Que el Realfooding ha cambiado la alimentación de muchas personas en los últimos años es algo innegable. A Marisa Riquelme, además, le ha cambiado la vida. Tras conocer este método, decidió hacerse dietista y ayudar a los demás. Bajo el pseudónimo ‘Maestra Realfooder’, se ha convertido en una celebridad en Instagram, donde publica consejos y recetas saludables.

Uno de los métodos base del Realfooding es aprender a leer bien los etiquetados de los productos, ¿en qué hay que fijarse?

Una forma muy sencilla de identificar si un producto es más o menos saludable es irnos a la lista de ingredientes. Cuando coges la etiqueta y ves que tiene más de cinco ingredientes y, además, la mayoría de ellos irreconocibles, debes empezar a sospechar que estamos ante un ultraprocesado.

Recientemente, bajo la premisa de ayudar con esta lectura, el Gobierno ha implantado el sistema Nutriscore, ¿le parece un buen método?

No. Nutriscore es un sistema que, de momento, es voluntario para las empresas españolas. Esto es un error porque si un producto te sale bien clasificado le pones la etiqueta y si no, no se la pones. Además, este sistema trata de clasificar los alimentos en cinco categorías con letras y colores: de la ‘A’ a la ‘E’ y del verde al rojo.

¿Qué hay de malo en esta clasificación?

El problema de este etiquetado es que se basa en recomendaciones que están muy obsoletas. Por ejemplo, las grasas las identifica todas como malas. Esto produjo quejas de la Asociación Española del Aceite de Oliva porque este producto es un 99,9 por ciento grasa, pero es la grasa más saludable que hay en el mundo. No podemos quedarnos sólo con el porcentaje de grasa o azúcar, hay que mirar el cómputo entero de los alimentos.

¿Qué diferencias hay entre el sistema que utiliza Nutriscore y el que emplea el Realfooding?

En Realfooding seguimos la clasificación NOVA porque aporta más información. Hay tres escalones: la comida real, que no necesita ir etiquetada, el buen procesado y el ultraprocesado. Para diferenciar estos dos últimos lo que hacemos es irnos a la lista de ingredientes y ver qué ingredientes lleva y en qué cantidad. Hay un equipo dedicado exclusivamente a buscar la evidencia científica que hay de cada uno de los ingredientes.

¿Qué supone para el consumidor que Nutriscore excluya de su algoritmo elementos que sí incluye NOVA, como los azúcares?

En Nutriscore se marcan como saludables, por ejemplo, unos cereales de chocolate con cuarenta gramos de azúcar por cada cien gramos y se etiquetan con una ‘B’, como una casa verde, bonita y sabrosa. Esto es indignante porque si te pones a mirar los ingredientes de estos cereales vemos harina refinada, azúcar, aceite refinado, muy poco cacao y cerca de diez aditivos.

¿Por qué cree que se ha implantado este sistema frente a otros más saludables?

Es una mezcla entre intereses ocultos y falta de iniciativa. Desde hace mucho tiempo se estaba demandando que hubiera un etiquetado nutricional claro para los usuarios, pero las presiones del lobby han sido más fuertes. Al final, todo es cuestión de dinero.

¿Qué alternativas a Nutriscore propone?

Este sistema se ha implantado para ir al son de Europa, pero en América Latina lo están haciendo muy bien. Deberíamos fijarnos más en ellos. Allí, por ejemplo, existen unos sellos negros que se ponen a los productos altos en azúcar, grasas o calorías. Además, está prohibido que haya publicidad dirigida a niños en los productos ultraprocesados.

Realfooding:¿En qué consiste este movimiento?

Su premisa es hacer consciente a la población del tipo de producto que están consumiendo para que desechen los ultraprocesados y consuman ‘realfood’, comida real.

Este movimiento fue iniciado en 2016 de la mano de Carlos Ríos, un joven nutricionista onubense que a día de hoy cuenta con más de un millón de seguidores ‘realfooders’.

El equipo ha creado también una app, ‘MyRealFood’, que cuenta con un escáner que lee las etiquetas de los alimentos y los clasifica en comida real, buen procesado o ultraprocesado.