Odio todo esto que me está pasando. Odio sentirme así. Así de bien. Yo estaba realmente cómoda. En serio. Me gustaba mi vida: descreída del amor, descreída del ser humano, de la bondad ajena y de cualquier sentimiento recíproco y desinteresado fuera del entorno familiar y dos o tres amigos, a lo sumo.

Era feliz, te lo juro. Mi trabajo, mi perro, mis hijos, mis números rojos, mi soledad y yo. Estaba cómoda en la certeza del paso de los días uniformados, predecibles, neutros, indoloros. Si quería compañía, sabía bien cómo y dónde encontrarla. Cero compromiso. Cero implicación. Cero emoción. Cero incertidumbre. Compañía con fecha de caducidad garantizada, justo cuando se acaben las risas, la ilusión o cuando alguno de los dos quiera más o menos.

La situación era perfecta para mí, para mis hijos y para mantener un ritmo cardiaco constante y durmiente, sin sobresaltos.

Y de repente, ¿qué haces tú en mi cocina? ¿Por qué preparas el desayuno para mis hijos y para mí? ¿Por qué sabes lo que pienso, lo que siento? ¿Por qué has aprendido a preparar el colacao perfecto? ¿Por qué te interesa si me duele la cabeza? ¿Por qué me sanas? ¿Por qué me haces llorar de alegría? ¿Por qué haces que tema, cada día, que todo acabe y verte salir por esa puerta? Una puerta blindada hasta que ti.

¿Qué haces en mi sofá tapado con mi mantita? ¿Por qué arropas mis pies sobre tus rodillas? ¿Por qué eliges la película adecuada, la canción precisa, el libro ideal? ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué te quieres quedar? ¿Por qué me hablas de futuro? ¿Por qué preparas el bocadillo del recreo de estos niños que no son tuyos? ¿Por qué? ¿Por qué quieres que recupere la fe? ¿Por qué me besas? ¿Por qué me miras cuando no lo hago yo? ¿Por qué apartas mi pelo con suavidad? ¿Por qué lo agarras fuerte cuando toca? ¿Por qué conoces mis rincones? ¿Por qué sabes cómo recorrerlos? ¿Por qué no nos falta la charla? ¿Por qué respetas mis silencios? ¿Por qué me erizas la piel? ¿Por qué me besas así el cuello? ¿Por qué me haces reír? ¿Por qué me hablas de la vida con transcendencia? ¿Por qué sueltas la idiotez más bestia cuando no lo espero? ¿Por qué me haces llorar de risa? ¿Por qué aciertas? ¿Por qué te equivocas y lo enmiendas? ¿Por qué sabes pedir perdón, dar las gracias? ¿Por qué caminamos de la mano? ¿Por qué me besas en los semáforos? ¿Por qué nos miras en los espejos? ¿Quién eres tú? ¿Quién te envía? ¿Y qué has hecho con esa que antes era yo?