Me dice El Guiri mirándome a los ojos, como él mira, sonriendo, que se puede. Que él está dispuesto, y si él lo está, debe haber otros muchos que lo estén, y otros, los que más, que no sepan aún que lo están y haya que decírselo. Y que él se ofrece a hacerlo. A batirse el asunto con su acento murciano del este de Inglaterra en despachos y barras de bar, en asambleas y salones de actos. Y yo tengo que creerle, claro que sí.

Alguien que ha vendido limones de Murcia por todo el mundo durante años merece el máximo respeto. Y la verdad es que mientras haya gente que sepa mover ese rueda tan compleja que hace girar las cosas desde la nada hasta hacerlas realidad, y aquí la hay, se puede. Claro que se puede. Esta ciudad tiene un debe enorme con el fútbol, un debe que está ahí, al alcance de la mano y que nunca hemos rozado, y puede que la solución sea, de una vez por todas, implicarse directamente. Otra cosa nunca ha funcionado. No cuesta reconocer cierta envidia sana, convertida ya en respeto absoluto, por quienes echaron a andar por su cuenta con el resucitado Ciudad de Murcia.

El Real Murcia tiene la historia, la tradición, la gente, las peñas. Tiene a sus pequeños accionistas organizados y con ganas, y una larga lista de familias y empresarios ligados emocionalmente con el club. Sólo tenemos que ponernos

de acuerdo, y empezar. Hay una unión especial, que nació en Montilivi y se hizo inmortal este verano, luchando contra el infranqueable muro de la desidia hecha esperpento entre Tebas y Samper. Pero el escudo de las siete coronas pende de un hilo. Aunque Acciari se empeñe en darle brillo cada domingo, con Aira y otra veintena de valientes. No es difícil confiar en quienes están ahí desde que sus abuelos les llevaron a la vieja Condomina un día, y quedaron prendados de los banderines grapados a palos de madera, el olor a puro y el Gol, Gol, Gol en el marcador, o de las palmas al ritmo que marcaba don José Rico, Panadero de Archena.

Hay una historia aún por escribir en esta ciudad, con el Real Murcia como protagonista. Samper ha fracasado junto al modelo. Los clubes fracasan uno detrás de otro, fracasa Tebas y fracasa la Liga, con la excepción de los intocables. Lo que me cuenta El Guiri suena a ciencia ficción. Pero quién nos iba a decir hace cuatro meses, como narra con delicia Mondo Moyano, que íbamos a estar dándole los dígitos de nuestra tarjeta al Zamora CF para ver un partido del Murcia en el Grupo I por Internet. Usemos esos dígitos para ganarnos nuestro futuro, juntos. El fútbol da vueltas, muchas veces al son de quien sabe hacerlo girar. Quien mejor que nosotros, no sólo el murcianismo, Murcia entera.

Abordar juntos un ejemplo de club que se salva a sí mismo sería mejor que ganar cualquier Copa. Sólo tenemos que convertir el Fuera Samper en un ahora nos toca a nosotros, y demostrarle al fútbol que Murcia es capaz de defenestrar un modelo obsoleto. Pablo Baeza y Miguel Martínez, y otros muchos ya hemos empezado, y sólo podemos seguir creciendo. Vale.