Fuego

Los incendios, una constante en la finca de Villa Calamari de Cartagena

El palacete modernista fue pasto de las llamas recientemente debido a que, según denuncian los vecinos, grupos de jóvenes se cuelan constantemente a celebrar fiestas, tirar petardos y hacer hogueras

El interior de la finca de Villa Calamari está en un estado de ruina considerable. | LOYOLA PÉREZ DE VILLEGAS

El interior de la finca de Villa Calamari está en un estado de ruina considerable. | LOYOLA PÉREZ DE VILLEGAS / Juan Daniel González

Villa Calamari, el palacete modernista protegido situado cerca de la Vereda de San Félix, sigue sufriendo el abandono y la desidia a las que lleva sometido desde hace años. La semana pasada se produjeron dos nuevos incendios, que se suman a la larga lista de fuegos iniciados por los jóvenes que constantemente se cuelan en el recinto. Hasta hace nada lo hacían por un gran butrón ue abrieron en uno de los muros de la finca, concretamente en el que da al camino de Versalles, una carretera que llevaba a la puerta de entrada de la villa.

Los incendios, una constante en la finca  de Villa Calamari

Los incendios, una constante en la finca de Villa Calamari / Juan Daniel González

Este hecho fue denunciado por los vecinos ante la Dirección General de Patrimonio, según aseguró a La Opinión la concejala de MC, María Dolores Ruiz, quien desde hace años lleva implicada en muchas asociaciones de defensa del patrimonio y sigue el caso desde cerca. El agujero fue recientemente tapado con una capa de hormigón, según pudo comprobar in situ este diario.

Hace unos meses también se originó un incendio de mayores dimensiones, que llegó incluso a arrasar buena parte de la pinada de la finca. Para apagarlo, según asegura el presidente de la Asociación de Vecinos de San Félix, José Juan Díaz Oliva, tuvieron que acudir dos camiones de bomberos, que tardaron tres cuartos de hora en apagarlo.

Según denuncia Díaz, el vandalismo «no tiene freno», pues cuando llaman a la Policía, desalojan a los ocupantes, pero cuando se van los agentes vuelven a entrar. Los vecinos temen que algún día suceda una desgracia mayor en el recinto debido a la «gran cantidad de pozos que hay, así como maderas podridas que están a punto de caerse».

Los días, semanas, meses y años pasan y la finca se degrada cada vez más ante la pasividad de los propietarios, la Inmobiliaria Vano S L. En 2016 la Dirección General, después de las denuncias vecinales, obligó a la empresa a hacer un plan de mantenimiento del BIC que esta no ha acatado, según denuncia María Dolores Ruiz. De hecho, en 2019 Patrimonio emitió una resolución a través de la cual obligaba a reponer el muro que se vino abajo durante la DANA, «algo que nunca llegaron a hacer». La medida que adoptó entonces la empresa fue la de instalar una valla metálica que «lleva también llena de agujeros desde el primer día y por los que se cuelan jóvenes constantemente para hacer botellones».

El Consejo de Gobierno de la Comunidad acabó con el procedimiento administrativo cuando determinó, en enero de 2022, que multarían con una sanción de casi 200.000 euros al propietario por un delito grave contra el patrimonio. La empresa interpuso entonces un recurso de reposición que lleva ya un año sin resolverse, «lo que muestra el poco interés que tiene la Dirección General en culminar los expedientes sancionadores», lamenta la edil de MC. A los cinco años, si no se resuelve, caducará, razón por la cual los vecinos han vuelto a denunciar el caso, con la finalidad de que el expediente sancionador no caduque al ser un delito continuado.

Piden cámaras de seguridad

Los vecinos consideran que una solución para, al menos, acabar con el vandalismo sería la instalación de cámaras de seguridad en las inmediaciones del recinto. Tal y como recuerda María Dolores Ruiz, la asociación Daphne solicitó esta medida en el Monasterio de San Ginés de la Jara, «lo que consiguió frenó el vandalismo y los butrones». Han solicitado también una inspección en el documento, para poder ver qué se ha deteriorado en el palacete a causa del constante trasiego que se produce los fines de semana, pues «los jóvenes entran continuamente y dejan los cristales de las botellas, lo que ocasiona incendios constantemente».