Están detrás de sus mostradores, con mascarilla y guantes, con hijos o compañeros a su lado para ayudarles a llevar el negocio, están para sus clientes de toda la vida o para los nuevos que estos días aparecen por delante de sus quioscos. Hace una semana el Gobierno de España anunciaba el decreto de estado de alarma en todo el territorio nacional y, con esta norma, se ordenó el cierre de muchos establecimientos con excepción de aquellos que ofrecieran productos de primera necesidad. Así, la orden de confinamiento permite a los quiosqueros seguir abriendo como siempre, cada mañana, a primera hora, para vender revistas y periódicos, que en estos tiempos de encierro obligatorio permiten estar informados y, también, sirven como un entretenimiento en días que se hacen eternos entre cuatro paredes.

Pese al miedo a ser contagiados al estar en contacto con clientes, los quiosqueros acuden cada mañana a su local, sabiéndose más necesarios que nunca. Y eso que tampoco son tiempos fáciles para ellos, ya que tanto bares como cafeterías tienen prohibido abrir sus puertas durante el actual estado de alarma, mientras que las personas mayores tienen más que recomendado no salir a la calle al ser población de riesgo.

Un hombre mayor se aproximaba ayer viernes por la mañana hasta el quiosco de José y Laura en la plaza San Agustín de Murcia. Quería un cuaderno con dibujos para colorear. Capean el temporal como pueden pero sobre sus estanterías y su mesa siguen teniendo de todo para todo tipo de clientes. Algunos periódicos o revistas, como ayuda, les han aumentado la comisión un 2,5% más. Explican que hijos de algún cliente mayor de toda la vida bajan a comprar el periódico del padre o de la madre. «Hay clientes que aprovechan y se llevan revistas de decoración, de recetas, para niños...», señalan José y Laura.

Cerca de ellos está el quiosco de Jesús Sánchez, quien con su hijo lleva el negocio estos días y remarca que, con suerte, «se siguen vendiendo periódicos regionales y nacionales». En su estantería sigue guardando los ejemplares de los suscriptores que esta última semana no han podido pasar a recogerlos.

En Cieza, Pedro Bernal sigue al frente de su librería. Decide no cerrar para «no privar del derecho a la información a quienes deciden venir a comprarlos». Mantiene la esperanza en que la situación se solucionará y está «convencido» de que se derrotará al Covid-19.

En Cartagena, Lola Legaz sigue regentando su quiosco de la calle Puerta de Murcia: «Vivimos esta situación con preocupación sobre todo por lo económico, porque somos autónomos. Además, estamos expuestos. Afortunadamente, tenemos separación y la gente guarda la distancia de seguridad». Aquellos con los que este periódico ha hablado lo tienen: ninguno va a cerrar. «Aguantaremos todo lo que podamos».

Venta a clientes que no son habituales

En el quisco de la plaza San Vicente de Lorca, Ignacio Reverte recibe al fotógrafo con una sonrisa. Tiene menos ventas pero ya adelanta que resistirá. «Estamos preocupados por el estado de alarma y vemos que el negocio anda flojo estos días, pero seguiremos adelante». Con un 80% de los negocios cerrados a su alrededor, sobre todo hosteleros, Ignacio vende ahora a oficinas, panaderías y a algún otro particular que no conocía antes: «Es lo que más me llama la atención, que vendo a gente que no son clientes habituales». Los lorquinos se llevan sobre todo revistas para entretenerse y algo de prensa.