Abrazos y besos sentidos, risas, llantos y mucha felicidad entre la dotación del buque de acción marítima ‘Furor’ (P-46) y sus familiares que los recibían en el muelle Juan de Borbón del Arsenal de Cartagena ayer después de haber vuelto de una misión en la que han pasado cuatro meses desplegados, en los que no han tocado tierra firme, en la costa africana y el golfo de Guinea para luchar contra la piratería en las aguas más peligrosas del mundo que registran el 90% de los secuestros producidos en el mar.

Los más pequeños esperaban con pancartas y banderitas de España a sus padres y madres que les saludaban desde la cubierta del ‘Furor’. Después de que el almirante de Acción Marítima, vicealmirante Juan Luis Sobrino Pérez-Crespo, subiera a bordo para recibir las últimas noticias del comandante, capitán de corbeta Diego Mejías Mendoza, saludar a la dotación y sonara el himno de España, los marineros que han pasado más de 124 días en alta mar abandonaban el barco para reencontrarse con sus familias. 

El buque no ha tenido actuación directa con los piratas pero los ha conseguido disuadir con su presencia y vigilancia

«He intentado no correr por el protocolo covid pero no he podido evitarlo», cuenta el teniente del navío Carlos de Haro. Y es que, era la primera vez que conocía a su hijo de tres meses de edad. Su mujer, madre e hijo de dos años dicen que estaban deseando que viniera para que pudiera pasar tiempo con el nuevo integrante de la familia. De Haro afirma que se ha emocionado al verlo y ahora lo que quiere es descansar y celebrar su llegada comiendo en algún restaurante de Cartagena y ver el partido de fútbol con su mujer.

El comandante del ‘Furor’, capitán de corbeta Mejías, está muy satisfecho por el trabajo realizado en esta misión, pero admite que las estrictas medidas preventivas contra la covid-19 han puesto a prueba a su dotación, formada por 54 personas. «El despliegue ha sido un éxito, pero lo peor es que no les he permitido salir a tierra durante los cuatro meses. El barco ha sido nuestra casa. Tengo miembros que han perdido hasta 20 kilos», afirma. El comandante indica que una de las zonas de esparcimiento en el buque, de 94 metros de eslora y 14 de manga, era el gimnasio. Lugar donde los marineros han matado el aburrimiento y por eso muchos han perdido tanto peso. El almirante de Acción Marítima, vicealmirante Sobrino, confirmaba que la «misión ha sido dura por las restricciones del covid» con las que han conseguido no registrar ningún contagio. 

En el emotivo acto de recibimiento en el muelle del Arsenal Carlos de Haro conocía a su hijo de tres meses

Disuadiendo la actividad pirata

A pesar de no haber tenido actuación directa con piratas, este buque de la Armada Española junto con otros barcos de Italia, Francia y Portugal han conseguido disuadir la actividad pirata con su presencia y el apoyo y vigilancia que han prestado permanentemente a la comunidad pesquera y mercante de la zona.

Desde el 6 de marzo, que partieron, los marineros han podido mantener contacto diario con su familia. Aún así, «es duro emocionalmente», confiesa Elena Ibáñez, mujer de un cabo primero del buque, especialmente durante el último mes, que no estaba previsto. «Diferentes asociaciones de pescadores y de la marina mercante pidieron ampliar su servicio para cubrir el periodo de verano en esa zona peligrosa del golfo de Guinea», explica el almirante de Acción Marítima Sobrino.

Estas acciones se encuentran dentro de los proyectos ‘Presencias Marítimas Coordinadas’ de la Unión Europea, con el que se ha reforzado la interoperabilidad entre buques y el intercambio de información de interés, y el ‘Obengame Express 2021’ del ejército internacional, que ha consistido en incrementar el conocimiento y preparación de las marinas participantes. La siguiente misión del Furor será por el mes de octubre.