Hay gente que, debido a sus propias dificultades personales y carencias, interpretan como un ataque el hecho de que se haga un control exhaustivo de cada persona que se va hacer cargo de un animal. La manera de llevar a cabo este control es a través de un procedimiento llamado ´protocolo pre adopción´. Dicho protocolo consiste en realizar en primer lugar un cuestionario, donde a través de unas preguntas sencillas se pasa el primer filtro, para valorar si el adoptante es apto o no para compartir de una forma responsable su vida con un animal.

Después, se realiza una visita al domicilio para comprobar que el entorno es adecuado y que no existen riesgos que comprometan la vida del adoptado. Y, por último, se firma un contrato de adopción, donde ambas partes se comprometen a respetar unas cláusulas que tienen que ver con el cumplimiento de unas normas básicas, que garantizan el cuidado y el bienestar de dicho animal.

Pues bien, hay gente que no entiende la importancia de este procedimiento porque no se pone en el lugar de la otra persona, ni se da cuenta de que estás entregando la vida de un animal con el que, además, has creado un vínculo. No son capaces de ver que son desconocidos y que, aunque ellos sepan que le van a cuidar, nunca está de más tomar todas las precauciones que tenemos en nuestra mano y que a veces ni siquiera son suficientes. De la misma forma que hay gente que no entiende la importancia de mantenerte al tanto, sobre todo durante las primeras semanas, de la adaptación del animal. Es imprescindible informar de su evolución, ya que enviar una simple foto o vídeo ya te da la tranquilidad de verlo y saber que está bien.

Por ello, las personas que de verdad sean responsables, empáticas y serias, facilitarán cualquier necesidad inherente al proceso de adopción, establecido como adecuado por los que nos dedicamos a rescatar animales.