En la fosa siete de un patio interior del cementerio gaditano de San Fernando han encontrado los restos cadavéricos de cuatro varones originarios de la Región de Murcia, víctimas de la represión franquista.

Hasta el momento los trabajos de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Democrática, Social y Política de San Fernando (AMEDE) han permitido exhumar 108 cuerpos. De ellos, tan sólo tres han podido, hasta el momento, ser identificados de forma «presuntiva», a la espera de la confirmación con pruebas de ADN. Todos los datos recopilados por AMEDE indican que al menos hay cuatro murcianos exhumados, que ordenados cronológicamente acorde con el momento de sus muertes, son Tomás Fernández Osete (Cartagena), Guillermo Campoy Zapata (Cartagena), Juan Serrano García (Totana) y Alberto García Martínez (Cartagena).

Pocos meses después del estallido de la Guerra Civil al cabo fogonero Tomás Fernández Osete lo asesinan y tiran su cadáver en la fosa. El cartagenero de 46 años prestaba sus servicios en el bando republicano en el buque Destructor Almirante Ferrándiz. La nave se hundió durante la batalla por el control del Estrecho de Gibraltar. De sus aproximadamente 160 tripulantes, murieron un centenar en el naufragio, mientras que 17 de los rescatados no escaparon de la crueldad de la guerra ya que fueron fusilados meses después, tal y como ocurrió el 30 de diciembre de 1936 con Tomás.

Las dos sortijas que llevaba el militar de Cartagena ejecutado hace 80 años por permanecer fiel a la República | ROMÁN RÍOS ( EFE) /

El 10 de noviembre de 1939, ya acabada la guerra, asesinan al cartagenero Guillermo Campoy Zapata de 27 años de edad. Él era maquinista de la Armada en el buque Sánchez Barcáiztegui, y cuando la guerra se dio por perdida la tripulación se rindió. A Guillermo lo capturan y lo trasladan al campo de concentración de Rota (Cádiz) y tras la deliberación de sus verdugos lo fusilan.

A Juan Serrano García de 26 años de edad también lo fusilan un 21 de mayo de 1940, iniciada ya la crueldad de la posguerra. Él nació en Totana y fue marinero del Almirante Valdés. El alcalde del municipio, Juan José Cánovas, ha hablado telefónicamente con Francisca, la única hija de Juan Serrano García. Ella tenía 13 meses en el momento de la ejecución de su padre. Al parecer, un sobrino del joven soldado totanero contactó con la Alcaldía tras conocer la noticia y ha sido quien ha permitido que el primer edil se comunicara con su hija, quien ha recibido todo tipo de predisposición institucional para posibilitar el traslado de los restos de su padre, a quien no llegó a conocer.

Por último, el 18 de junio de 1940 asesinaron a Alberto García Martínez, cabo fogonero del buque militar Almirante Valdés, por mantenerse fiel a la República. De él se sabe que dejó dos hijos, una niña de 9 años y un niño de 17 meses. Además, junto a su cuerpo han sido hallados dos anillos oxidados con su nombre grabado y el de Dionisia, su mujer.

La relación de los nombres que AMEDE ha facilitado a La Opinión coincide con uno de los últimos apuntes que el escritor José Casado Montado incluyó en 1992 en Trigo Tronzado, un libro en el que este vecino de San Fernando había reunido un listado de los fusilamientos ejecutados en la ciudad por las tropas y el régimen franquista, entre ellos el del alcalde y sus tres hijos.

Para ello este vecino, fallecido dos años después de culminar el documento, había acudido a la Iglesia Mayor de San Fernando, porque sabía que allí había un volumen llamado Libro único secreto, en el que los propios sacerdotes anotaban día a día los datos de los fusilados. De forma clandestina, diciendo que investigaba a las cofradías locales, José Casado accedió a este libro y tomó anotaciones. «La intención de los sacerdotes de llevar ese registro no la sé, pero la Iglesia estuvo del lado de los golpistas. Asistían a los fusilamientos y su única preocupación era confesar y dar la comunión a las personas que iban a ejecutar, no se opusieron», explica Javier Pérez, antropólogo social de AMEDE.

