Los auroros cantaron con pasión frente a las puertas del Museo Salzillo, en la plaza San Agustín, como viene siendo tradición en la tarde de Jueves Santo desde el siglo XIX. Son las campanas de los auroros, «autóctonas salves» de la Pasión: cantos centenarios que no se quisieron perder las decenas de personas que acudieron a la plaza. También está previsto que esta noche de Viernes Santo concluya con el canto de los auroros de la huerta.