El embalse de Santomera está al 47,6 % de su capacidad. Casi la mitad del vaso de esta infraestructura construida para evitar riadas está lleno. Ahora almacena 12,2 hectómetros de agua inviable para el uso agrícola por su elevada salinidad -el objetivo de la infraestructura no es reservar agua-. En septiembre pasado, horas antes de arreciar, la gota fría apenas almacenaba 2,5 hm3. En solo dos días, entre el 12 y el 13 de septiembre recibió 21 hectómetros y se llenó.

La Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) tuvo que activar en toda su capacidad los aliviaderos situados a media altura para no comprometer la propia seguridad de la presa. El agua llegó incluso a rebasar el aliviadero superficial, un desagüe por el que llegó a evacuar 20 metros cúbicos por segundo. La CHS puso en marcha todas estas medidas siguiendo las normas de explotación del embalse para no comprometer la seguridad de la presa (el agua llegó a los 37 metros de altura de la corona sin rebasarla) mientras se evacuaban a casi 3.000 personas aguas abajo de forma preventiva. Ese desagüe de emergencia provocó un incremento sustancial del caudal fuera aguas abajo, en el Segura. También inundaciones en zonas aledañas a la huerta por la rotura del propio canal encargado de llevar ese agua de la presa río Segura. Pero la presa evitó que fuera catastrófico.

Desde entonces la CHS ha sido incapaz técnicamente de vaciarlo. Porque la situación ideal en estos momentos es que el embalse estuviera casi vacío para contar con toda la capacidad de almacenamiento en época de precipitaciones torrenciales.

La mayor parte del año el embalse no retiene ni 2 hectómetros cúbicos. No es la mejor situación para poder afrontar un nuevo episodio de gota fría sin peligro de que la avenida de la rambla salada y la derivación de caudales de la rambla de Abanilla (río Chícamo) colmaten de nuevo la infraestructura. Las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología hablan de acumulados de entre 100 y 150 litros por metro cuadrado entre el lunes y el miércoles que viene en esta zona. La situación de emergencia que se vivió en septiembre se produjo con registros excepcionales de hasta 500 litros por m2.

¿Qué ha pasado para que en un mes no se haya desalojado toda el agua? Los caudales recogidos durante al gota fría tienen un alto grado de conductividad -sal en el agua- porque los terrenos de la cuenca vertiente por la que discurre el agua superficial de las ramblas Salada y Chícamo- son muy salinos. El embalse es una infraestructura construida para evitar los daños materiales y humanos que provocaba esta rambla en Santomera y en la ribera del Segura antes de su construcción en 1960. Pero el único cauce al que se puede aliviar el agua excedente es al Segura. La CHS no ha podido desaguar con más rapidez y volumen porque la salinidad del agua se trasladaba a la red de acequias y azarbes que riega la Vega Baja y al propio río.