Desde 2017 AMEDE trabaja en las excavaciones de las fosas comunes del cementerio local. Se calcula que en ellas están los restos de 229 personas que fueron ejecutadas desde el inicio de la Guerra Civil hasta 1940. A día de hoy han sido exhumadas 108 personas. El antropólogo social explica que halló a los cuatro murcianos tras haber exhumado otros restos óseos que no tenían nada que ver con la represión. «Además de los fusilados, en la fosa comunitaria también echaban los cuerpos de los fallecidos por la epidemia de tifus que hubo por aquel entonces en los años 40», manifiesta Pérez. «También usaban ese mismo agujero en el suelo como fosa de caridad donde depositaban a las personas fallecidas que no tenían recursos económicos para tener un nicho propio», añade.

Se identifica a un militar cartagenero fusilado y enterrado en una fosa común gracias a las inscripciones de sus anillos

La historia de Alberto García Martínez, un militar de Cartagena ejecutado hace 80 años por permanecer leal a la República, ha salido a la luz por dos oxidados anillos hallados en los restos exhumados en las fosas comunes del cementerio de San Fernando (Cádiz).

Gracias a esos anillos, que tenían grabadas dos inscripciones con los nombres de «Dionisia» y «Alberto», se ha identificado a uno de los 106 militares que se estima que fueron ejecutados y sepultados en el cementerio de San Fernando. Al igual que también se han hallado junto a él otros militares que participaron en la contienda al servicio de la Segunda República.

Hasta el momento solo se ha podido exhumar 108 cuerpos de los 229 que hay en la fosa siete del cementerio gaditano. El dato da idea de las dificultades que entraña la tarea de identificar los restos de las fosas y de la gran ayuda que, en este caso, han aportado estos dos viejos anillos.

Los restos han sido trasladados al Centro de Genómica e Investigación Oncológica (GENYO) de la Universidad de Granada -muestras óseas del fémur de los 108 cadáveres -entre ellos, el de este militar. Al igual que las muestras de AND de algunos familiares vivos.

Alberto llevaba los anillos puestos en el índice de su mano derecha. Se ha podido saber que el cabo fogonero Alberto García Martínez, natural de Cartagena y con 43 años, fue ejecutado a las seis de la mañana del 18 de junio de 1940 en la tapia del cementerio de San Fernando tras ser sentenciado a muerte por el delito de rebelión.

Alberto, con residencia habitual en la calle San Pedro del barrio cartagenero de San Antón, fue asesinado de un tiro en la cabeza a las 6:00 horas del 18 de junio de 1940, frente a la tapia oeste del cementerio gaditano, y luego sepultado bajo tierra dentro de una caja de madera.

Se sabe que partió en el Almirante Valdés -buque de la Armada que no se sumó al levantamiento contra la República- desde Cartagena el 5 de marzo de 1939 hacía Túnez y que de allí se dirigió a Cádiz. «Era el final de la Guerra, estaba ya claro que la República no tenía nada que hacer. Seguramente habían pactado entregarse en Túnez y allí les debieron engañar para que partieran hacia Cádiz. Cuando llegaron les metieron en el campo de concentración de Rota», relata el antropólogo social de AMEDE a La Opinión. 

Antes de su fallecimiento, Alberto confesó y comulgó, así recogen los apuntes tomados por el religioso que asistió a su fusilamiento. Estos datos, junto a las notas sobre los demás fusilados, forman parte de un libro que se guardaba en la Iglesia Mayor de San Fernando y que fue recuperado en la década de los 80.

La identificación del cabo fogonero ha sido gracias a la difusión en las redes sociales y a la localización de uno de sus nietos.