Con una familia involucrada en la enseñanza y tres lustros dedicados a la docencia, el profesor Javier Pérez de Lema cuenta ahora a través de su primer libro Quince años con mis valientes las experiencias que ha vivido con sus alumnos adolescentes desde que dejase su carrera en el mundo de la comunicación tras descubrir su verdadera «vocación», con la intención de «ser de ayuda» a aquellos padres y educadores que no consiguen conectar con la juventud . Sin embargo, lejos de ser una guía «al uso», Pérez de Lema integra en su primera publicación las vivencias personales que le llevaron a convertirse en mentor hace diez años.

¿Cómo se gesta Quince años con mis valientes?

Hace un año, en plena cuarentena, comencé a hacer videollamadas con mis amigos, creo que como todo el mundo. Durante una charla con un buen amigo, mientras le relataba una experiencia que había vivido hace poco con una de mis tuteladas trabajando como mentor, me dijo: «Esto tienes que contarlo, la gene tiene que conocer tu historia». Así que, como lo único que no nos faltaba en el encierro era tiempo, me puse manos a la obra.

¿En qué consiste ser mentor?

Yo entiendo la figura del mentor como ya la deja ver Homero en la Odisea cuando narra que Ulises se va y deja a su hijo a cargo de Méntor. Ulises confía en él para que mientras está ausente se dedique a criar, educar y guiar en todos los sentidos de la integridad de la persona a su hijo Telémaco. De ahí deriva precisamente el nombre de aquellas personas que se dedican a formar a jóvenes no solo en la transmisión de conocimientos teóricos, como ya se hace en los centros educativos, sino algo más transversal, haciendo conectar a esa persona con la belleza de ese conocimiento y a su vez, al mentor con las emociones y la esencia de esa persona.

¿Faltan asignaturas relacionadas con la inteligencia emocional en los institutos?

Falta una asignatura de Ética mucho más profunda que integre conocimientos sobre inteligencia emocional. Además de recuperar la Filosofía como asignatura obligatoria. Es fundamental para desarrollar el pensamiento crítico de los chavales, para descubrir el sentido de la vida y para que construyan su propia filosofía moral basada en principios. Ahí ya se podría integrar la inteligencia emocional dentro de lo filosófico.

¿Cómo se puede conectar con un adolescente?

Para ganarse a un adolescente tienes que ir sin prejuicios y que vea que vas de cara. La honestidad y veracidad es fundamental. A veces sus actitudes son solo una llamada de auxilio y necesitan a alguien que les comprenda.

¿Qué barreras impiden a los padres entenderlos?

Muchos padres proyectan en sus hijos ilusiones propias y los encorsetan. Hay que reeducar a los padres para que dejen que los niños florezcan por si mismos. Eliminar el molde, dejarlo libre y guiarlo desde ahí. Si intentas imponer tu criterio estás abocado al conflicto. También es necesario saber comunicarse con los hijos dejando a un lado nervios, broncas y castigos. Puedes hacerles entender de manera racional que están errando.

¿Y entre alumnos y docentes?

El principal fallo es la falta de formación pedagógica entre los profesores de secundaria y bachillerato. A un chaval le hacen falta tres segundos para saber si puede contigo e intentará tomarte el pelo. Lo fundamental es mantener la compostura, tener mucha paciencia y que te vean imperturbable. Mantener la autoridad sin ser borde, porque no conectarás con ellos. Pero tampoco ser su colega, porque no te tomarán en serio. Es fundamental mantener el buen temple y que no te vean alterado.

¿La covid y los métodos de enseñanza ‘online’ han desvirtualizado el trato profesor-alumno?

Las clases ‘online’ y a distancia jamás podrán sustituir a la experiencia de ver a un chaval a tres metros de ti, a esa conexión con los alumnos en el aula. La relación en un espacio físico es insustituible. Ver cómo se sienten, cómo perciben lo que tú les estás intentando trasmitir y el feedback que ellos te devuelven. Eso es supernecesario. El aprendizaje de verdad se adquiere en compañía. Se aprende cuando hay un vinculo de afecto honesto y sincero. Lo mismo pasa con los aparatos electrónicos. Cada vez se adquieren más tablets en los centros educativos y los chavales se han acostumbrado a escribir como lo hacen en las redes sociales. Es necesario escribir a mano. Se aprende escribiendo, razonando y pensando. Eso no se puede perder.