Se calcula que este verano serán abandonados seis de cada diez perros que se regalaron en Navidad. Más de la mitad de los cachorros que alegraron los Reyes de los niños morirán de hambre o de sed o atropellados mientras deambulan por lugares que no conocen, buscando a unos dueños que aman sin condición pero que los abandonaron sin compasión. Qué gran ejemplo el de esos padres que, una vez que no pueden o no quieren ocuparse de las mascotas, las abandonan a su suerte en una cuneta y sueltan eso de «el perrito ya no está». Quizá cuando esos mismos padres sean aparcados en asilos o desatendidos en sus casas piensen en la lección que nunca le dieron a sus hijos y se arrepientan. Apenas hemos entrado en julio y las protectoras de la Región ya están a tope. Lo peor es que, en la gran mayoría de los casos, este cruel panorama se podría evitar con una adopción responsable. Antes de ser propietario de un perro, piense si se podrá ocupar de él, porque los animales no deben pagar la irresponsabilidad de algunos con su sufrimiento. Y a los encargados de castigar estas deleznables conductas, sólo decirles: Agentes, mano dura.