procesos productivos, mejorando nuestros sistemas de cultivo, recuperando variedades autóctonas y aprovechando los recursos disponibles al máximo; también queremos mejorar la formación de nuestros trabajadores. En definitiva, queremos liderar la transformación cultural que necesita nuestra Región de Murcia para seguir siendo una de las más prósperas de Europa.

En Fundación Ingenio apostamos por la ética, los valores y principios, cimientos básicos para desarrollar cualquier proyecto, personal y/o empresarial.

El activo más importante de una empresa son las personas y su modo de actuar. De su comportamiento y de su ejemplo depende todo. Por eso es fundamental una base ética, principios y valores sólidos. Sin ellos, los proyectos a la larga fracasarán y lo peor es que habremos hecho un daño irreparable a nuestro entorno, tanto desde el punto de vista personal como profesional.

Esta crisis nos tiene que servir para confiar en que, unidos, se puede salir adelante, que se nos presentan oportunidades y retos que tenemos que afrontar. Porque aquí no sobra nadie, todos debemos construir soluciones conjuntamente. No podemos quedarnos en la ‘queja’, debemos buscar soluciones constructivas e inclusivas y, sobre todo, debemos ser responsables de cambiar nuestro entorno. Porque eso sí que está en nuestras manos. Así que tiendo la mano a todos los colectivos sociales para que juntos busquemos una solución inclusiva, constructiva, para todos y que no deje a nadie atrás.