Soy mujer y emprendedora. Desarrollo esta actividad desde 1996 dentro de una empresa familiar. Debo admitir que la cohesión de las facetas de mujer, empresaria y familia tienen un grado de apalancamiento interior desde el punto de vista de la gestión organizativa del día a día. Es mi experiencia.

El grado crítico sobreviene cuando la sucesión en la compañía es vía mortis causa del fundador. Hace cuatro años que se nos fue nuestro padre, Luis Sánchez, líder de la empresa pimentonera La Pastora. Ocurrió sin más, de un día para otro. Nada estaba programado. Sin instrucciones. Sin un relevo definido. Debo admitir que sin un rumbo claro y, ciertamente, con momentos de pánico y sentimientos de estar a la deriva.

Mis tres hermanas, Teresa, Inma, María y yo gestionábamos la empresa a diario desde hace años. Pero eso no es liderar la compañía. Dirigir la empresa familiar es mucho más.

La sensación de vacío, de papeles a medio leer, a medio firmar, acuerdos adquiridos por el gerente de los que no éramos conocedoras, cajones llenos de tantas cosas que al abrirlos explosionaron sentimientos indescriptibles, una mezcla de tristeza y obligación con el deber, con el proyecto de nuestro padre que ahora pasaba al 100% a nuestras manos.

Sin más, y motorizadas por esa sensación de lealtad a la memoria de nuestro predecesor, y con la fuerza y determinación que nos identifica, decidimos seguir, aún con más fuerza, nuestro proyecto: Pimentón La Pastora.

¿Qué nos había fallado? Sin duda una de las carencias fue la falta de delegación. ¿Dónde estaba esa estructura de mando? Toda ella centralizada en una persona: el fundador.

También se abrían otros interrogantes: ¿Quién hace qué? ¿Quién dirige esto? ¿Quién decide lo otro? ¿Realmente se puede delegar por completo? ¿Para delegar, es necesario aprender antes?

Como imaginan, la organización a nivel usuario del día a día estaba definida y clara entre las hermanas accionistas. Pero me refiero a la toma de decisiones estratégicas, de mercado, que dinamizaran la empresa. Aquí es donde existía, en nuestro caso, un gran vacío.

La empresa pasó en un instante a estar dirigida por cuatro mujeres, y, con mucho esfuerzo, la cuenta de resultados creció.

Somos pimentoneras. Esta especia de gran identidad regional pasa sin duda por una crisis de identidad debido a la adulteraciones existentes en el sector, a la rígida normativa sanitaria y a la amenaza de terceros países que cultivan y suministran pimentón en Europa a precios muy competitivos, robándonos, por tanto, una gran cuota de mercado.

¿Qué hacer? Pues visto lo visto y dicho lo dicho, tomamos las riendas instaurando formalmente en la empresa el Consejo de Administración y asumiendo decisiones de forma conjunta.

Nuestro futuro dependía de ello y, por tanto, dar el paso adelante solo cabía hacerlo reinventandose. La lucha por consolidar el mercado interior y de exportación ha sido titánica.

Gracias a esto, recientemente nuestro departamento de I+D ha desarrollado un proyecto de esferificación de pimentón, dando como resultado perlas o caviar de pimentón. Producto novedoso y único en el mercado, con denominación Made in Murcia. Añadimos a ello nuestro café con pimentón El Colorao. Su finalidad: identificar Murcia con el movimiento´pimentozínate´.

Esta próxima Semana Santa, los coloraos y la familia nazarena podrán disfrutar de un buen café colorao en las terrazas y calles de nuestra primaveral Murcia.

Tras lo dicho, seguimos con mil y un proyectos para llevar nuestro pimentón 100% puro, Made in Murcia, al mundo.

Las empresas familiares en nuestra Región siguen dando pruebas de buena salud, con innovación y esfuerzo diario. La incorporación masiva de las mujeres está generando una dinámica nueva, de futuro, con sensibilidad hacia los productos y servicios que nos identifican. Una empresa familiar gestionada íntegramente por mujeres no tiene límites.