En Dakar, por ejemplo, deambulan por las calles nada menos que 30.000 niños recitando versos del Corán en voz baja. Van pidiendo comida y bebida, y dinero, que luego entregan a sus marabú (maestros) en las daaras (escuelas). A veces reciben palizas o se les encadena en clase. Algunos pocos se rebelan y pueden huir de este infierno, pero el resto, la inmensa mayoría, se someten a él. Se les conoce por los talibés? ¿les suena? La comunidad internacional, por cierto, tan pronta a actuar allí donde hay un galón de petróleo, aquí no mueve un solo dedo por ellos. Eso sí, claro, naturalmente, participa activamente, vende y explota al señorito cortijero y el narcisismo deportivo con el superarchifamoso Rallye París-Dakar, franquicia de aventurilla tipo tienda Coronel Tapioca, con el que se forran unos pocos a costa de la memez de unos muchos. Como es normal en estos casos.

Pero lo que allí se hace con esos niños, el adoctrinamiento irracional a una causa irracional, para luego formar legiones de adultos abducidos mentales, perfectas escuelas de esclavos cerebrales, tampoco es que sea patente exclusiva del Islam. Nuestro propio catolicismo lo utilizó en su día para armar sangrientas cruzadas, y aún hoy utiliza el chupasesos de sagradas historias sagradas al abrigo inducido de un sistema educativo manipulado, para formar auténticas planicies mentales que luego asuman como zombies los dogmas y las consignas que cualquier conferencia episcopal se encargue de difundir e inocular en las sociedades en las que, y de las que, parasitan a base de privilegios e inmatriculaciones, por ejemplo...

Pero ni siquiera este fenómeno de radicalismo inyectado es solo de entorno religioso. También lo es político. Y abarca ambos extremos de la izquierda y la derecha. Va desde cualquier formación del espíritu nacional a cualquier deformación al más puro estilo soviet. Desde las ikastolas vascas a las escuelas de inmersión linguística y, por supuesto, también inmersión histórica, catalanas. Todo es una manipulación mental para formar deformando el pensamiento único y teledirigido a determinados fines concretos. No hay más. Es lo contrario, lo opuesto, a enseñar y educar en la ilustración y el librepensamiento, que es el único antídoto a la obediencia ciega, cerril y fanática. El común denominador de todos ellos, religiosos y políticos, es que en vez de formar hombres libres, son perfectas escuelas de esclavos mentales.

Incluso fruto de esa deformación es esa izquierda, pija y de piñón fijo, que conocemos y padecemos. Una izquierda educada en Maquiavelo que agarra el poder con la izquierda para luego manejarlo con criterios de la peor derecha, al menos en cuanto a sus intereses personales. Que usa la demagogia para con los débiles, las injusticias, y utiliza la retórica de los pobres del mundo para conquistar un poder que luego vuelve contra ellos. Que se unge de defensora de las libertades públicas, pero que venera tiranías latinas y de corte populista. Que amenaza de reaccionario a todo aquel que no abrace sus máximos principius revolucionarios de opereta, pero que defiende y oculta sus propios reaccionalismos. Y es una izquierda pija porque se reviste de claros y caros complementos en el vestir y en el actuar, pero provienen y gozan de una posición privilegiada respecto al 'pueblo' que quieren 'liberar' a la fuerza. Cuyos máximos representantes pertenecen al más desaforado capitalismo financiero o son funcionarios de clase y pata negra que lo único que les une al 'obrero a euro' o al parado de casta es la imitación en la pose y el vestido, si no le miramos la etiqueta vip de sus forros, claro

La izquierda pija afirma practicar una nueva política, pero su política y su lenguaje es tan gagá como el catecismo marxista. Lo que pasa es que, en los albores del siglo XXI, apenas quedamos un residual que aún recordamos aquella falsa parafernalia de puño en alto y proclamas de soflamas dirigistas, y la inmensa mayoría de los actuales son unos supinos ignorantes de la historia más reciente. Idéntico a la falange franquista (los extremos se imitan). ¡Lástima que el grueso de votantes haya perdido la perspectiva histórica!

Y todo viene de lo dicho al principio. De daaras y madrazzas que des-educan en la más estrecha y espantosa incultura, inoculando el pensamiento único y dirigido. Al final, tanta apertura, y tanta transición, y tanto cuento de Calleja, para no haber aprendido nada de nada. ¡Qué pena!

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