En el año 1985, mi suegro, una persona fuerte y luchadora, sufrió una trombosis intestinal con la pérdida de la práctica totalidad del intestino. A partir de ese día fue alimentando artificialmente y durante casi dos años él y la familia sufrimos lo indecible hasta que llego lo inevitable, lo que los médicos nos dijeron que pasaría, la muerte. Cuantas veces su hija, mi mujer, me dijo, todavía me lo recuerda, que no podía con el sufrimiento de su padre. Aquello fue una agonía innecesaria, para él y para la familia. Aquello marcó un antes y un después en mi forma de ver la muerte. No quiero morir, pero llegado el caso no quiero sufrir, ni quiero que nadie sufra por mí. No voy a dejar esa decisión tan importante en manos de terceros, quiero tomarla yo.

No nos gusta hablar de la muerte, es un hecho tabú que impresiona y que hasta ahora ha condicionado a la clase política oprimida por la herencia del nacionalcatolicismo. Hablamos poco de ella, eludimos situarnos frente a ella y contemplar lo que rodea el proceso de morir y la muerte. Cuántas veces la familia y amigos decidimos hacer un ´pacto de silencio´ hurtando, con la buena intención, al enfermo su autonomía para decidir.

Nadie se quiere morir, no aceptamos nuestro final ni el de los nuestros. Sin embargo, tenemos que admitir que la vida, como cualquier película tiene su fin. Consideramos que ha llegado el momento de abrir el debate, de hablar de la muerte como de un asunto cotidiano que nos afecta a todos, de acercarse a ella con naturalidad. Se oculta la muerte y hay que darle visibilidad.

Desde el Grupo Parlamentario Socialista decidimos, al inicio de esta legislatura, que había que regular el derecho a morir con dignidad. El proyecto de Ley de Muerte Digna de la Región de Murcia, pretende prestar atención en los momentos finales de la vida de una persona con la máxima dignidad y con la autonomía de decidir. Aliviar la muerte en un entorno de calidad es un deber social que debemos abordar desde las administraciones públicas.

Cuando alguien que padece una enfermedad irreversible decide morir es porque tiene una situación no soportable, de intenso sufrimiento. Luchar contra la muerte es un imposible que genera situaciones innecesarias e indeseables. Hay momentos en la vida en los que es necesario cambiar la medicina tradicional por la humana, por la comprensión, el respeto, la solidaridad y el acompañamiento.

La muerte digna es el derecho de cualquier paciente que padece una enfermedad irreversible e incurable y que se halla en un estado terminal, a morir dignamente sin necesidad, si así no lo quiere, de ser sometido a prácticas que invadan su cuerpo. Por tanto, no estamos regulando la eutanasia activa o pasiva, como algunos se han apresurado a afirmar. Somos conscientes de que la sociedad murciana no está lo suficientemente madura para hablar de ello sin complejos, como lo hacen en Holanda, en donde han empezado a regular lo que han llamado ´el cansancio vital´, o Bélgica.

Nuestra propuesta de ley va dirigida a los pacientes, a sus familias, a los profesionales sanitarios y a las instituciones sanitarias. El objetivo es que el derecho a vivir dignamente incluya el derecho a morir con dignidad; responder a las necesidades de las personas e instituciones sanitarias en la etapa final de la vida; reconocer la naturalidad de la muerte y procurar la paz al final de la vida como un derecho; respetar la libertad y la autonomía del paciente y a expresar su voluntad anticipada en el proceso de morir; y regular los servicios que debe prestar el Servicio Murciano de Salud (SMS) para garantizar estos derechos. La Ley de Muerte Digna de la Región de Murcia, también pretende cumplir una función pedagógica para permitir a la sociedad avanzar en este ámbito.

La mayoría de murcianas y murcianos desconocen que desde el año 2005 existe en nuestra región un Registro de Instrucciones Previas. Pretendemos que se conozca y se use para que los ciudadanos se manifiesten sobre sus objetivos vitales y sus valores personales; las instrucciones para que, en un supuesto de situación crítica e irreversible respecto de la vida, se evite el padecimiento con medidas terapéuticas; la decisión sobre el destino de sus órganos después de la defunción; la designación de la persona o personas que le representen o sobre su incineración.

Según un estudio de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) uno de cada dos pacientes no tiene acceso a los cuidados paliativos. Queremos garantizar el derecho de todas las personas a recibir cuidados paliativos integrales y un adecuado tratamiento del dolor y otros síntomas en el proceso de morir, y que si así lo desean se les proporcionen en el domicilio que designen en nuestra región.

Los médicos se preparan durante su carreta para logar la supervivencia, pero no para afrontar el proceso de morir de sus pacientes. Existe la necesidad en los profesionales sanitarios de recibir una buena formación clínica en cuidados paliativos, así como adquirir habilidades de comunicación y de conocer los principios básicos de la bioética.

En octubre de 2015 se generó un conflicto entre los padres de Andrea, una niña de 12 años con una enfermedad irreversible, con el servicio de pediatría del Hospital Clínico de Santiago de Compostela que se negaban a retirar a su hija los soportes que mantenían su vida artificialmente. Este tipo de conflictos, que no es generalizado pero sí frecuente, plantea la necesidad de abrir un debate social y político para afrontar sin complejos el proceso de morir y la muerte.