Si bien desde hace varios años vivimos momentos políticos nuevos, para muchos como yo, joven política, que decidimos en nuestra pubertad hacer algo por los demás, involucrarnos en lo social, en lo público para solucionar los problemas de la gente, lo son aún más. Tener una responsabilidad como la mía es un privilegio que debe ejecutarse con responsabilidad; así creo que debe ejercerse la política y, sobre todo, demostrando estar a la altura de las circunstancias cuando así se requiere. Este momento lo requería y creo que no hemos sabido responder a esa altura de las circunstancias. Lo primero que tendríamos que hacer, especialmente algunos, es pedir disculpas a la ciudadanía por no haber conseguido aquello que era un deseo mayoritario de la sociedad española, que era que hubiese un Gobierno de cambio.

Mi partido asume los errores que hayamos podido cometer pero seguimos pensando lo mismo que el primer día: hay que seguir trabajando por un Gobierno del cambio desde el acuerdo. El PSOE sigue teniendo intacto un proyecto para un país justo, solidario y decente. Este es un país decente que se merece un Gobierno decente, de gente honesta.

Los socialistas llegamos a estas elecciones tras un recorrido de responsabilidad, coherencia y actitud constructiva en defensa del interés general frente al puro interés táctico y partidista de quienes sólo han dedicado este tiempo a la construcción de la gran pinza, el no por el no y el orgullo desmesurado.

Los socialistas seguimos estando con la gente y sus problemas, por eso defendemos las razones de la esperanza en el cambio, frente a las tácticas, inercias y bloqueos de aquellos que apuestan por la continuidad. Un cambio que consiste en combatir la desigualdad y levantar derechos y oportunidades para la mayoría social. Consiste en por fin acabar con las políticas de la derecha del Partido Popular, en acabar con cuatro años y seis meses de prórroga de Rajoy. Es el presidente que no sabía nada de lo que estaba ocurriendo a su alrededor, el que se esconde detrás de las pantallas de plasma y anima con un «sé fuerte» el amparo de la corrupción.

Algunos quieren que todo siga igual, que vuelva a pasar lo mismo y a ver si el inmovilismo les sigue dando tregua para hacer lo que les dé la gana.

¿Todo va a ser igual? Todo lo contrario. Está pendiente el cambio, por eso hay más motivos y razones para votar y es a lo que animo a la gente: no dejemos que la inacción y el bloqueo consigan su objetivo, salgamos a por el cambio.