La historia de la peste negra medieval es uno de los episodios más mortíferos de la humanidad.

En 1346 numerosos comerciantes genoveses ultimaban sus compras en la próspera ciudad comercial de Caffa (Crimea) a orillas del Mar Negro.

Cargaban sus naves con mercancías exóticas de Oriente para venderlas en las prósperas ciudades de Italia.

En eso llegaron los invasores mongoles y sitiaron la ciudad.

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Todo empezó con el sitio a la ciudad de Caffa

Caffa estaba bien defendida, las murallas eran sólidas y tenían suficientes soldados, abundantes provisiones y agua. Podrían aguantar un largo asedio.

Las crónicas de la época cuentan que en el campamento Mongol, los atacantes se hacinaban en sus tiendas.

La basura se acumulaba y se produjo una gran proliferación de ratas pulgosas. Y Los mongoles se infestaron de pulgas.

Viendo el drama que suponía, los asaltantes capturaron ratas y las lanzaron con catapultas al interior de la ciudad.

Querían que los sitiados también padeciesen el tormento de las pulgas. Y lo lograron.

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La peste negra medieval comienza con estos síntomas

En pocos días, tanto entre los atacantes como entre los sitiados empezaron los síntomas de la peste negra.

Morían 8 de cada 10, y se extendió muy rápido

La mayoría de los que enfermaban murieron (alrededor de 8 de cada 10).

Los comerciantes genoveses huyeron despavoridos de vuelta hacia sus casas, en sus naves.

Y los mongoles volvieron rápidamente a sus tierras.

La consecuencia inmediata fue que

Las grandes ciudades comerciales y los campamentos militares fueron los principales focos desde donde la plaga se transmitió a las villas cercanas.

Había empezado la Peste Negra. Probablemente la peor pandemia que asoló a la humanidad en tiempos históricos.

Afectó a Europa y Asia entre 1347 y 1353, matando a unos 200 millones de personas.

Aproximadamente el 60% de los habitantes de Eurasia por aquel tiempo.

La peste tuvo un impacto pavoroso. Todo el mundo podía ser víctima de una enfermedad que afectaba desde mendigos hasta reyes.

Sabemos lo que ocurrió gracias a los cementerios

El estudio de la peste negra a través de sus apocalípticas descripciones en los documentos de la época consumió las vidas de centenares de historiadores.

Hombres que vertiendo ríos de tinta desataron numerosas polémicas.

Pese a todo, los centenares de legajos de una época en la que no se conocía la existencia de los microorganismos solo podían aportar una información indirecta del problema.

Las dudas eran más que las certezas.

Tanto que muchos eruditos ni siquiera se pusieron de acuerdo en qué tipo de enfermedad fue esa peste medieval.

Pero en los últimos años se ha dado un paso de gigante para entender científicamente el problema.

Como la mortalidad por la peste negra fue tan grande, en numerosas ciudades de Europa se construyeron cementerios para acoger a estos muertos apestados.

Y en muchos de estos cementerios se encontraron esqueletos relativamente bien conservados.

Especialmente había dientes con su pulpa dentaria en buen estado. Y de ahí pudo extraerse ADN que contenía al agente causal de la peste negra.

Incluso pudo secuenciarse el genoma completo del microorganismo que trajo la destrucción masiva a Europa y Asia entre 1346 y 1353.

Se trataba de una bacteria, Yersinia pestis.

Yersinia pestis repitió en 1855, en China, pero no fue igual

En 1855 Yersinia pestis causó una pandemia que se inició en la ciudad de Yunnan, en China.

Se extendió por todo el país y de allí saltó a la India. Fue un brote que mató a unos 12 millones de habitantes.

Y desde entonces, Yersinia pestis ha seguido causando brotes epidémicos por diversos países del mundo hasta 1960.

A partir de ahí los casos de peste se redujeron drásticamente.

Pero incluso hoy en día Yersinia pestis mata a unas 200 personas al año.

La peste negra medieval era una zoonosis, como la COVID

¿Cómo puede ser que Yersinia pestis matara al 60% de los habitantes de Europa y Asia entre 1346 y 1353, y en cambio apenas matase a poco más de 12 millones en la pandemia que se inició en 1855?

Indudablemente los escasos conocimientos médicos, las abundantes supersticiones y la escasa higiene de la Edad Media, tuvieron mucho que ver en las consecuencias de una enfermedad que se transmitía en buena medida por las pulgas.

La idea generalizada de un origen sobrenatural de la peste en la que el hombre poco o nada podía hacer, no fomentó la toma de medidas eficaces para contenerla.

Por el contrario, el fuerte impulso a la investigación científica que caracterizó al siglo XIX con gigantes de la microbiología como Louis Pasteur y Robert Koch, minimizó el impacto de la enfermedad.

Los descubridores del origen de la peste en China

Estudiando independientemente la pandemia de peste en China, los bacteriólogos Yersin y Kitasato descubrieron:

En consecuencia, se empezaron a tomar medidas eficaces para el controlar la pandemia.

¿Murió de éxito la bacteria de la peste negra medieval?

Como en muchas otras situaciones similares, el conocimiento científico jugó un papel clave en el final de las pandemias de peste que tanto asolaron a la humanidad.

Pero ahora ese conocimiento científico nos permite saber que hubo otra causa en la descomunal virulencia y mortalidad de la gran pandemia de peste negra de 1347-1353.

La peste negra medieval fue causada por una sola cepa de Yersinia pestis.

Probablemente esta cepa se originó en alguna población de ratas en algún lugar de Asia por donde pasaron los mongoles.

Pero en todo caso se trata de una cepa muy peculiar, pues acumula numerosas mutaciones.

Y aunque los estudios sobre los efectos de estas mutaciones se encuentran en sus inicios, todo indica que esa única cepa de Yersinia pestis que asoló Europa y Asia entre 1347 y 1353 fue, sin duda, mucho más letal que la Yersinia a la que se enfrentó la humanidad en el siglo XIX.

Podemos hipotetizar sobre qué fue lo que acabó con esta cepa tan virulenta.

Probablemente fue su propio éxito al afectar a tanta gente.

Según algunas de las crónicas medievales también produjo una enorme mortalidad en las poblaciones de ratas y ratones.

Puede que finalmente se alcanzase la inmunidad de grupo tanto en humanos como en roedores.

Tal vez nunca lo sepamos con certeza.

La lección que nos da la peste negra medieval

Además de lo que nosotros hacemos por derrotarlos, los patógenos juegan en contra nuestra una tenaz partida evolutiva en la cual los nuevos mutantes aparecen continuamente por azar.

La mayoría no servirán para nada y se extinguirán.

Otros pueden dar lugar a cepas tan dañinas como la Yersinia de la pandemia del siglo XIV.

Y eso hace que las pandemias tengan siempre un elevado grado de incertidumbre.

En una pandemia nosotros jugamos nuestras cartas lo mejor que sabemos y podemos.

Los patógenos juegan las suyas al azar. Pero la lotería siempre le toca a alguien.

Sin duda lo peor que podemos hacer es permitir que los patógenos se reproduzcan muchas veces y puedan tener suerte.

Es una lección importante para el presente… y el futuro.