Hay horas que duran segundos. Y segundos que son infinitos. Así de contradictorio fue el último día del que disfrutaron juntos Josín Lazcano, afectado de una enfermedad terminal, y "Trasgu". Este cangués de corazón y vecino de Mieres lanzó el domingo, a través de La Nueva España, periódico del mismo grupo que La Opinión, un grito de auxilio: "Me muero y necesito una familia para mi mejor amigo, mi perro 'Trasgu', antes de que todo termine". La respuesta fue multitudinaria, le llegaron ofertas desde toda España para acoger a "Trasgu" . Él decidió entregarlo a Antonia Morales, natural de Lorca y vecina de Lugo de Llanera: "Sé que estará bien, que será feliz", reconoció ayer Josín, con la voz gastada. Sus últimas horas juntos pasaron como un suspiro. Y en un segundo eterno, se despidieron: "Adiós, amigo, gracias por la vida que me diste".

Pocas veces se encuentran historias como la de Josín Lazcano. De artista conceptual emprendedor, que puso en marcha en Cangas del Narcea un estudio innovador bajo el término "CajaLata", a dormir en las calles de Mieres. Ningún hogar que pudiera permitirse aceptaba mascotas. Hace cinco meses, ya con un hogar en el que refugiarse del frío, le diagnosticaron una enfermedad terminal. El viernes declinó seguir con el tratamiento y empezó a buscar una familia para "Trasgu". "Las últimas lágrimas que yo derrame, serán por él", afirmó ayer Lazcano.

El día empezó temprano para ellos. El perro estaba especialmente atento a todo cuando salieron a la calle, a las diez de la mañana: "Sabe que algo no está bien, está muy nervioso", aseguró Lazcano. Él parecía tranquilo, afable, pero confesó que tenía un peso en el estómago. Esa sensación de vacío que ataca al cuerpo y al alma cuando una despedida difícil anda cerca. "Vamos hasta La Bodeguina, truhán, a ver si te dan un pinchu", le dijo con cariño a "Trasgu".

Hubo pinchu. Y una alegría contenida, oscurecida tras un velo de despedida: "Tienes que pensar bien esto que vas a hacer Josín, que el disgusto que nos llevamos es muy grande", dijo Camilo Viso. Conoce a Lazcano desde hace dos años y respeta, pero no apoya, la decisión de su amigo de declinar más tratamientos médicos. Durante cinco meses dejó de beber, pero ayer pidió un chato de vino: "Un legionario nunca da un paso atrás", replicó Lazcano. Sabe de lo que habla porque él estuvo en la legión y, de hecho, tiene prevista una marcha militar para su entierro. "Ya está todo listo, he pagado religiosamente la cuota del seguro de cese. Sólo me faltaba encontrar casa para 'Trasgu'", señaló.

El protagonista de la jornada estaba sentado, tranquilo, y moviendo la cola. Muchos vecinos de la calle Aller se pasaron por el bar, dispuestos a darle un achuchón al perro: "Todo el mundo lo quiere, lo echaremos de menos", confesó Viso. Tras un rato de charla, "Trasgu" y Josín retomaron su paseo. El cangués, con un cigarro en la boca: "Ya lo dice Sabina, 'cuando juego mi muerte al verso que no escribo...'". Y eso es lo que quiere para "Trasgu", una vida libre y sin ataduras. Mucho callejear: "Es un perro callejero y aventurero, como yo".

Libertad. Esa condición aceptó Antonia Morales para llevarse a "Trasgu" a casa. También que no lo castrará porque, bromea Lazcano, "el perro es un mujeriego". Y nada de lazos, ni prendas para taparlo: "Las pijadas son para los pijos". Comentarios llenos de afabilidad que escondían una dolorosa angustia, sólo intuida en la mirada de Josín cuando "Trasgu" tiraba de la correa. Tras el paseo comieron y durmieron la siesta. Un último sueño juntos.

En el bar de La Bodeguina estaba prevista la entrega de "Trasgu" a Antonia Morales: "Me conmovió mucho la historia y por eso vine a buscarlo", explicó. Le da un poco de pudor ser una de las protagonistas, pero reconoce que la respuesta de la sociedad para ayudar a Josín y "Trasgu" ha sido "extraordinaria". "Ya no le veré nunca más, sé que me queda aquí poco tiempo porque me encuentro mal", afirmó Josín, con una tranquilidad que pasmó a los presentes. Y sólo una afirmación más, esta vez con la vista puesta en "Trasgu": "He vivido, he viajado. Tuve dinero y lo perdí, conocí el amor y el desengaño, lo he hecho todo y dejo a mi mejor amigo en buenas manos. Ahora estoy tranquilo". Ese es su adiós que, otra vez arrancando versos de Sabina, "no maquilla un hasta luego".