La muerte de Patricio Pelegrín a los 58 años es lo más doloroso, por lo inopinada. Hablar del de Beniaján es mencionar al jugador más precoz en debutar con la camiseta grana (16 años y 7 meses), con un rival enfrente de la calidad del Barça de Cruyff y con Migueli, Marinho y Gallego como rivales. Es hablar de un futbolista con 14 internacionalidades, mezclados entre los combinado sub-18 y sub-20, lo que le permitió competir en Campeonatos de la UEFA o el I Mundial Juvenil sub-20.

Y es que Patricio, extraordinariamente dotado técnicamente para esa edad, le permitía descollar de forma extraordinaria. De una apreciable estatura, para esa edad (llegaría a los 175 centímetros), le pegaba, indistintamente con las dos piernas, su disparo era duro y con una colocación suma; su control de pelota era envidiable y dominaba, como pocos, el arte de fintar. Jugaba de ariete, de hombre gol, en suma y sus goles eran su mejor aval, como un cheque al portador.

José Víctor Rodríguez (RIP), junto a Ángel de la Fuente, son los entrenadores que más han confiado en los jóvenes. Ambos afirmaban que « los juveniles no los saca nadie, se descubren ellos». Y basta como ejemplo que jugaran consecutivamente dos finales de Copa de España, cuyas sendas derrotas ambas ante el Barcelona, no escondía la pléyade de futbolistas murcianos que brotaron del vergel que era aquel Murcia juvenil. Donde aparte de jugar en el Murcia sino que fueron internacionales juveniles, como fueron los casos de Villaescusa, Carbonell, Pastor, Vidaña, los hermanos Monpeam, Antonio y Ángel, Moñino, Fago? y sobre todo, por encima de todos, Patricio Pelegrín.

El porqué no triunfó Pelegrín, como presumían la mayoría de aficionados o técnicos de la época, nunca quedó claro. Gran proporción, según muchos, aquí se le exigía mucho, y no supo salir de esta tierra cuando pudo. Otros, posiblemente en su mayor parte, porque le faltaba velocidad y cambio de ritmo, que es fundamental en el fútbol. A medida que con la edad fue avanzando, comenzó a competir en terrenos en donde la técnica no era lo más importante y si el choque, la velocidad, y la rapidez con la que había que pensar, mostró sus carencias.

Repasando su hoja de servicio su gran valedor, José Víctor, lo empleó poco. Otros como Joseíto, Naya casi nada y solo Carmelo Cedrún y sobre todo Eusebio Ríos, lo entendieron. El de Portugalete lo empleó de extremo diestro preferentemente, donde sus balones dados eran oro puro. En total 171 partidos, repartidos en 134 de Liga, 34 de Copa y 3 de Copa de la Liga. Con 33 goles, 26 de Liga y 6 de Copa.

Fuera del Murcia, donde jugó en dos etapas ( 76-79, 80-84, con dos ascensos a 2ª (76-77) y a 1ª (82-83) el de Beniaján jugó con el Córdoba, durante su servicio militar (79-80). Castellón (84-85), Orihuela (85-86) y Torreagüera (1986-87) donde se retiró. Aún le quedaba algo más, que darle al Real Murcia. Y fue que su hijo, Patricio Pelegrín, llegaría a jugar profesionalmente con el Real Murcia. Pocos futbolistas, (Blanqueras, Álvarez) han llegado a eso. A que padre e hijo, defiendan la camiseta grana.

Descanse en paz un fenomenal jugador que se ha ido antes de tiempo y que siempre permanecerá en la memoria de los aficionados.