n unos días recibirá el Premio Mujer en Igualdad de COPE. ¿Cómo acoge esta distinción?

Lo cierto es que no me lo esperaba en absoluto. Se trata de un reconocimiento por lo que he hecho toda mi vida, ser médico. Es cierto que con los años he llegado a tener varios cargos de responsabilidad, pero es algo natural que ha ido sucediendo con el paso del tiempo.

Comparte premio con grandes mujeres como la directora de La Pastora, la actriz Pepa Aniorte, la Compañía de Ballet Español de Murcia o la exdirectora de LA OPINIÓN...

Es un verdadero orgullo estar con ellas en esta distinción al destacar cada una en su terreno. Además, el año pasado distinguieron a Virginia Martínez, directora de la Orquestas Sinfónica de la Región de Murcia, alguien a quien admiro muchísimo y que le da un plus a este galardón.

¿Seguimos llevando las mujeres una piedra en la mochila cuando intentamos avanzar en el terreno profesional?

Yo no lo he notado mucho. Rara vez me han dejado de lado por ser mujer. Hoy en día las mujeres tenemos mucho camino hecho y podemos llegar donde queramos, aunque tengamos un momento en nuestras vidas en el que no nos dedicamos en exclusiva a nuestra profesión si decidimos ser madres. Echándonos una mano todo es posible. Yo con tres hijos no me he perdido nunca una reunión científica. He de reconocer que tengo un marido extraordinario, los dos somos médicos y hemos tenido que hacer guardias y con diferentes turnos, pero siempre nos hemos turnado y organizado muy bien.

¿Es partidaria de esa paridad que se reclama? ¿De las cuotas del 50 por ciento?

Las cuotas son más para el ámbito político, que es más representativo. Hay casos en los que las mujeres valen más que los hombres y otros en los que valen menos y no se les va a poner o quitar de un puesto por llegar al 50 poe ciento. Lo fundamental es el esfuerzo y el trabajo de cada uno.

¿Cuál es la realidad en el ámbito sanitario?

Ahora somos muchas más mujeres médicos. Pero recuerdo cuando acabé la carrera y llegué a mi centro de salud en Murcia, concretamente en Pliego. El primer día llegó un paciente preguntando por el médico y me dijo que avisara a mi padre para que lo viera. Cuando le dije que yo era el médico se quedó blanco y me preguntó: ¿Es que las mujeres pueden ser médicos? Eso ahora es impensable. Nunca me he sentido menospreciada por ser mujer, ni en Atención Primaria, ni cuando llegué a la Arrixaca para hacer la especialidad ni cuando he cogido plazas en distintos sitios. Quizá las mujeres no hayamos alcanzado grandes cotas en puestos directivos, pese a que cuando llegamos lo hacemos de maravilla, motivado porque priorizamos de forma diferente. Aun así, dentro de la Sanidad las mujeres estamos muy bien representadas y ocupamos un espacio importante. Cuando veo las hornadas de nuevas médicos que llegan es ilusionante, llegan cargadas de energía y fuerza, que es fundamental.

Usted fue la primera intensivista de la Región de Murcia, ¿por qué se decantó por una especialidad que hasta ese momento copaban los hombres?

Junto con la doctora Ana San Martín, fuimos las únicas mujeres intensivistas que había hasta ese momento en la Región de Murcia y de las primeras de España. Pero no era una cuestión de esta especialidad, todas estaban copadas por hombres. Un ejemplo de ello es que en mi curso, en el que acabamos más de cien personas, sólo fuimos seis mujeres.

Toda su carrera profesional está ligada a la historia de las UCI. ¿Es muy duro trabajar en estas unidades con pacientes críticos?

No es difícil. Los médicos somos muy humanos, pero el trabajo es el trabajo y por encima de todo hay que ser profesional aunque al enfermo se le trate con todo el cariño del mundo. Incluso se llega a decir que los médicos perdemos en ocasiones la humanidad, pero no es así. Mi trabajo no es ponerme a llorar con el enfermo, mi trabajo es hacer un buen diagnóstico, saber lo que tiene, para tratar y atender lo mejor posible a los pacientes. Por encima de todo somos personas, pero nos duele cuando pensamos que no lo hemos hecho todo lo bien que podíamos o que hemos pasado algo por alto. En el trabajo de los intensivos lo más duro son, sin lugar a duda, las guardias. A mí me ha tocado en épocas de mi vida hacer una guardia cada tres días y ya no es sólo el enfermo que llega de fuera sino que los que tienes dentro están tan graves que hay que estar con cuarenta ojos. Los enfermos que están en la UCI están graves y hay que trabajar todo el día sin bajar el nivel, no te puedes despistar ni un segundo.

Tiene momentos duros, pero ¿y los buenos?

El trabajo del intensivista es duro, pero también tiene sus recompensas. Cuando ves salir a un paciente, que de no ser por la UCI estaría muerto, es gratificante. Esa es también la otra parte.

Muchas personas califican a los profesionales que trabajan en las Unidades de Cuidados Intensivos como ángeles de la guarda...

(Risas) Los ángeles de la guarda reales son los abuelos. Es cierto que lo dicen, que somos unos ángeles de la guarda, pero es debido a que en nuestro trabajo no podemos despistarnos y siempre estamos vigilantes de continuo.

¿Cómo es dirigir una de las UCI más importantes de la Región de Murcia, la del Hospital Reina Sofía?

Yo soy la jefa de sección, pero el trabajo se lleva bien por el equipo que trabaja conmigo. Lo cierto es que en los últimos años al no hacer guardias dedico más tiempo al campo de la nutrición y la investigación.

Precisamente fue pionera en analizar la nutrición del paciente crítico. ¿Qué aportaciones se han hecho en este campo?

Soy la responsable de la nutrición del hospital y de aquellos pacientes que tienen problemas patológicos, enfermedad inflamatoria intestinal, alergias alimentarias...

Actualmente dirige un grupo de investigación clínica, ¿en qué están trabajando?

Trabajamos en el ámbito de la nutrición. Actualmente contamos con una beca de investigación en nutrición parenteral del Carlos III y también trabajamos con el CEBAS con varios proyectos (...) y estamos formulando uno nuevo a nivel nacional. Personalmente he participado en muchos proyectos de investigación multicéntrica. Uno de los problemas con los que nos encontramos es que estos trabajos hay que hacerlos con un gran número de pacientes y es muy difícil conseguir eso en un hospital porque acotamos mucho el tipo de enfermos que pueden entrar en los trabajos de investigación. De ahí que los proyectos que se plantean sean de este tipo, multicéntricos.

El pasado mes de mayo ingresó en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia, convirtiéndose en la quinta mujer que pasa a formar parte de esta institución y lo hizo con un discurso titulado Reflexiones de una intensivista. ¿Qué reflexión hace de su especialidad volviendo la vista atrás?

Cuando llegan los alumnos de la universidad yo les digo que cuidados intensivos es la especialidad más bonita porque vemos al enfermo completo. No tenemos una parcela como puede tener el cardiólogo o el digestivo sino que tenemos que verlo en su conjunto. Cuando llega un enfermo grave tiene una respuesta que afecta a todos los órganos. Esto nos obliga a tener conocimientos de todo, aunque nos apoyemos en otros compañeros, porque somos el punto final de muchas enfermedades cuando el resto no saben qué hacer y el paciente se encuentra grave. En la UCI nos hemos ganado un prestigio enorme y en la Región de Murcia tenemos grandes equipos con una gran formación.