Ya ha pasado. Anoche, tras días de un avance inexorable hacia el océano la lava llegó al mar. Y eso siempre supone un importante peligro para la salud de todos los que pueden verse afectados por los efectos de ese “impacto”.

Es siempre uno de los momentos cruciales en las erupciones de los volcanes por las consecuencias que puede tener para la salud.

Porque la lava, que se encuentra a algo más de mil grados centígrados, entra en contacto con el agua del océano que en estos momentos está a unos 20-21 grados.

Y como el agua del mar está compuesta de sodio, cloruro, magnesio, azufre, calcio, potasio, bicarbonato, bromo, estroncio, boro y flúor, el vapor que se produce no es un inofensivo vapor de agua. Y por eso hay que tomar precauciones, desalojar las zonas, ponerse las mascarillas bien ajustadas y quedarse en casa con las puertas y ventanas cerradas.

Sobre el mar se elevarán enormes columnas de humo que serán tóxicas y corrosivas para las personas.

Tanto que en la última erupción terrestre de La Palma, hace 50 años, murió una persona por inhalar gases a pocos kilómetros de donde se habían juntado la lava y el mar.

La dirección del viento es fundamental

Los peligros que pueden existir una vez que hemos llegado a este momento son abundantes.

Y muchos de ellos dependen de la dirección en la que sople el viento y de su fuerza.

Las predicciones para estos días pronostican que la velocidad del viento no supere los 11 kilómetros por hora. Y es previsible, por las fechas en las que estamos, que como es época de alisios el viento se mantenga soplando hacia el mar en la zona del «impacto».

Un dato que ayuda a pensar que la nube tóxica pueda alejarse de la tierra, con lo que las consecuencias de los gases que pueda emitir serían menores y habría menos peligro.

Pero en cualquier caso, las autoridades ya han delimitado una zona de exclusión de 2 millas náuticas.

¿Qué gases tóxicos se desencadenan?

Ya sabemos que la temperatura es uno de los mayores peligros a los que nos enfrentamos cuando hay una erupción. Pero hay una serie de gases invisibles, e incluso inoloros, que también ponen en riesgo la salud de las personas.

Cada volcán es único. Y según el tipo de erupción, los gases que emite también cambian. Pero por la propia composición del agua del mar la emisión de gases se agrava cuando la lava alcanza la costa.

En el instante en que la lava cayó por el acantilado de Palma, al entrar en contacto con el agua se produce un choque de temperaturas enorme que crea gigantes columnas de vapor. Una niebla intensa cuyo gas principal es el vapor de agua, ya que el mar se evapora muy rápidamente. Pero no es el único.

En esa columna de niebla habrá gases tóxicos que se liberarán en grandes cantidades. Y el riesgo aumenta con determinadas condiciones meteorológicas, que pueden arrastrar esa nube a muchos kilómetros de distancia. Tantos que está previsto que llegue a la península.

Ácido clorhídrico, que puede ser mortal

El ácido clorhídrico es uno de los gases más peligrosos que aparecen en el momento del impacto. Un ácido que en España es comúnmente conocido con el nombre de salfumán. Tiene un olor muy molesto e irritante y es particularmente nocivo para la salud.

Se trata de un gas que es tóxico para todos los tejidos.

Los síntomas iniciales con concentraciones bajas son irritación de ojos y garganta. Pero si las concentraciones son altas y hay personas cerca, el ácido clorhídrico provoca dificultad respiratoria, acumulación de líquido en los pulmones y, de no remediarse, puede conducir hasta la muerte.

Ácido fluorhídrico

Es otro gas importante que habrá que tener en cuenta a partir de anoche. Porque se trata de una molécula que tiene una gran capacidad de penetración en los tejidos y es muy corrosiva.

Además hay que tener un especial cuidado, porque si bien el olor del ácido fluorhídrico es habitualmente fuerte, puede alcanzar concentraciones tóxicas en los pulmones sin que lleguemos a darnos cuenta.

Además, es probable que no sintamos irritación en el momento, porque en ocasiones este ácido reacciona con el sistema nervioso provocando que el dolor no aparezca hasta horas después.

En concentraciones bajas y durante poco tiempo, los mayores efectos sobre la salud al respirar ácido fluorhídrico son la irritación de garganta, bronquios y pulmones.

Pero si estamos más tiempo o lo que respiramos tiene una concentración mayor, se obstruyen las vías respiratorias, aparece la dificultad para respirar y, en casos graves, llena de líquido los pulmones. En casos más graves puede llegar a provocar la muerte.

Cristales minúsculos que se pueden clavar en los pulmones

Existe otro peligro en la nube que se produce cuando la lava y el mar entran en contacto. En ese momento la lava se cristaliza a gran velocidad y aparece la amenaza de que pueda crear cristales minúsculos que flotan en el aire.

Si eso se produce, las personas que se encuentren cerca podrían acabar respirando estos cristales, llegando hasta los pulmones y pudiendo causar lesiones de diferente gravedad.

Los peligros del derrumbe del «delta»

Otro de los grandes peligros que puede aparecer en las próximas jornadas es el derrumbe del «delta».

El delta es la tierra «nueva» que se va creando conforme la lava entra en el mar.

Pero este flujo de lava puede no crear unos cimientos adecuados, y aparece el peligro de que pueda colapsar. Y si eso ocurre, provocará que en un instante enormes volúmenes de lava entren en contacto con el agua. Lo que ocasionaría la creación de una gran nube ácida muy rápido, pudiendo provocar también explosiones.

El desplome de un «delta» también puede provocar grandes olas a temperaturas muy altas. La lava impacta directamente y mueve gran cantidad de agua, a la par que la calienta, con los destrozos que tanto la ola como su temperatura podrían provocar.