Unas 200 horas de estudio al mes durante algo más de tres años se dice pronto, pero requiere grandes dosis de fuerza de voluntad y mucha determinación. Ese fue el tiempo que invirtió José Manuel Carrillo Espinosa (Beniel, 1993), graduado en ADE y Derecho en la Universidad de Murcia, para conseguir ser el número uno en la oposición del Cuerpo Superior de Inspección de Hacienda por turno libre. Junto a él, dos compañeros de carrera, Ana Aparicio López y Adrián López Pedreño, han conseguido los puestos 5 y 14, respectivamente.

¿Cómo ha sido la preparación de los exámenes?

Muy dura. Recomiendan estudiar durante unos tres años y medio antes de presentarte. Son cinco exámenes eliminatorios, dos de ellos orales, que se hacen a lo largo de un año. Para ello fui a distintos preparadores muy buenos: Diego Rueda, Eduardo Garro y Manuel Contreras me ayudaron con los temas y Ginés me preparó la contabilidad. Ellos me explicaron las rutinas de estudio: empiezas estudiando entre siete y media y ocho horas diarias, seis días a la semana, y cuando llega el período de exámenes ya pasas estudiando en torno a 12 al día. No es un camino fácil. De las 129 plazas de turno libre convocadas, solo 69 se han cubierto, porque la oferta solía ser más limitada y, al aumentarla el último año, mucha gente se presentó sin estar realmente preparada.

¿Qué ha sido lo más difícil?

Una vez que te mentalizas de que estudiar es tu trabajo, lo más duro es a lo que renuncias, incluso cosas cotidianas. De repente, salir a cenar, un café de horas con un amigo o poder disfrutar de leer un libro se convierten en verdaderos lujos. A eso súmale que durante ese tiempo no trabajas, así que no ingresas dinero, pero sigues teniendo gastos de academia o el temario, mientras tus amigos se están comprando una casa o yéndose de viaje.

¿En algún momento pensaste en dejarlo?

Por muy convencido que estés, siempre va a haber momentos bajos. Te afecta al humor, de repente estás abajo y luego arriba. Incluso te vuelves más irascible y piensas si merece la pena. Yo ahora tengo claro que no lo repetiría.

¿En qué momento supiste que querías opositar a inspector de Hacienda?

Lo tuve claro durante el último año de carrera. Hice el doble grado de ADE y Derecho en la Universidad de Murcia y durante ese último curso empecé a cuestionarme qué me gustaba más, si la función pública o la empresa privada. He ido a un colegio público, después a un instituto público y a una universidad pública. Me di cuenta de que la mejor manera de defender lo público era desde la propia función pública y tuve claro que quería ser inspector de Hacienda porque juega un papel fundamental en la defensa del estado del bienestar, que persigue la humanización de la sociedad y que todos los ciudadanos tengan lo necesario para poder tener vidas dignas. El esfuerzo que te requiere llegar a lograr la plaza es tan alto que, si no crees en la importancia de lo público y en querer mejorarlo, el dinero no es motivación suficiente.

¿Cómo reaccionaste al saber que eras el número 1?

El examen se compone de cinco partes que se hacen en Madrid y se distribuyen a lo largo del año. Cuando acabé la quinta parte, que era oral, no quise darle muchas vueltas. Pensaba que podía estar aprobado, pero no quería decir nada. Cuando salieron los resultados a las tres semanas y vi que no solo había pasado los exámenes, si no que era el primero no me lo podía creer. Me dio por reír y llorar. Recuerdo que quienes se alegraron, incluso más que yo, fueron mis padres y mi familia.

¿Y ahora qué?

Hay muchos ámbitos dentro de la Agencia Tributaria, el que más me interesa es el de impuesto de sociedades, el IVA y la fiscalidad internacional, en embajadas, que me llama mucho la atención. Por el momento, mis compañeros y yo empezaremos en marzo la formación de la parte práctica en Madrid. Cuando acabemos en diciembre se hará una ponderación entre la práctica y el resultado de la oposición y por orden de nota se podrá elegir plaza dentro del listado de vacantes que haya.

Muchas empresas y ciudadanos no os ven con buenos ojos.

Lamentablemente es verdad. Está muy extendida una mala percepción de la Agencia Tributaria y del papel de los inspectores de Hacienda. Pero es un error. Al fin y al cabo, persigue que no se defraude ni se evadan impuestos. Muchas veces, quienes pagan impuestos no son conscientes de la importancia que tiene ese gesto, ya que de alguna forma esos tributos van a revertir en quien paga, pero también en el resto.

¿Cómo se acaba con ese pensamiento tan extendido de que es más listo el que defrauda?

Con educación. Es cierto que es un pensamiento muy habitual, pero es porque no se tienen los conocimientos necesarios. Si tu vecino está defraudando o dejando de pagar ciertos impuestos no es más listo. La realidad es que te está robando a ti y está perjudicando a la sociedad del bienestar. Hace falta mucha educación en materia tributaria. En las titulaciones relacionadas, por mi experiencia, la formación es muy completa, pero hay que dejar de pensar que esto solo se debe estudiar en algunas carreras. Hay que llevar ciertos conocimientos de esta área a los institutos para que los ciudadanos conozcan la importancia de la Agencia Tributaria y de pagar impuestos.