El sector del transporte y sus empleados, considerados esenciales durante la pandemia, vivió momentos de agonía. Así lo constató Joaquín Ferrer en sus palabras de agradecimiento cuando subió al escenario a recoger su galardón acompañado por el subdirector de la refinería Repsol de Cartagena, Luis Roque Dinis.

Tras hacer centenares de kilómetros no nos dejaban entrar al aseo

Ferrer, influido por los nervios, decidió improvisar el discurso y dejar de lado lo que tenía preparado en un papel. «Cuando veáis un camión en la carretera no penséis que es una persona que os estorba porque dentro va un trabajador que transporta productos y lleva más de 15 días fuera de su casa con un recorrido de 800 kilómetros durante toda la noche. Sentidle un poco de respeto», imploró a los asistentes de la gala.

Aprovechó su momento en el atril para lanzar un mensaje a las empresas a las que descargan: «Después de rodar centenares de kilómetros necesitamos entrar al aseo para hacer nuestras necesidades o ducharnos y no nos dejan, que los dueños de esas empresas lo piensen un poco y se pongan en nuestra posición». Concluyó su discurso recordando que son un sector «como cualquiera que estamos aquí citados, que nos prestamos a la sociedad y, sin embargo, la sociedad nos ha dejado abandonados».

Perfil - Joaquín Ferrer, camionero

Natural de Pilar de la Horadada, aunque se siente murciano. Joaquín Ferrer, con 49 años de edad, es camionero y padre de tres hijos. Comenzó en el mundo del transporte en 1992, antes había trabajado en una carpintería y en un restaurante familiar. Es un apasionado del ciclismo que siempre lleva en su camión una bicicleta. En los momentos de descanso comienza a dar pedales y a conocer mundo sobre dos ruedas. Tiene un programa todos los jueves en la emisora digital Radio Cómplices bajo el título Lugares Mágicos donde cuenta todas las experiencias que vive en su camión. Además, está escribiendo el libro Historias de un camionero en bicicleta que verá la luz próximamente.

Durante la pandemia no cesaron sus viajes por Europa pero todo cambió en ellos: ya no tenía ni un sitio donde parar para comer ni pegarse una ducha.